La presión fiscal de España ha superado la media de la OCDE por primera vez desde la crisis. Este indicador, que mide el peso que tienen los ingresos tributarios y las cotizaciones sociales sobre el PIB, se situó en el 34,4% en 2018, siete décimas más que un año antes y una por encima del promedio de los 36 países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El porcentaje sigue sin embargo por debajo del 36,4% que España logró en los años anteriores al estallido de la burbuja, cuando la economía marchaba viento en popa y el PIB alcanzó cotas de crecimiento interanual superiores al 4%.

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Según los datos provisionales relativos a 2018 y publicados este jueves por la OCDE, España logra agrandar las distancias con países como el Reino Unido, cuya presión fiscal avanza dos décimas hasta el 33,5%, y se acerca a Portugal, que se mantiene estable en un 35,4%. Aun así está todavía lejos de las economías con el mayor ratio de ingresos fiscales sobre el PIB, ambas europeas: Francia, con un 46,1%, y Dinamarca, con el 44,9%. México es el país entre los analizados con el porcentaje más bajo: 16,1%. 

La última vez que España había logrado el sorpasso con respecto a la media de la OCDE fue en 2007. El buen desempeño de la economía y del mercado laboral durante los años anteriores a la Gran Recesión surtieron sus efectos en la recaudación y permitieron que la presión fiscal se situara durante seis años seguidos, desde 2002 a 2007, por encima de la media de la OCDE. El techo lo tocó justo el año anterior a la crisis, cuando el peso de tributos y cotizaciones sociales alcanzó el 36,4% del PIB, 2,8 puntos más que el promedio de los países que conforman la organización con sede en París.

El peso de las cotizaciones a la Seguridad Social

En realidad, el peso de la mayoría de las figuras impositivas españolas sobre el PIB es inferior al promedio de la OCDE, tal y como revela el desglose tributo por tributo que ha elaborado el organismo, en este caso con datos de 2017.

El impuesto sobre la renta (IRPF), el que más potencia recaudatoria tiene en España, supuso en 2017 un 21,8% del total de ingresos tributarios, frente a la media del 23,9% de la OCDE, y un 6,9% del PIB con respecto al 9,7% en promedio del resto de países que conforman la organización. También el impuesto de sociedades —un 6,3% del total de la recaudación frente a un 9,3% de la OCDE— y el IVA —19,1% frente al 20,2%— tuvieron un menor peso.

En lo que sí destaca España es en las aportaciones a la Seguridad Social: en 2017 representaron un 34% sobre el conjunto de ingresos fiscales y el 11,2% del PIB, frente al promedio de la OCDE, del 26% y 7,3%, respectivamente. 

La estructura es sin embargo la misma. En 2017, el último año con datos para todos los países, las contribuciones a la Seguridad Social supusieron la mayor parte de la recaudación de las economías que conforman la organización y, junto a los tributos sobre la renta, estas «dos categorías representaron casi la mitad de los ingresos fiscales en los países de la OCDE», resume el informe.

Reforma fiscal en Estados Unidos

Pese al resultado de España, la organización dirigida por el mexicano Ángel Gurría, que reúne a las economías más industrializadas del mundo, señala que las estadísticas relativas a 2018 revelan un estancamiento en el crecimiento de la presión fiscal. Este ratio empezó a avanzar a un ritmo sostenido en 2009 y llegó a tocar su pico más alto en 2016, cuando se situó en el 34,4%. El año siguiente descendió dos décimas y en 2018 solo creció una, hasta el 34,3%.

Este aparente cambio de tendencia, aclara el prolijo informe del organismo, se explica principalmente por la reforma fiscal aprobada en Estados Unidos, el mayor recorte en tres décadas. Las medidas aplicadas por la Administración Trump a partir de 2018 —entre ellas, un tijeretazo al impuesto de sociedades del 35% al 21% y una rebaja del 39% al 37% del tramo máximo para las grandes rentas— tuvieron como efecto el descenso en más de dos puntos porcentuales de la presión fiscal entre 2017 y 2018, pasando de un 26,8% a un 24,3%.

Estados Unidos no ha sido sin embargo el único de los países analizados que ha reducido su presión fiscal en 2018, aunque sí fue el que tuvo el desajuste más marcado. Caídas superiores a un punto también las experimentaron Hungría e Israel; Dinamarca, Finlandia, Grecia, Islandia, Irlanda, Italia, Letonia, Eslovaquía, Suecia, Suiza y Turquía también registraron retrocesos, pero más leves. «En la mayoría de los países las disminuciones se debieron al hecho que el aumento en la recaudación fiscal nominal fue inferior al crecimiento del PIB, salvo en EE UU e Israel, donde los ingresos fiscales cayeron en relación con 2017, pero el PIB nominal aumentó», aclara el informe.

Fuente: El País