¿Qué autonomía tendrá? ¿Dónde podré recargar? ¿Cuánto durará la batería? Las dudas planean sobre el coche eléctrico, un medio de transporte que fascina ya a muchos usuarios y con el que nos familiarizamos cada vez más, tras la decisión de muchos ayuntamientos de dotar sus servicios de movilidad sostenible con este tipo de vehículo. No obstante, los datos sobre la aceptación alrededor del coche eléctrico son contradictorios. Bien es verdad que la proporción de españoles que desean que su próximo vehículo sea híbrido o eléctrico –el 36%– ya supera en diez puntos la de quienes prefieren un diésel. Pero la intención de compra de un coche dotado exclusivamente de un motor eléctrico alcanza apenas el 7% y la mucho más cara gasolina lidera las preferencias de los españoles con el 37%, según una encuesta de Cetelem, empresa del grupo BNP Paribas especializada en préstamos.

En España existen unos 35.000 vehículos eléctricos, sean puros, híbridos enchufables (es decir, coches con un motor de carburante y otro eléctrico, cuya batería se recarga a través de la red), de rango extendido (tienen un generador de energía que funciona con carburante), o –mucho más raros– de pila combustible (mezclan hidrógeno y oxígeno para producir energía), según datos de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive). Dejando de un lado los coches 100% híbridos (esto es, los que no se enchufan y necesitan constantemente de carburante), para las demás tipologías “las cuotas de crecimiento anuales son exponenciales”, afirma el director gerente de Aedive, Arturo Pérez de Lucia, quienes subraya que, si en 2016 se matricularon 4.653 vehículos eléctricos puros y 1.527 híbridos enchufables, el año pasado estos fueron 9.672 y 3.350, respectivamente.

Quien quiera formar parte de esta revolución, ¿en qué elementos tendrá que fijarse, según expertos y representantes del sector?

Autonomía real, tres cuartas partes de la anunciada

El aspecto del coche eléctrico sobre el que los españoles expresan más dudas es su autonomía, un elemento que preocupa al 57%, siempre según el estudio de Cetelem. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó unas pruebas con tres modelos de este tipo de vehículo: Nissan Leaf, Opel Ampera-e, y Renault Zoe. Como se desprende de su página web, “conduciendo por un trayecto que combinaba ciudad, carretera y autopista, unas veces solo con el conductor y otras transportando además un pasajero, dos niños y equipaje, y con la calefacción encendida a 22 grados y una temperatura exterior de 10 grados, la autonomía real resultó, de media, un 36% inferior a la anunciada”.

El desajuste se explica en parte por la existencia de un test de homologación de consumo, el NEDC, menos riguroso del que la UE aprobó recientemente, el WLTP. “Está previsto un período de transición de dos años para la utilización del nuevo sistema de ensayo, que entrará definitivamente en vigor el 1 de septiembre de 2019”, señala el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), Mario Arnaldo. Por lo que, hasta esta fecha, el potencial usuario de un coche eléctrico tendrá que restar a la autonomía calculada con el NEDC “una pérdida de aproximadamente el 25%”, añade. Y recordar que, pese a ser “un avance para los consumidores”, en palabras de Arnaldo, también en las pruebas del nuevo procedimiento luces, radio y climatización siguen apagadas.

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Recargar en casa o fuera

Tan grande es la desconfianza de los consumidores en este ámbito, que solo el 15% de los encuestados por Cetelem estaría dispuesto a comprar un vehículo que no pueda recorrer por lo menos 100 kilómetros con una recarga, y el 49% solo se haría con un coche eléctrico si su autonomía fuera de entre 101 y 250 kilómetros. Pero, ¿este recelo está basado en la realidad? Los expertos lo desmienten. “Ya existen vehículos con más de 300 kilómetros de autonomía real”, asegura De Lucia, de Aedive, “cuando la media de distancia diaria recorrida por la gran mayoría no supera los 80 kilómetros diarios”. Con coches eléctricos que ya pueden cubrir las distancias entre Madrid y Valencia o Zaragoza y Barcelona sin recargar, “el problema no es la autonomía”, en su opinión.

Lo importante, más bien, es buscar infraestructuras de recarga rápida que permitan enchufar la batería a la red eléctrica durante el viaje, para recorrer trayectos más largos. Algo que, según el director gerente de Aedive “se está implementando cada vez más”. En el caso del uso diario por pocos kilómetros, la llamada recarga vinculada –es decir, la que se efectúa en el propio domicilio, generalmente por la noche– resultará extremadamente práctica y mucho más barata que el repostaje de gasolina o gasóleo. “El coste de cada 100 kilómetros es apenas un euro”, calcula De Lucia.

Si se desea recargar más rápido, sin embargo, se deberá instalar un cargador adecuado cuyo coste ronda los 1.000 euros, según la OCU. Y habrá que tener en cuenta también que cargar el coche en la calle suele ser más caro que en casa, por lo que disponer de una plaza de aparcamiento propia es fundamental, aunque De Lucia señala que son cada vez más las empresas gestoras de parking con las que se puede llegar a un acuerdo para dejar el vehículo enchufado a la red por la noche.

La vida útil de la batería

Otra inquietud es la pérdida de autonomía de una batería, es decir, su duración. Hacer una previsión a largo plazo sobre este elemento es difícil, explica Arnaldo, de AEA, porque “hay variables como la temperatura exterior, el estilo de conducción y la situación geográfica que pueden afectar”. Por no hablar de “la densidad energética, que es la cantidad de energía que es capaz de almacenar una batería en relación a su peso; de la potencia específica que puede proporcionar cada kilogramo de peso de la batería; de la eficiencia de carga y descarga, que es la relación entre la energía introducida durante la recarga y la que realmente entrega; y de los ciclos de vida y de la velocidad de recarga, que es el tiempo necesario para la carga de la batería”, añade.

Eso sí, para alargar la vida útil de la batería Arnaldo aconseja no dejar que su carga baje del 20%, ni mantenerla al 100% durante largos periodos de tiempo, no abusar de las recargas rápidas y no dejar aparcado el coche bajo el sol del verano muchas horas. “Utilizar adecuadamente el vehículo” será una medida suficiente, en palabras de De Lucia, para que la batería dure por lo menos cuanto el propio coche.

¿El coche eléctrico es caro? Sí, pero…

A la hora de escoger un coche eléctrico, dejarse influenciar por su alto precio tampoco es lo más correcto, según De Lucia. “Es cierto que no hay vehículos de primera mano por debajo de 20.000 euros, pero habría que compararlos con los homólogos de combustión”, sugiere el director gerente de Aedive.

De esta forma, por un lado, se descubriría que la diferencia de precio no es mucha, si al vehículo tradicional se añaden elementos como el cambio automático, los faros led o el navegador, que los eléctricos ya incorporan. Por el otro, se verá que existen costes recurrentes –como combustible o energía, mantenimiento o aparcamiento– que en un coche eléctrico son mucho más bajos o nulos. Lo que lleva a De Lucia a decir que el coche eléctrico “acaba siendo más barato que uno de combustión”.

Desde 2010 existen ayudas estatales a la compra de este tipo de vehículos. El plan vigente está agotado, sin embargo, y se espera la puesta en marcha de un nuevo programa. “Existen también comunidades autónomas que van implementando ayudas a la adquisición de vehículos eléctricos”, destaca De Lucia, por lo que aconseja estar al tanto de sus convocatorias.

Fuente: El País