El Corte Inglés se está movilizando en las principales plazas financieras de Europa para dar a conocer a los inversores la compañía, con el fin de lograr una holgada demanda en su colocación de bonos, prevista para los próximos días por un volumen de alrededor de 600 millones de euros. Tras las presentaciones de ayer en Londres y Madrid, hoy el road show continuó en la capital británica y Barcelona y finalizará el jueves en Fráncfort. 

Será la primera emisión de deuda a medio plazo, por 5,5 años, que realiza El Corte Inglés con calificación financiera y solo la asignación de un rating ya va a ser un aliciente para la adquisición de sus bonos por parte de los gestores de renta fija. «Con rating se abre más la demanda, hasta el momento solo había opción a los pagarés», apunta Gonzalo Ramírez, director de renta fija y estructurados de Tressis. 

Tras escuchar los argumentos de la compañía, la primera impresión entre los gestores de renta fija es buena, aunque con matices. Y el precio al que se realice la colocación va a ser determinante para su éxito, en el que también va a jugar un papel clave la demanda nacional, según reconocen fuentes próximas a la colocación. «Puede tener mejor acogida en España, donde hay mucho reconocimiento de la marca, que fuera. En Reino Unido hay más desconfianza por el desconocimiento de la compañía y porque varios grupos de distribución británicos lo han pasado mal este año», señalan.

La valiosa cartera inmobiliaria (aunque no vaya a ser garantía para los bonos), la capacidad de generación de caja, junto a la reducción de la deuda y los avances en la distribución online son los puntos positivos que destacan los gestores. «La impresión es muy buena. Es una compañía que se está modernizando y ganando cuota en el mercado de las ventas online. Y cuenta además con una importante cartera de activos inmobiliarios que puede servir para reducir la deuda, con miras al medio plazo», señala una gestora de renta fija de una entidad española. «Esperaremos al precio para valorar la compra, pero como mínimo exigiríamos un interés del 3%».

El tipo de interés que manejan los bancos colocadores oscila entre el 3% y el 4%. El precio definitivo dependerá de la demanda y hay gestores que declaran su preferencia por que sea próximo al 4% para invertir. «Al 3,75% ó 4% sí nos interesa. Por debajo de ese precio hay otras compañías no grado de inversión cercanas al 3% y con una posición más sólida», explica Álvaro Mata, analista de Trea AM. 

En su opinión, los puntos fuertes son la generación de caja de la compañía, que el analista estima entre los 300 y los 400 millones de euros anuales, y los activos inmobiliarios. En el lado negativo, aparecen aspectos como la amenaza de los competidores online, con Amazon a la cabeza, el menor conocimiento de la marca entre las nuevas generaciones y, en especial, la posible caída del consumo y del turismo, en favor de otros países del Mediterráneo. «El 42% del ebitda del grupo está concentrado en 10 centros, y si hay una caída del turismo, y del turismo de lujo, podría ser un elemento en contra», añade. 

«Es un negocio que no deja de tener su riesgo, es distribución minorista. Pero han optimizado la gestión y la estructura financiera. Somos optimistas en cuanto al precio, dependerá del día de la ejecución pero bien podría ser inferior al 3%», añaden desde un banco de inversión. 

Uno de los grandes inversores españoles en deuda corporativa también se muestra positivo sobre las perspectivas de esta colocación. “Lo que más nos gusta del balance del grupo son sus activos inmobiliarios. Si El Corte Inglés tuviera que pagar un alquiler por todos sus centros, estaría hoy dando pérdidas. Son 9.000 millones de euros de valor contable, que a precios de mercado son 17.000 millones de euros», apunta un gestor que ha analizado a fondo el folleto.

El folleto también contempla la posibilidad de un vencimiento anticipado de los bonos. «Es algo que tiene sentido en caso de que en unos años el grupo salga a Bolsa. Así se podría ajustar la estructura de capital amortizando esta deuda y reduciendo gastos financieros».

Fuente: El País