Cambio de ciclo en el mercado automovilístico italiano. La muerte de Sergio Marchionne, el hombre que rescató de la quiebra al grupo FCA, obliga al sector a despedir a una de sus leyendas. El que fuera CEO de Fiat no solo consiguió reflotar la marca en 2004, convirtió una compañía regional, centrada principalmente en su mercado nacional, en un competidor global.

Michael Keegan, ejecutivo de Fiat, lo definió como un “mago” de las finanzas. Buscar un sustituto a su altura es difícil. Sin embargo, Marchionne, siempre por delante, parecía tener claro quién le relevaría desde que hace un año le diagnosticaron la grave enfermedad que finalmente no pudo vencer.

El elegido es Michael Manley (Edenbridge, Reino Unido, 1964), su pupilo más aventajado. Pero no llega solo. Louis Camilleri (Alejandría, Egipto, 1955) es también el nuevo consejero delegado de Ferrari, la unidad de lujo de FCA. Como si de una escudería de Fórmula 1 se tratase, ambos pilotos tienen la difícil misión de minimizar el vacío que deja su predecesor.

Manley es un veterano de la industria automovilística. Tras licenciarse en Ingeniería por la Universidad Southbank y completar su formación con un máster en Administración de Empresas en el Ashridge College de Londres, trabajó como vendedor de coches para las marcas francesas Peugeot y Renault, y luego para Lexington, que fue adquirida por Chrysler en el año 2000. Manley inició entonces una meteórica carrera en el grupo. Fue nombrado primero director de desarrollo de negocio en Reino Unido, luego pasó a dirigir la misma área en EE UU, hasta convertirse en jefe de operaciones de la firma en Asia.

Camilleri, por el contrario, ha desarrollado casi toda su carrera en la industria tabacalera. Hijo de una familia de emigrantes malteses, creció en Inglaterra y se licenció en Economía por la Universidad suiza de Lausana. Se unió a Philip Morris, uno de los gigantes del sector, en 1978, en un contexto en el que muchos países comenzaban a aplicar restricciones sobre el consumo de tabaco y que Camilleri tuvo que gestionar como analista de desarrollo.

Ambos ejecutivos parecen el complemento ideal. Manley incluso guarda cierto parecido con Marchionne. Si este último era conocido como el mago, para Ed Garsten, periodista de la revista Forbes especializado en motor y que trabajó en Fiat entre 2005 y 2016, el nuevo responsable del grupo debería ser apodado El Gran Mago.

Los que lo han visto trabajar destacan su ingenio, su brillantez y un intangible: en cualquier reunión, sus compañeros lo ven como la persona más inteligente entre los presentes. Además, ha heredado el carácter disruptivo del anterior consejero delegado. Cuando fue nombrado CEO de Jeep en 2009, Manley se alejó de los arquetípicos trajes y corbatas y comenzó a vestir con un look más casual, camisas informales, vaqueros y zapatillas deportivas, quizás en una marketiniana estrategia para que se le asociase con el carácter aventurero de la marca de coches.

Camilleri es su mejor compañero de equipo. Robert Frank, de la cadena estadounidense CNBC, resalta que es un especialista en coordinar equipos, y que traerá disciplina al entorno de Fiat. “Nunca ha dirigido una compañía automovilística, pero es un gran aficionado al motor”, resalta del multimillonario egipcio, políglota –habla con fluidez cinco idiomas– y que se hizo un hueco en la prensa rosa, a su pesar, en 2017, por una relación con la supermodelo Naomi Campbell, algo en lo que Camilleri nunca ha querido profundizar por discreción.

En los más de 10 años en los que Marchionne estuvo al frente de FCA, el italiano la convirtió en el séptimo fabricante de coches del mundo, con más de 15.000 millones de euros de beneficio acumulado. Tras su fallecimiento, las acciones del grupo se desplomaron un 15,5%, coincidiendo con la presentación de los resultados semestrales, lo que indica el temor de los inversores ante la nueva etapa que se avecina.

Manley y Camilleri asumen el difícil reto de dar continuidad al legado de Marchionne. Pero no empiezan de cero. Deberán gestionar el plan para el horizonte 2022, en el que hay previstos varios objetivos. Por un lado, hay planeadas inversiones por valor de 45.000 millones de euros para impulsar el desarrollo tecnológico de un grupo que en 2017 facturó 141.000 millones de euros.

Además, Manley y Camilleri reciben la tarea heredada de convertir a FCA en uno de los referentes en vehículos eléctricos ante la proximidad de nuevas normativas de protección medioambiental, unida a la consabida guerra al combustible diésel que se está gestando en Europa. Dando por perdido el mercado asiático, por el que Marchionne nunca llegó a apostar, el gran foco se centra en el mercado latinoamericano. Con los objetivos sobre la mesa, y para afrontar la insustituible pérdida de una leyenda, los dos mejores pilotos del grupo se presentan como la mejor opción.

Fuente: Cinco Días