El virus del ébola –el último brote epidémico de una enfermedad hemorrágica– sacudió a España en 2014. Tres personas resultaron infectadas, una de ellas, la auxiliar de enfermería Teresa Romero, fue la primera contagiada fuera de África y la única superviviente (los misioneros españoles Miguel Pajares, el primer contagiado en Liberia, y Manuel García Viejo, el segundo, en Sierra Leona, fallecieron a los pocos días de ser ingresados en el Hospital Carlos III de Madrid).

La crisis fue de tal dimensión que el Ministerio de Sanidad tuvo que cambiar seis veces el protocolo de actuación. En diciembre de ese mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a España libre de ébola, aunque el fin de la emergencia global se produjo en 2016. El virus, incubado en África, se había expandido también a Italia, Reino Unido y EE UU.

Más vigilancia y fondos para la investigación, las recetas de los especialistas contra este desafío global

La OMS mantiene, sin embargo, la vigilancia. ¿Por qué? El auge de los viajes internacionales (y las aglomeraciones) eleva el riesgo de padecer infecciones –­enfermedades causadas por bacterias, virus, parásitos u hongos– y son responsables de la aparición de dolencias (emergentes) o la reaparición (reemergentes) de otras que incluso habían desaparecido e iban camino de su erradicación. Es el caso del sarampión, con rebrotes en 2016 en España, o la polio, una amenaza tras la eclosión en Oriente Medio (Siria) o África (Camerún, Guinea Ecuatorial).

Esta es la conclusión de los especialistas reunidos en el XXII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínicas (SEIMC), celebrado en mayo en Bilbao. Unos flujos de población que influyen, además, en otra problemática mundial: el desarrollo de multirresistencias a antibióticos, según el doctor Harald Seifert, investigador de la Universidad de Colonia, en Alemania. El incremento de las infecciones se atribuye, igualmente, a la globalización, los cambios tecnológicos y demográficos, añaden en la SEIMC.

Las tropicales

La alarma social creada en 2015 por el zika (transmitido por la picadura del mosquito Aedes, frecuente en zonas tropicales y que afecta a las embarazadas) es un ejemplo de patología emergente. Los primeros contagios se produjeron en Latinoamérica, en concreto en Brasil, donde germinó, y se agudizó en 2016, fecha que coincidía con la celebración de los Juegos Olímpicos de Río, lo que elevaba el riesgo de infectados.

Pero el virus saltó el Atlántico y llegó a más de 20 países, España incluido. Por eso el Hospital La Paz-Carlos III abrió una línea de atención telefónica para abordar la epidemia, cuenta el doctor José Ramón Arribas, jefe de la unidad de Aislamiento de Alto Nivel del centro madrileño. Desde 2015, la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica ha confirmado 325 casos, 12 en 2017, la mayoría importados, recoge Sanidad.

La maleta del viajero viene ahora llena de souvenirs y enfermedades

El dengue o la chikungunya, causado por dicho mosquito, son aún fiebres latentes. “Ha habido una explosión de enfermedades emergentes y reemergentes; se necesitan fondos para su estudio porque aún somos vulnerables a las pandemias”, señala el doctor Arribas.

Así, tras cumplirse un siglo de la gripe más mortífera, la influenza H1N1 de 1918, con 50 millones de muertos, todavía se lucha contra esta infección respiratoria por su capacidad de adaptación y resistencia desarrollada a través del tiempo. “Debemos modificar la vacuna cada dos o tres años por la mutación de la enfermedad”, sugiere Tomás Pumarola, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona.

Los antivacunas

Los especialistas apuntan con preocupación a los movimientos antivacunas, que están detrás del resurgimiento del sarampión en Europa (145.000 casos en 2017). El doctor José María Arteagoitia, jefe del Servicio de Vigilancia y Promoción de Salud de la Consejería de Sanidad vasca, cree imprescindible alcanzar coberturas del 95%, que equivale a completar las dos dosis de la vacuna, y reforzar la de los nacidos en los ochenta.

El ébola reapareció este año en la República Democrática del Congo y aún no está controlado, de ahí que los temores a otra propagación global persistan. En general, España está prácticamente expuesta a todas.

Hechos relevantes

Virus mortales. Entre 1918 y 2013 la humanidad ha sufrido 14 enfermedades víricas pandémicas, de las que destacan la gripe de 1918, con 50 millones de muertos; el sida, 30 millones; la influenza H3N2 de Hong Kong en 1968, 700.000, y la H2N2 de 1957-1958, 100.000 decesos. La gripe es el virus que más se repite a lo largo de este periodo. 

Amenazas globales. La fiebre hemorrágica Crimea-Congo, el virus del ébola y de Marburgo, la fiebre de Lassa, el síndrome respiratorio por coronavirus y el agudo grave (SARS), el virus de Nipah, la fiebre del valle del Rift, el zika y la enfermedad X son las ocho patologías que necesitan mayor inversión en I+D ante la ausencia de fármacos y vacunas eficaces y su potencial de ocasionar una emergencia internacional de salud pública, alerta la Organización Mundial de la Salud.

Enfermedades de transmisión sexual. Los expertos avisan del aumento en los últimos cinco años de las enfermedades por transmisión sexual, sobre todo de la sífilis, gonorrea y clamidia, que se atribuye, según los epidemiólogos, a la relajación de las medidas de protección del individuo y autoridades, al chemsex (drogas y sexo combinados), tener múltiples parejas sin protección y por la resistencia a los antibióticos.

Hepatitis A. Es un ejemplo de patología reemergente. En Europa cobra relevancia la transmisión por vía sexual, fundamentalmente entre homosexuales, a diferencia de los países subdesarrollados donde se debe al agua contaminada, explica la doctora Ana Avellón, investigadora del Centro Nacional de Microbiología-Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda. En ambos casos, la concentración de personas y los movimientos de población contribuyen a la extensión y diseminación de los brotes, añade. Los mayores picos se registraron en España en verano-otoño de 2017 (superior a 2.600 casos, la que más de la UE), una crisis que se agudizó por el problema de suministro de vacunas. “No se puede considerar una enfermedad controlada, hay que intensificar la vacunación, principalmente en grupos de riesgo y propiciar sistemas ágiles de vigilancia”, sugiere.

Fuente: Cinco Días