Arabia Saudí obtendrá mucho menos dinero del que esperaba inicialmente con la salida a Bolsa de Aramco —de largo, la mayor petrolera del mundo—, pero ya se ha anotado un récord que no le arrebatarán en años: será el mayor debut en el parqué de la historia. La firma estatal saudí se estrenará en el mercado local —y no en el exterior, como quería en sus planes iniciales— a un precio de 32 riyales (casi ocho euros, en el tramo alto del rango definido el mes pasado) por acción y una valoración total de 1,7 billones de dólares (1,5 billones de euros), según adelantaron Reuters y France Presse. Pese a todo, la cifra es inferior a los 2 billones de dólares que esperaba obtener en un principio. El 1,5% de su capital que empezará a cotizar el 12 de diciembre valdrá, por tanto, 25.600 millones de dólares (23.000 millones de euros), ligeramente por encima del valor del paquete accionarial que la empresa china de comercio electrónico Alibaba sacó al mercado hace un lustro (25.000 millones de dólares) y las de Softbank (2018) y Visa (2008).

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Para que la operación llegue a buen puerto, las autoridades saudíes se han apoyado en sus propios ciudadanos —entre ellos, algunos de los señalados en la macrorredada anticorrupción orquestada hace dos años por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán— y en socios regionales como Kuwait y Abu Dabi, que aportarán casi la décima parte del tramo que saldrá a Bolsa. Fuera de la región, el respaldo a la operación es notablemente menor: la valoración, sostienen muchos inversores, es demasiado alta; más aún, en un momento en el que el sector empieza a ver las orejas al lobo y muchas petroleras buscan alternativas a su negocio tradicional en previsión de un futuro gris para el crudo. Para no defraudar a los inversores, Riad también está moviendo ficha estos días en otro ámbito: en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP, que lidera de facto), donde busca ampliar los recortes de producción para sostener el precio del crudo. El mercado ha respondido con dos jornadas consecutivas de fuertes subidas.

Todo en la petrolera saudí es mareante. Con más de 100.000 millones de euros de beneficios el año pasado, más que Apple y Alphabet (Google) juntas, y en los nueve primeros meses de este año ya iba por los 61.000 millones pese a la caída en la siempre volátil cotización del crudo. Aramco no solo es la mayor firma del sector —de ella depende la décima parte de la oferta petrolera mundial, con Asia como su principal cliente—, también es la empresa más grande del planeta, con cinco de los 10 mayores pozos de extracción del globo bajo su paraguas, y se precia de producir el barril más barato de la industria. Ahora, tras un primer intento frustrado, que obligó a la petromonarquía a aplazar sus primeros planes de salida a Bolsa, Aramco será también la mayor cotizada del planeta. Su venta parcial —el Estado saudí mantendrá, con todo, el 98,5% del capital y el control total sobre la toma de decisiones— será una potente inyección de recursos para las cuentas públicas saudíes, que arrastran un importante déficit, y un balón de oxígeno para sus autoridades, que ultiman un plan de inversiones para diversificar una economía que depende, casi íntegramente, del crudo.

Fuente: El País