
La guerra de precios y la huelga del año pasado han hecho mella en Ryanair, que ha entrado en pérdidas y anunciado profundos cambios en su estructura. La empresa irlandesa ha pasado de ganar 106 millones de euros en el cuarto trimestre de 2017 a perder 19,6 millones de euros en el mismo periodo de 2018. Ryanair ha atribuido las pérdidas a un descenso del 6% en las tarifas durante la temporada de invierno, dentro de un sector castigado por el exceso de capacidad. La compañía, de hecho, ha apuntado que espera que este descenso de precios continúe.
Además, la empresa ha adelantado cambios en el organigrama. el consejero delegado Micheal O’Leary dejará su puesto en los próximos 12 meses, dentro de un cambio de estructura del grupo. O’Leary será responsable de coordinar las cuatro aerolíneas filiales de Ryanair, como la austriaca Lauda. Firmará un contrato por cinco años y su trabajo se centrará en el desarrollo del grupo, la compra de aparatos, el control de costes y la gestión de compras de empresas «a pequeña escala».
De este modo el ejecutivo irlandés deja la gestión del día a día. Las negociaciones con los representantes de los trabajadores ya no dependerán de O’Leary, sino que pasarán a estar en manos de los responsables de cada marca dentro del grupo. La empresa ha iniciado los trabajos para encontrar un nuevo consejero delegado para Ryanair. Además, el actual presidente de la empresa, David Bonderman, seguirá en su puesto hasta verano de 2020, cuando será relevado por Stan McCarthy, antiguo CEO de la alimentaria Kerry Group. El 30% del capital de Ryanair se opuso a la renovación de Bonderman en su puesto.
Ryanair ya ha hecho dos alertas sobre beneficios para el actual año fiscal (que termina en marzo), y esta mañana ha confirmado los objetivos, pero ha alertado también que podría volver a incumplir en caso de que la guerra por las tarifas se agudice. Otro aspecto que podría afectar a los resultados es la incertidumbre alrededor del Brexit. Acontecimientos «no esperados», en referencia a un Brexit sin acuerdo, pueden hacer caer las reservas de última hora de aquí a la fecha límite del 29 de marzo.
La empresa, en este sentido, asegura que ha conseguido permiso del Reino UNido para seguir volando en tres rutas domésticas independiemente de las circunstancias. En paralelo, ha limitado los derechos de voto y restringido temporalmente las ventas de acciones a inversores de fuera de la UE para seguir siendo considerada una empresa europea en caso de Brexit sin acuerdo.
Ryanair ha pasado un 2018 especialmente complicado por la creciente competencia en el sector, que se ha llevado por delante varias empresas de bajo coste, y por el conflicto laboral con sus trabajadores. Empleados tanto de tierra como de cabina y pilotos se han rebelado contra la estricta política laboral de la empresa irlandesa, que contrataba a todos sus empleados bajo la ley de Irlanda, provocando la cancelación de gran cantidad de vuelos en verano y principios de otoño.
Fuente: Cinco Días