Desde el cambio de Gobierno que se produjo el pasado 2 de junio se han sucedido distintos nombramientos en las principales empresas públicas españolas. El último ha sido el de Maurici Lucena (Barcelona, 1975), que sustituirá a Jaime García-Legaz como presidente de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena), la compañía que gestiona el 70,3% del tráfico internacional de pasajeros. Lucena toma las riendas de una compañía saneada, con un 51% de capital público, en la búsqueda de una mayor expansión internacional que no afecte al crecimiento de la operadora aeroportuaria líder en el mundo.

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, continuó su formación superior durante dos años con un máster en Economía y Finanzas en el prestigioso Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi), un organismo adscrito al Banco de España. Su incursión en política comenzó hace 14 años, cuando apenas contaba 29, formando parte de Economistas 2004, un equipo de trabajo liderado por el exministro de Industria Miguel Sebastián.

La oportunidad le sirvió a Lucena para ser uno de los ideólogos del programa económico socialista. Su pionera labor consistió en coordinar el área de transparencia en un contexto político en el que aún no era un término de exigido cumplimiento. El mismo año en el que José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en presidente del Gobierno, Lucena fue designado director general del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), la entidad encargada de canalizar las solicitudes para apoyar iniciativas relacionadas con el I+D+i de las empresas españolas.

En sus seis años al frente del CDTI, llegaron un total de 42.129 solicitudes, de las cuales salieron adelante 9.025 proyectos, a razón de unos 1.500 al año. Esa experiencia le valió para ser el primer español en presidir el consejo de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés).

Desde 2008, compatibilizó los dos cargos hasta su salida en 2010 de ambas entidades para volver a la primera línea política, con las elecciones al Parlamento de Cataluña a la vuelta de la esquina.
Aquel año, el entonces presidente de la Generalitat catalana, José Montilla, no consiguió revalidar su cargo, que terminó ocupando Artur Mas durante seis ejercicios. Lucena fue nombrado responsable del área económica del comité de asesores de Montilla, aunque no consiguió evitar que el Partido Socialista Catalán (PSC) perdiese nueve escaños respecto a los anteriores comicios (29 frente a los 37 de 2006).

Tras la debacle socialista, volvió a la gestión de empresas públicas como vicepresidente ejecutivo de Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España (Isdefe). Estuvo en el cargo hasta 2012, pero la primera plana política volvió a llamarle. No en vano, los que le conocen en el ámbito laboral señalan su capacidad de oratoria y su tesón. Compañeros de su extensa etapa profesional lo definen como un hombre extremadamente culto, con una capacidad de comunicación que le hace ser un gran interlocutor en discursos públicos. “Sobre todo, domina el escenario en el que se mueve”, señala uno de sus antiguos compañeros.

Gracias a sus habilidades consiguió dar un salto en sus competencias en el PSC, llegando a ser el portavoz del Grupo Socialista entre 2012 y 2015. Habitual en las principales tertulias políticas televisivas, dio muestras de otras de las aptitudes que señalan sus colaboradores más cercanos: su pedagogía y su capacidad didáctica. Fuera del ámbito laboral, es habitual verle con un libro bajo el brazo.

Además de lector, se animó como escritor en 2013, con la publicación de los volúmenes En busca de la pócima mágica y Ensayos sobre economía y política económica. Tras abandonar la política en 2015, entró a formar parte de Banco Sabadell. En su primera fase, se ocupó de la gestión patrimonial del banco, con un equipo de 40 personas. En la segunda, al frente del departamento de public policy, gestionó un equipo de 12 trabajadores. Como gestor de equipos, sus empleados señalan su amabilidad y su obsesión por el café.

Lucena tiene varios retos al frente de Aena. El desarrollo inmobiliario de la compañía se presenta como su primer desafío. Tendrá que determinar los socios de negocio para los proyectos de ampliación de los principales aeropuertos españoles: el de Madrid-Barajas, en la capital, y el de El Prat en Barcelona, y definir el modelo de cesión de los espacios en el segundo caso. El economista catalán tendrá que dirigir la actividad de 46 aeropuertos y 2 helipuertos y controlar la leve caída de las acciones de la firma, que actualmente cotiza a un valor aproximado de 157,90 euros por título.

También tendrá que pilotar el plan estratégico hasta 2021, con el gran objetivo de culminar una fase de expansión internacional y fijar una política de dividendos sólida. Su bagaje en la gestión pública y en el control de grandes sumas monetarias podrá contribuir a mejorar el espacio aéreo español.

Fuente: Cinco Días