La fuerza de Santander es una bendición y una maldición para su consejero delegado a partir de enero, el italiano Andrea Orcel. El escenario ideal para un ejecutivo entrante es tomar una compañía que está básicamente bien pero que tiene vías obvias para ir aún mejor. Las cifras del tercer trimestre sugieren que tiene un margen limitado para hacerlo.

Los ingresos parecen estar bajando, pero tras quitar el impacto de las fluctuaciones de divisas en países como Brasil, la entidad ha gestionado unas ventas de 35.900 millones en enero-septiembre, lo que supone un incremento del 9% respecto al año anterior.

El mayor banco español también está mejorando en la gestión de los costes, que cayeron al 46,9% de los ingresos en el mismo período, dentro de su rango objetivo del 45%-47%. Así, Santander ha generado 31 puntos básicos de capital adicionales, superando el objetivo del 11% para el conjunto del año.

La reactivación económica de España está ayudando. Gracias a la oportuna compra de Popular el año pasado, el negocio español representó en el tercer trimestre el 17% del beneficio subyacente del grupo, frente al 15% del segundo.

Santander también está limpiando sus cubiertas de préstamos rancios, con una caída de la morosidad hasta el 3,87% desde el 4,24% del año anterior. Brasil, donde el banco obtiene alrededor de una cuarta parte de sus ingresos, registró un aumento del 24% en su beneficio neto en los primeros nueve meses del año, en comparación con el mismo período de 2017. Incluso Reino Unido ha logrado un aumento del 5% en sus beneficios netos en los últimos tres meses.

Orcel podría dejar que su nuevo juguete funcionara solo. Si aumenta los ingresos en un 4,5% y mantiene los costes donde están, podría alcanzar los 14.000 millones de euros de beneficio neto en 2023, según nuestros cálculos. Esto supondría un retorno sobre el capital tangible potencial del 15% e implicaría una valoración de mercado de 143.000 millones de euros, más del doble del valor actual de mercado de Santander.

El riesgo es que Orcel emprenda una gran adquisición al estilo de ABN Amro que Santander realmente no necesita. Con suerte, se dará cuenta de que está al mando de un buque cisterna y no de una lancha motora.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días