Es un principio económico básico que la competencia beneficia a los consumidores y favorece la competitividad de los países mejorando el bienestar de sus ciudadanos. Así lo reconoce el Estado con la creación de organismos específicos para regular y favorecer la competencia, como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. 

No obstante, en ocasiones, como en el terreno de los carburantes, la teoría choca tristemente con la práctica.

En 2013, el Gobierno aprobó la Nueva Ley de Hidrocarburos, que abría la venta al por menor de hidrocarburos a la competencia. Esta medida permitió que accediesen al mercado empresas que no fuesen las grandes petroleras. Se comenzó a romper el oligopolio.

Así surgió en España un nuevo modelo de gasolineras denominadas por la ley como desatendidas, o automáticas. Que no es más que la traslación a España de un modelo nacido en Europa hacía 10 años y que está muy extendido en países como Dinamarca o Suecia, dónde más del 70% de las estaciones de servicio son de este tipo. Y todo indica que este porcentaje aumentará en los próximos años en todo el continente, gracias a los descensos de precio por litro que benefician a los consumidores. 

Sin embargo, en España este tipo de gasolineras apenas llegan al 5% de las 11.500 existentes en total. 

¿Por qué no ha subido este porcentaje, en línea con lo que ocurre en el resto de países de nuestro entorno? Porque las Comunidades Autónomas ponen trabas.

Las restricciones comenzaron cuando las normativas de las comunidades autónomas obligaron a tener personal en las gasolineras siempre que estuviesen abiertas. Esta medida impedía abrir a los empresarios de estas estaciones, ya que no podían permitirse el gasto de mantener una persona de forma constante.

La Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (AESAE), que presido, decidió tomar cartas en el asunto, y denunciar ante la Comisión Europea al Reino de España por no permitir la libre competencia en carburantes a través de las normativas de las Comunidades Autónomas.

Ahora, las Comunidades están retirando estas medidas sabedoras de que van en contra de la legislación europea.

Sin embargo, preparan otras para limitar este modelo de negocio, que aporta competencia al sector, y reduce en más de 10 céntimos por litro para el consumidor: un ejemplo es la norma propuesta por la Junta de Castilla La Mancha para obligar a todas las gasolineras a tener un baño y, así, indirectamente imponer una persona encargada de la llave y de los baños. O no dejar repostar más de 75 litros, ó 3 minutos en estaciones automáticas. E incluso obligar a cerrar los días que haya un viento de 19 km/h, viento equiparable al que representa el movimiento de las hojas de un árbol, como proponen en el País Vasco.

Como se puede ver, las excusas que se van empleando para impedir que crezcan estás estaciones, son innumerables.

En la AESAE hemos emprendido una batalla legal y de la opinión pública para conseguir que España tenga un mercado de carburante con libre competencia, con más oferta real, con precios más bajos y que las subidas por el crudo no sean inmediatas y las bajadas sean a cámara lenta. Tenemos el firme convencimiento de que lo seguiremos y no cejaremos en nuestro empeño hasta conseguirlo.

Manuel Jiménez Perona, presidente de la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas

Fuente: Cinco Días