Nadie esperaba un giro radical en el BCE que desde el 1 de noviembre encabeza Christine Lagarde. Y, a juzgar por su primer gran discurso como jefa máxima de la política monetaria europea, este no se va a producir, al menos a corto plazo. Lagarde habló el viernes ante la élite financiera de Fráncfort, a la que dejó claro que la era de los estímulos no ha terminado aún. “La política monetaria seguirá apoyando a la economía y responderá a los riesgos futuros”, dijo la exministra, ex directora gerente del FMI y presidenta del BCE los próximos ocho años.

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Lagarde ha llegado a Fráncfort con un nuevo estilo respecto a su predecesor, Mario Draghi. Su cuenta en Twitter informa de algunos de sus encuentros. Y su estilo de comunicación es más directo que el del a veces hermético Draghi. Pero el fondo del mensaje es clavado al del italiano. La política monetaria ha hecho su parte. Pero ha llegado el momento de que los Gobiernos contribuyan a la recuperación de la economía, repetía el anterior presidente del BCE a todo aquel que quisiera escucharlo. Lagarde insistió el viernes en ese discurso: “La política monetaria podría alcanzar sus objetivos más rápidamente y con menos efectos colaterales si otras políticas apoyaran el crecimiento”, afirma su sucesora.

Los bancos y los economistas más ortodoxos llevan tiempo protestando por las repercusiones negativas de los tipos de interés negativos. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó en su asamblea anual del pasado octubre de los riesgos sobre la estabilidad financiera de esta política ultraexpansiva. Lagarde admite estos riesgos. Y asegura que el BCE seguirá supervisando de cerca la evolución de estos efectos. Es una admisión que ya habían hecho antes Draghi y otros responsables del BCE, como el vicepresidente Luis de Guindos. 

Al hablar de los retos a los que se enfrenta el continente, Lagarde dice que Europa necesita una nueva combinación de políticas. La presidenta del BCE dijo además que llevará a cabo “una revisión estratégica” de su política, una revisión que comenzará “en un futuro próximo”. No dio más detalles de esta revisión que podría remendar la herencia de Draghi. Pero por ahora se atiene al guion que el italiano dejó antes de marcharse: el paquete de estímulos aprobado en septiembre —que provocó una guerra interna en el organismo— se mantiene por ahora invariable.

Revisión estratégica

Aitor Méndez, analista de IG, considera que la mención de Lagarde a esta revisión estratégica “puso el vello de punta a muchos inversores durante unos segundos”, pero que el mercado apenas reaccionó porque, acto seguido, Lagarde se puso “el disfraz de Draghi para repetir algunos de los mantras más eficaces empleados por su predecesor”.

Uno de los objetivos de la revisión estratégica de la política del BCE —que podría incluir redefinir el objetivo de inflación que el organismo se marca— es el de acabar con las disensiones internas que han trascendido estos meses, con críticas feroces, filtraciones interesadas a la prensa y dimisiones-protesta como la de la consejera alemana Sabine Lautenschläger. Jens Weidmann, presidente del Bundesbank y uno de los grandes críticos de Draghi, dijo en el mismo acto en Fráncfort que apoya esta iniciativa de revisar la estrategia.

Pero Lagarde no habló solo del área que le compete directamente, la política monetaria. También lanzó un claro mensaje a los Gobiernos de la zona euro, a los que alerta de vivir “una oportunidad”. Es este un momento en el que la inversión desempeñará un papel clave en Europa, dijo Lagarde. El BCE lleva tiempo reclamando más gasto a los países que dispongan de margen fiscal —en román paladino, a Alemania sobre todo—. Pero Lagarde insiste ahora en que no se trata tan solo de gastar más, sino de gastar mejor. La política fiscal es ahora la clave. Y en esta no importa solo su cantidad, sino su composición, dijo la francesa. “La inversión es particularmente importante en la respuesta a los retos de hoy, porque es tanto la demanda de hoy como la oferta de mañana”, concluyó.

División en la última reunión con Draghi

Mario Draghi salió del BCE como entró: con polémica. Las actas de la última reunión que presidió —la del 24 de octubre— muestran las divergencias en el Consejo de Gobierno, y el intento del presidente de unificar posturas. “[En la reunión] se pidió paciencia para permitir que las medidas adoptadas en septiembre actúen, en una actitud de ‘esperar y ver”, asegura el documento hecho público el jueves por el BCE.

Frente al ambicioso programa de septiembre —entre otras medidas, se ahondó en los tipos de interés negativos—, el Consejo optó en octubre por no tomar nuevas medidas pese al deterioro de la economía. Todos los consejeros estuvieron de acuerdo en la necesidad de una política expansiva, pero algunos mostraron su preocupación por los efectos colaterales de los tipos negativos.

Fuente: El País