El sector de la baldosa cerámica en España es una industria esencialmente exportadora, representando las ventas al exterior un 75% de su facturación, y que ha conseguido adecuarse a las necesidades de los tiempos para ser más competitiva. La creación de un clúster industrial, modélico para otros sectores, en la provincia de Castellón, le ha permitido sortear los momentos económicos más duros, reinventándose y consiguiendo ofrecer una gran calidad a precios capaces de competir en otros países. A ello se añade un alto grado de innovación en el producto, diseños atractivos, y la búsqueda constante de nuevas funcionalidades de la cerámica en la construcción y la arquitectura.

Sin embargo, la competencia exterior es cada vez más dura. Cada día son más los países fabricantes, países con distintas regulaciones, criterios y dureza de las exigencias de producción, con precios competitivos y con un coste de transporte reducido para su mercado más cercano.

Si hace años España e Italia eran los focos de producción cerámica en un 80%, actualmente este porcentaje se ha reducido al 10%, lo que indica la enorme proliferación de plantas de fabricación en otras áreas geográficas como la asiática, que hoy aglutina la mayor cuota productiva.

La industria cerámica española soporta factores que merman nuestra competitividad como los altos costes logísticos y los costes energéticos. Los rangos de precios energéticos están entre los más elevados de nuestro entorno, un coste que representa uno de los factores que más peso tiene en el sector, por tratarse de un gran consumidor industrial de gas natural. De hecho, la industria azulejera supone el 50% del consumo de gas industrial de la Comunidad Valenciana. Estos costes provocan de inicio que, en la mayor parte de los casos, nuestros competidores partan de una mejor posición ante la exportación.

Sin embargo, además de los retos propios de la industria, el sector tiene también que luchar contra las crecientes políticas proteccionistas que aparecen en mercados en los que somos grandes exportadores.

Mercados de excepcional importancia para el sector han establecido barreras no arancelarias que dificultan el acceso de nuestros productos, especialmente en la zona del norte de África.

En concreto, Argelia, el quinto mercado de baldosa cerámica española en 2016, bloqueó en abril de 2017 las importaciones de baldosas cerámicas mediante el establecimiento de un sistema de licencias que generó un descenso de las exportaciones a ese país de hasta el 56%, pasando de los 123,4 millones de euros a 53,9 millones en un solo año. En los primeros meses de 2018 se dio un respiro al sector con la concesión de algunas licencias, las cuales, en su mayor parte, expiraron a finales del mes de mayo. Argelia debate ahora una nueva Ley de Finanzas que previsiblemente establecerá una subida inasumible de aranceles, que irán del 30% al 200%, según el tipo de producto.

Estas medidas proteccionistas amenazan directamente al libre mercado y son perjudiciales tanto para industrias exportadoras como la nuestra como para el propio comercio interno que no dispone de alternativas competitivas.

Desde nuestra organización, estamos convencidos de la necesidad de defender el libre mercado en una competencia leal y segura. Y es que las amenazas llegan tanto de estas políticas de protección como por la consecución de malas prácticas o prácticas desleales en la producción o en la comercialización y falta de transparencia en los procedimientos.

Con la mirada puesta en esta defensa se trabaja intensamente en colaboración con las instituciones españolas y europeas, tal como se hizo en la investigación sobre la renovación de medidas antidumping impuestas a China en el sector cerámico. En ella se demostró la alta probabilidad de que el gigante asiático continuara realizando prácticas de competencia desleal y el peligro del enorme excedente de producción de baldosa cerámica china, seis veces lo que produce Europa en un solo año.

La situación que se está produciendo en la actualidad debería hacernos pensar en las repercusiones que las políticas para imponer barreras comerciales pueden generar tanto en la propia economía como en la economía global y en la justificación de dichas decisiones.

A pesar de todo ello, el sector cerámico español continúa siendo un sector potente que busca nuevas alternativas para seguir siendo fuertes e implementar su know how en el mundo.

La exportación ha permitido a España y, específicamente a nuestra industria, poder estabilizarse, con grandes esfuerzos de adaptación. Es nuestro deber ahora tratar de defender los productos, sus garantías de calidad y las excelentes prácticas en su producción y su comercialización que hacen de nuestra industria un sello de calidad de Marca España.

Vicente Nomdedeu Lluesma es Presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos, ASCER

Fuente: Cinco Días