La sala de usos múltiples de la escuela infantil Barriada Nueva Sevilla es un improvisado taller de pintura. Una veintena de niños y seis mayores realizan un mural como colofón a una semana en la que los más pequeños han descubierto los trazos de Murillo, Sorolla, Picasso y Van Gogh. El grupo impregna en óleos piezas de fruta y material reciclado y da rienda suelta a su creatividad. El resultado es una obra de arte hecha por dos generaciones que ejemplifica el espíritu de la cooperativa andaluza Macrosad, centrada en el sector sociosanitario y educativo. “Macrosad es sinónimo de intergeneracional. Eso nos hace ser únicos en el país. Esa ha sido, es y será nuestra propuesta de valor en los próximos 10 años”, asegura su director, Andrés Rodríguez. Con un crecimiento continuado desde sus inicios hace 25 años, la empresa facturó 33 millones de euros en 2018, un 28% más que en el ejercicio anterior.

En su apuesta por la innovación, Macrosad cuenta con el primer centro intergeneracional de España con niños de 0 a 3 años y personas mayores dependientes, un espacio cuyo diseño permite la convivencia entre los dos grupos a través de actividades y encuentros. “Este tipo de actividades permite que las personas mayores aumenten su autoestima, bienestar psicológico y social, previniendo situaciones de soledad en los mayores”, señala.

Según el INE, más de dos millones de personas de 65 años o más vivían solas en 2018; de ellas, un 71% eran mujeres. “A los más pequeños les permiten mantener un conocimiento cercano y positivo de la vejez en sus distintas etapas, incluso conocer con naturalidad la muerte, que, por cierto, en nuestro país es una asignatura pendiente”, añade. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), 13 de cada 100 personas de más de 65 años no tienen relación alguna con sus familiares más jóvenes, con los que no conviven, y el 62% no se relacionan con personas menores de 35 años que no sean familiares. “La conexión de los polos generacionales es mágica y genera un estado emocional de felicidad muy poderoso. Estamos hablando en el caso de las personas mayores que puedan llegar a vivir hasta 10 años más”, dice.

Macrosad, con sede en Mengíbar (Jaén), nació en 1994 de la mano de seis jóvenes que realizaban un curso de auxiliar de ayuda a domicilio dentro de las conocidas como escuelas taller. “Fueron unas 2.000 horas de estudio”, puntualiza Rodríguez, el único de los seis fundadores que continúa en la empresa. Su formación y un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Jaén fueron los cimientos de una cooperativa que hoy gestiona medio centenar de instalaciones en Andalucía entre escuelas infantiles, centros de atención infantil temprana y residencias y centros de día para personas mayores. El 90% de estos son públicos. “Los usuarios pagan una cuota según sus ingresos, y las Administraciones, el resto”, explica Rodríguez. Dentro de estos centros públicos también hay plazas privadas. “De cada modalidad de centro y servicio tenemos uno en propiedad. Son nuestros tubos de ensayo de los proyectos de innovación”, puntualiza.

Autonomía

En ellos se testan los avances que la compañía desarrolla con empresas y organizaciones investigadoras, localizadas en gran parte en los parques tecnológicos de Granada y de Jaén. “Hay muchas empresas que se dedican al cuidado de personas y niños, pero nosotros llevamos la cultura intergeneracional y la tecnología de manera aplicada, eso nos diferencia”, señala el responsable, quien explica que los avances dirigidos a los adultos buscan hacer sus vidas “más fáciles y autónomas”.

“Trabajamos para fomentar su autonomía personal y prevenir situaciones de dependencia a través del uso de la tecnología, como pueden ser los dispositivos wearables. Monitorizamos el comportamiento de los usuarios para encontrar una solución que les haga la vida más fácil en su entorno”, explica. Como ejemplo de esta innovación, Rodríguez señala que para personas que sufren hipertensión han diseñado unos dispositivos para la ropa que permiten detectar los cambios de la presión arterial. “Esos megadatos se trasladan a nuestro sistema y nos permiten interpretar esos cambios y buscar una solución. El objetivo principal es que la persona pueda mantener su autonomía, sea más fácil el autocuidado”, insiste. Rodríguez hace hincapié en la necesidad de que los avances tecnológicos se apliquen en los hogares. “Todo el mundo dice que quiere morir en su casa, por eso hay que apostar por dotarlas de tecnología, aunque es más difícil y costoso. También hay que tener en cuenta conceptos como la intimidad. Pero, sí, el futuro de estos cuidados es el hogar”, afirma.

Entre los retos, la cooperativa espera poner en marcha su primer centro para personas mayores 100% privado y la ampliación de otras dos residencias. “A ello se sumarán algunos servicios nuevos y mejorar nuestra eficiencia y nuestro equity”, apunta el director, que añade que aún deben emplear cuatro millones de euros para completar el ciclo inversor definido en su plan estratégico hasta 2020.

En el último año han abierto nueve centros públicos de atención a trastornos de desarrollo. “Principalmente son niños con trastornos en el habla, autistas…”, señala. Asimismo, trabajan en el salto a otras comunidades españolas. “La reflexión estratégica está en la mesa, incluso contamos con un diagnóstico grueso de mercados donde desarrollar nuestros productos. También fuera del país. Solo queda decidir cuándo. Pero queremos hacer un crecimiento inteligente y ordenado y seguramente no con la estructura actual. Esa sería la segunda incógnita que aún está por resolver”, apunta.

Fuente: El País