Las empresas de servicios públicos de EE UU se enfrentan a décadas de tormentas perfectas. Los daños causados por el huracán Florence tienen a las eléctricas de Carolina del Norte y del Sur corriendo para reparar las líneas, mientras una empresa de gas de Massachusetts se tambalea por varias explosiones. Incluso la prevención está causando problemas: el empuje verde de California va a salir caro a las compañías, o a sus clientes.
En el apogeo de Florence, unos 1,8 millones de hogares y empresas se quedaron sin luz, y la tormenta se cobró 23 vidas. En Massachusetts, mientras, varios gasoductos explotaron a finales de la semana pasada poco después de que Columbia Gas, filial de NiSource, dijera que iba a mejorar las líneas.
Las catástrofes inesperadas pueden convertirse en problemas financieros incluso en una industria que ha aumentado en más del 50% la inversión en sistemas de distribución en las últimas dos décadas.
Moody’s advirtió de que la tormenta de Carolina podría degradar a corto plazo las métricas financieras de empresas como Duke Energy, el mayor proveedor de energía de la región. Cuenta, al igual que otras, con mecanismos que ayudan a mitigar los costes, como el uso de fondos reservados para tales fines.
Pero incluso para los que planifican, el panorama empeora. A principios de mes, el gobernador de California, Jerry Brown, firmó una ley que exige que para 2045 la energía del Estado se obtenga completamente de fuentes renovables u otras de carbono cero. La revisión de la red de transmisión para apoyar este objetivo será cara. Moody’s estima que las baterías necesarias para cubrir las caídas intermitentes del suministro de energía eólica y solar podrían costar más de 100.000 millones de dólares.
Alguien tiene que pagarlo. Los grandes proveedores de California, como Calpine y NRG Energy, podrían pasar gran parte del coste a los clientes. El mes pasado, los legisladores votaron a favor de permitir que PG&E repercuta en los clientes algunos costes en los que incurrió por incendios forestales recientes: un intento de ayudar a mantenerla solvente. Pero la paciencia de los reguladores podría agotarse.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
Fuente: Cinco Días