Corría el año 2014 y el rugby español estaba en serio peligro de muerte. En abril del citado ejercicio, el Consejo Superior de Deportes (CSD) decidió intervenir la Federación Española de Rugby (FER) a raíz de unas cuentas que cerraron 2013 con un déficit de más de 1.700.000 euros, un endeudamiento de casi dos millones, un patrimonio neto negativo de 1.300.000 y un fondo de rotación negativo de casi 1,5 millones de euros. Entonces, la directiva entrante, con Alfonso Feijoo a la cabeza, fijó un plan de viabilidad con vistas al curso 2021-2022 en el que se proponían varias medidas de contención de gasto y alternativas de financiación mediante líneas de crédito emitidas desde World Rugby (institución que agrupa a las diferentes federaciones internacionales) y el propio CSD.

El objetivo: volver a hacer rentable una federación amenazada por la bancarrota.
La semana pasada, la propia FER hizo público el feliz desenlace, que llega además dos años y medio antes de lo previsto: “Volvemos a ser rentables, y en un tiempo récord”, explica Feijoo. Hace unos meses, María José Rienda, presidenta del CSD, envió una carta a la Federación en la que dejaba constancia de que “una vez recibido el resultado de la auditoría de las Cuentas Anuales de 2018, me complace comunicar que la FER deja de estar obligada por los compromisos de la actualización del Plan de Viabilidad”. Así, en la última Asamblea ordinaria de la entidad se logró aprobar un presupuesto para 2020 de 5.463.000 euros, más de un millón respecto a este año que acaba y casi tres millones más que lo presupuestado para 2014, “pero esta vez sin deuda. La diferencia es abismal”. En el último ejercicio, de hecho, se ha logrado un superávit de 709.000 euros, con un fondo de maniobra positivo de más de medio millón. El camino no ha sido fácil, reconoce Feijoo, pero sirve para extraer varias lecciones a tener en cuenta por las pequeñas federaciones deportivas, ahogadas muchas veces por la presión económica.

Una de las claves de la recuperación, señala Feijoo, es el uso que se ha ido haciendo de las partidas presupuestadas. Para 2020, por ejemplo, el 67% de la cuantía total está destinada a la alta competición, y solo el 8% recaerá en el personal de la FER. “Cuando reestructuramos la Federación tuvimos que congelar algunos sueldos. También conseguimos la colaboración y el apoyo de árbitros, jugadores, personal técnico… Creo que fue la primera vez que todo el rugby remó en el mismo sentido”. También fue clave no descuidar el aspecto deportivo en toda esta transición, algo que no siempre es fácil cuando la deuda aprieta. “Quisimos sanear las cuentas, pero sin perder en competitividad y juego, algo que es obligado para sobrevivir a medio y largo plazo”, añade.

En estos años, el rugby español ha estado en las olimpiadas de Río de 2016 con las selecciones de rugby a Siete, se clasificó para disputar el Mundial de Irlanda a XV femenino en 2017, se ha quedado a las puertas del Mundial con la selección masculina a XV y ha conseguido alzarse como subcampeona de Europa en la categoría sub20, entre otros logros. Además, en mayo del próximo año, la Selección Española se enfrentará en el Wanda Metropolitano con los Classic All Blacks de Nueva Zelanda. “Ya se han vendido más de 26.000 entradas”. En septiembre, asimismo, tendrá lugar el World Rugby U20 Trohpy en Alicante.

Todo esto ha sido vital para que en cuatro años se hayan doblado las partidas obtenidas del patrocinio. “Los resultados han dado mucha visibilidad al rugby español, y las empresas se están interesando mucho. Algunas que estaban ya con nosotros han triplicado sus cuantías en este tiempo, y otras nuevas se han unido. Ahora nos movemos en torno a los 1,3 millones en patrocinio”. Heineken, Iberdrola, Generali Seguros, LaLiga, Joma, Renfe o Spagnolo son algunas de las compañías que han decidido asociarse en estos años con los valores del deporte de los caballeros, que por el contrario ha perdido el apoyo de otras firmas como Go Fit. “Nuestro principal objetivo ahora es mejorar las estructuras de la FER desde el punto de vista administrativo para funcionar como una empresa y controlar mucho mejor los gastos y las inversiones. Aunque hemos logrado un equilibrio presupuestario no podemos gastar alegremente”.

Fuente: El País