Golpeadas por la ralentización global, las exportaciones de bienes españoles registraron un crecimiento nulo entre enero y marzo de 2019. Se estancaron en los 71.013 millones de euros. Por el contrario, las importaciones aumentaron en el mismo periodo un 3,2% hasta los 80.477 millones. De ahí que el déficit comercial se disparase un 36,5% hasta los 9.463 millones. El déficit no energético se sitúo en los 2.590 millones de euros, un deterioro significativo respecto a los 551 millones anotados un año antes. Es decir, de los 3.000 millones en los que empeoró el déficit en tres meses, unos 2.000 millones se deben al comercio de bienes no energéticos.

“Es el peor comienzo de año que se registra desde 2009. Desde entonces nunca habían caído las exportaciones en el primer trimestre”, ha señalado el presidente del Club de Exportadores, Antonio Bonet. Y ha añadido que “si 2018 fue el año de la desaceleración de las exportaciones, 2019 se perfila como el año del estancamiento”.

Los datos se antojan más preocupantes al compararlos con otros países de nuestro entorno. Entre los principales, España es el único que exhibe un estancamiento. El 0% de crecimiento contrasta con el 2,5% que suman las ventas alemanas, el 4,7% de las francesas o el 2% de las italianas. Las exportaciones de la zona euro avanzan a tasas del 3,2%, y las de la UE al 3,6%. Y eso apuntaría a una pérdida de cuota y, en consecuencia, probablemente de competitividad. De las exportaciones españolas, el 51% se dirigen a la eurozona y el 67% a la UE.

En volumen, las exportaciones incluso cayeron un 1,7%, ya que los precios han subido justo un 1,7%. El estancamiento de las ventas al exterior se explica sobre todo por el peor comportamiento de los mercados de Alemania, Turquía, Francia, Italia, Oriente Medio y América Latina. Por sectores, destaca la caída de las exportaciones del automóvil, que se desplomaron un 7,3% trimestral muy afectadas por los cambios de estándares medioambientales, las dudas de los compradores sobre qué tipo de vehículos adquirir o la ralentización de países como China.

En estos momentos, este déficit registrado en la balanza de bienes, por valor de unos 9.000 millones de euros, se compensa con el superávit obtenido gracias a la venta de servicios y, sobre todo, por el turismo. Sin embargo, a la luz de estos datos el superávit exterior podría estar reduciéndose. Desde finales de 2016, ha caído desde el entorno de los 28.000 millones hasta unos 17.000 millones. Semejante descenso todavía no es motivo de alarma entre los economistas. Pero organismos como el Banco de España siempre subrayan que es necesario mantener un superávit holgado para ir poco a poco reduciendo la elevada deuda externa, una de las mayores del mundo tanto en términos absolutos como en relación al PIB.

Fuente: El País