“Claro que nos preocupa. Surgió hace dos años y medio en los países nórdicos y el tráfico aéreo ha bajado allí en el último año un 5%, un claro síntoma de que afecta”. Así resume Jorge Marichal, presidente de la patronal hotelera de Tenerife Ashotel, la inquietud que provoca el movimiento Flygskam, en español Vergüenza de volar.

La activista adolescente sueca Greta Thumberg, que acudió a la Cumbre climática de Nueva York de septiembre en velero para no tomar un avión y después tomó un catamarán para llegar a la Cumbre del cambio climático de Madrid, está sentando un precedente en el centro y norte de Europa. En estos países empiezan a verse los viajes en avión como algo a evitar por las grandes cantidades de CO2 que generan los vuelos. Desde Canarias se sigue con mucha atención ese movimiento de Vergüenza de volar. ¿Podría convertirse en una nueva amenaza (otra más) para el turismo del que tanto dependen las islas?

“Yo considero que el impacto en el sector turístico de la vergüenza de volar no va a ser tan grave” afirma Noelia Sánchez, portavoz de la federación Ben Magec-Ecologistas en acción, que más allá de valorar positiva o negativamente el movimiento, considera que es “la consecuencia natural al aumento de la conciencia de algunas personas sobre el cambio climático. Es normal que haya gente que se plantee estas cosas en su vida cotidiana. Solo dejar de volar puede suponer una disminución de los gases de efecto invernadero mayor que si cambias otros hábitos como comer carne en exceso, reciclar más, usar transporte público, etc. Si los gobiernos no responden, son ellos quienes deben iniciar acciones”.

En el Gobierno de Canarias tienen claro que puede afectarnos por nuestra dependencia del avión y ya piensan en cómo contrarrestar esta tendencia. Todo partiendo de la base de que los aviones van a venir y van a contaminar. “Vamos a hacer acciones para neutralizar el CO2 de los aviones que llegan a Canarias y después otras en destino que ayuden a la lucha contra el cambio climático” afirma la consejera de Turismo del ejecutivo autonómico, Yaiza Castilla. Se trataría de visibilizar que aquí se toman medidas para compensar la huella de carbono que dejan los vuelos turísticos y así convencer a los más reacios a volar. “Queremos diseñar el plan exacto para cuantificar el CO2 que se evita emitir. Tenemos prevista una partida para llevar adelante esa herramienta y decirle al turista en el avión que te trajo hubo tantas emisiones, en Canarias con esta acción y esta otra neutralizamos esto y esto. Así mides la eficiencia y convences al turista para que venga a un destino sensible”.

Para conseguirlo, Castilla quiere contar con la iniciativa privada de las patronales turísticas. Jorge Marichal, de Ashotel, cree que la clave está en ser proactivos. Mitigar la vergüenza de volar cumpliendo la normativa medioambiental y siendo más eficientes medioambientalmente. Pero también proyectos como el que tienen para crear una planta fotovoltaica que abastezca a varios hoteles “y al mismo tiempo compensar mediante bonos de mitigación de huella de carbono a esos clientes que vienen a Canarias y que no tengan vergüenza de venir”.

Marichal también cree que hay que poder explicar a quienes se sumen a este movimiento la diferencia entre coger el avión para una corta distancia donde hay transportes alternativos y tomarlo para llegar a un archipiélago donde no se puede llegar en tren o coche. “no solo hay sostenibilidad medio ambiental, sino también está la económica y la social”. Para Ben Magec, hay que acometer cambios estructurales como “que los gobiernos tomen en serio los acuerdos climáticos y dejen de fomentar el uso de combustibles fósiles”.

Noelia Sánchez cree que hay que replantearse hábitos y modelo turístico: “Si en 2007 venían nueve millones de turistas y generábamos 320.000 puestos de trabajo y en 2018 con 15 millones de turistas generamos 330.000 hay que plantearse ¿Es necesario que vengan tantas personas? No. Producen más perjuicios que beneficios, residuos, presión sobre espacios naturales, más construcciones… Es necesario que se redistribuya mejor la riqueza y reactivar sectores que no nos hagan tan dependientes del turismo”.

Cifras de una industria

Cálculo. Ya se puede calcular fácilmente la huella de carbono al volar. Flight2Fart Converter, por ejemplo, usa factores de emisión del gobierno británico para la aviación. Según esta herramienta, un vuelo ida y vuelta Berlín-Gran Canaria produciría 1,2 Toneladas por pasajero en los más de 7.200 kilómetros de recorrido.

Queroseno. El impuesto al queroseno que proyecta Alemania une a patronales turísticas y Gobierno de Canarias para pedir una exención. Marichal va más allá: “deberían poner una tasa a la actividad turística en países sin respeto a los derechos humanos o con condiciones sociales inadecuadas como son muchos de nuestros competidores”.

Tráfico. El tráfico mundial en avión crece a ritmo trepidante. De los 310 millones de pasajeros de 1970 a los 4.500 esperados en 2020. Y la curva sigue subiendo. Para 2030 se calculan 6.500 millones de personas moviéndose en avión, según datos de IATA.

Fuente: Cinco Días