El precio de la electricidad está por las nubes. El mercado mayorista empezó a pisar el acelerador en abril y lleva unos días rompiendo récords. El último lo marcó el pasado 5 de septiembre, cuando tocó el máximo anual con un precio de 74,58 euros el megavatio-hora (MWh). Poco antes, el 31 agosto, había alcanzado por primera vez en el año los 70,99. ¿La razón? Una mezcla explosiva donde factores externos como el encarecimiento de las materias primas y el alza en el precio de los derechos de emisiones de CO2 se han juntado con los sospechosos de siempre, entre ellos la mayor participación en el mix energético de fuentes sucias, más caras, y la menor presencia de renovables, más baratas. Una situación a la que habrá que acostumbrarse, vaticinan analistas y Gobierno, aunque de momento no habrá un fuerte impacto en el recibo, ya que el consumo de energía solo representa un tercio del precio final.

Unos precios de la luz que han venido para quedarse

Francisco Valverde, analista del mercado eléctrico, asegura que la regulación de los derechos de emisión de CO2 es uno de los factores que inciden con fuerza en el alza de precios. Este mercado, que arrancó en Europa hace una década para penalizar el uso de energía sucia y que cosechó escasos resultados tras el estallido de la crisis, se disparó en los últimos meses después de que la UE aprobara una reforma para retirar derechos del mercado. En septiembre su cotización marcó récord y alcanzó los 20,5 euros por tonelada, el triple que el mismo periodo del año anterior. Mientras, el brent sigue empujando al alza el precio del gas amenazando con situarse por encima de los 80 dólares el barril en septiembre frente a los 50 que rondaba en el mismo periodo de 2017. “Además hay centrales nucleares paradas en Francia”, añade Valverde. “Es un cóctel perfecto que afecta al mercado mayorista ibérico y a toda Europa”.

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En su opinión, la solución pasa por instalar más energía termosolar y fotovoltaica que cubra la falta de eólica en los meses de verano y hacer una profunda revisión del sistema en cuanto a impuestos y regulación, nada que pueda concretarse en el corto plazo. La misma ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, pronosticó el pasado jueves que el precio de la electricidad seguirá subiendo y aseguró que el Ejecutivo estudia medidas para actuar sobre los componentes del recibo, un plan que prevé presentar el próximo 19 de septiembre cuando comparecerá ante el Congreso para explicar qué está pasando en el mercado.

También Tomás Gómez, director del Instituto de Investigación Tecnológica de Comillas, coincide en que los precios seguirán elevados: “En 2019 no va a haber cambios (…); el mercado de futuros de la electricidad la tendencia es al alza”. Sin embargo matiza que, más que a precios elevados, el consumidor tendrá que acostumbrarse a picos cada vez más frecuentes, tanto al alza como a la baja. “Hoy la discusión política pasa por cuál es el mecanismo que logre estabilizar el precio”, comenta.

Unos precios de la luz que han venido para quedarse

Este año, el día con la electricidad más barata fue el 30 de marzo, con un precio medio por MWh de 4,50 euros, 16 veces inferior que el día más caro, el 5 de septiembre, según el operador del mercado eléctrico. La razón es sencilla: ese día la actividad económica fue menor al ser un día festivo, pero a la vez las renovables pesaron por un 62% en el mix energético sobre todo por el impulso de la energía eólica, frente al 28% del pasado miércoles. “Durante la transición [energética] los mercados van a estar más volátiles que en el pasado, también porque antes no teníamos precios de horas cero como está pasando ahora gracias a las renovables. Lo que tenemos que mirar es el precio medio”, asegura el docente.   

El coste oportunidad del agua

Jorge Morales, experto en energías renovables, menciona que existe otro problema de fondo en el sistema: el precio del agua. Como otros analistas, apunta a que la energía hidráulica está contribuyendo a este alza de los precios aunque se trate de una fuente renovable: “Es curioso porque este año no hay sequía, pero está más cara por el coste oportunidad”.

En el mercado de la electricidad, el precio lo marca la energía más cara. Cuando los embalses no están al máximo de su capacidad, al funcionar como una batería constituida por agua almacenada que las empresas sueltan en el momento más conveniente, la energía hidráulica acaba sustituyendo las tecnologías más caras y teniendo un coste oportunidad similar al de los combustibles fósiles. Según Morales, la receta para abaratar los precios pasa por fomentar la competencia en este segmento, cambiar las reglas del juego para impulsar las renovables y reducir la dependencia energética del país, que supera el 80%.

Unos precios de la luz que han venido para quedarse

“Parece que va a haber un otoño caliente”, apunta Valverde. Aconseja sin embargo que ese 40% de consumidores domésticos acogidos a la tarifa regulada (PVPC o Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor), la única que está sujeta a los vaivenes del mercado horario, no se muevan al mercado libre —donde las tarifas las fijan las compañías eléctricas y se suelen revisar cada año en función del comportamiento del mercado— impulsados por los altibajos de los precios. “Lo que más pesa en el recibo es la parte fija, y mientras no haya una reducción en los impuestos no habrá un cambio drástico”, concluye.

Fuente: El País