Han pasado casi siete años desde que Miguel Fernández Ordóñez (Madrid, 1945), dejó el máximo cargo en el Banco de España (de julio de 2006 a junio de 2012). Mafo, como se le conoce en el mercado, lidió con la mayor crisis en 70 años, una burbuja inmobiliaria insultante, una doble recesión que casi nadie anticipó y un sistema de cajas de ahorros cuya gestión y gobernanza no estaban preparadas para tiempos de desolación. Por si esto fuera poco, el Gobierno que le nombró, el de José Luis Rodríguez Zapatero, pronto desconfió de él y le aisló, mientras que el Ejecutivo del PP, le quitó los mandos de la crisis financiera, algo sin precedentes en la historia del Banco de España.

En estas circunstancias, es casi imposible salir con una gestión airosa, pero Mafo lo intentó, una y otra vez, en cada comparecencia pública. Pese a que incluso, el actual gobernador, Pablo Hernández de Cos, que ha dicho que tras una crisis financiera como la padecida, es imposible que la reputación del supervisor no quede dañada.

Ordóñez fue el gobernador que heredó la burbuja creada bajo el mandato de su antecesor, Jaime Caruana, y que va camino de costar más de 54.000 millones. Pese a esta losa, ayer, en el juicio de Bankia, donde declaró como testigo, no asumió responsabilidades, no hizo autocrítica y desprendió cierta soberbia. Mafo dijo ayer que en la crisis de Bankia (22.424 millones de ayudas) se limitó a hacer “dos cositas: una entrevista con Olivas”, el presidente de Bancaja, “y aprobar” la fusión de Bankia en la comisión ejecutiva del Banco de España, “en donde yo representaba el 25% porque había cuatro miembros”.

Insistió en que Bankia fue una fusión adecuada, pese a juntar dos de los mayores enfermos del mercado creando una entidad sistémica que estuvo a punto de llevar España a la quiebra. “El Banco de España no decide ni aprueba las fusiones”, declaró. “A mí solo me contaban lo gordo. El trabajo me lo han hecho magníficamente mis colaboradores. Yo tenía otras cosas que hacer”. Tampoco aclaró en qué condiciones aprobó, o no, el plan de Bankia para continuar en solitario, sin ayudas públicas, aunque necesitaba 7.000 millones que nadie sabía de dónde los podía sacar.

Por cierto, sí admitió que su número dos, Javier Aríztegui, casi tuvo que sacar “el bate de béisbol” para forzar a Olivas a tratar sobre la fusión con Caja Madrid. Pero Mafo no lo hizo. Incluso se enteró por la prensa de la dimisión de Rodrigo Rato. ¿Realmente gobernó el Banco de España?

Fuente: El País