Rara vez el cambio climático ocupa el espacio que le corresponde en el debate público, a pesar de las consecuencias catastróficas que puede suponer para el planeta. Y no es porque el riesgo no sea inminente. António Guterres, secretario general de la ONU, afirmaba recientemente que no es imposible limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, “pero requerirá de una acción climática colectiva y sin precedentes en todas las áreas. No hay tiempo que perder”. Las áreas de actuación son diversas y van desde sectores como el energético o el industrial a retos en la edificación y el transporte.

En este último punto, el reto es especialmente trascendente. El conductor medio de Los Ángeles sufrió 102 horas de atasco en 2017, según el INRIX Global Traffic Scorecard, un estudio que analiza y clasifica el impacto de la congestión del tráfico en el mundo. Más de cuatro días pasaron los californianos parados en carretera en apenas un año. Madrid ocupa el puesto 76 y se convierte en la primera ciudad española en el ranking, seguida por Cartagena las únicas entre las 100 primeras.

  • Contaminando al volante

Por supuesto, las consecuencias del repunte del tráfico en las ciudades tienen un impacto directo en el medio ambiente. El año pasado, 15 de las 24 estaciones de medición de contaminación del Ayuntamiento de Madrid superaron el límite anual de contaminación por dióxido de nitrógeno frente a las 9 que lo rebasaron en 2016.

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El papel que juegan las autoridades en la resolución de este problema es imprescindible, pero la sensación generalizada coincide en que su implicación no es suficiente. Los ciudadanos consideran que hay que hacer algo más. Siete de cada diez conductores madrileños piensan que las restricciones al tráfico en la capital, incluidas en el Plan de Calidad de Aire de la ciudad, no marcarán una diferencia considerable, según indica una encuesta del Observatorio Español de Conductores DUCIT elaborado por RACE.

  • A tapar la calle

La polémica que han levantado las restricciones al tráfico en la capital española tiene algo que ver con cierto arraigo cultural. Al fin y al cabo, las ciudades siguen dedicando entre el 20 y el 30% de su superficie al automóvil. El coche privado ostenta el dudoso honor de ser el medio de transporte que más espacio ocupa: pasa estacionado el 90% del tiempo, más de 20 horas al día, según datos de la Unión Internacional del Transporte Público, y la eficiencia de su uso es más que cuestionable: el promedio de ocupación de un vehículo es de 1,2 personas por trayecto.

Las ciudades dedican entre el 20 y el 30% de su superficie al automóvil, que pasa aparcado más de 20 horas al día

  • El camino hacia la sostenibilidad

El reto al que se enfrentan las ciudades es complejo, pero encuentra en la tecnología una interesante manera de abordarlo. La movilidad compartida plantea un escenario optimista, al promover soluciones de transporte con menos emisiones y menos gastos fijos para sus usuarios. No en vano se ha hablado de ella como el futuro de la movilidad urbana. Las iniciativas que siguen surgiendo en esta línea cuentan con el beneplácito de la Administración por promover soluciones sostenibles y por la eficiencia que demuestran en la gestión de sus flotas gracias a la inteligencia artificial y la analítica de datos.

Dentro de estos modelos, destacan los de moto sharing, quecontribuyen a descongestionar el tráfico urbano y a reducir la ocupación del espacio público. Cada vehículo compartido elimina entre 10 y 15 medios de transporte privados de las calles y su uso reduce hasta 7 veces los desplazamientos efectuados en la ciudad. La última en subirse al carro ha sido Acciona, que ha irrumpido en Madrid con más de 1.000 scooter eléctricas centralizadas a través de su plataforma Acciona Mobility y espera expandirse a otras ciudades españolas. La combinación del transporte público con este tipo de soluciones puede sentar las bases de un modelo de transporte más eficiente y sostenible.

Fuente: El País