Cuando ING anunció el día 4 su acuerdo de 775 millones con los fiscales holandeses por infracciones persistentes de las normas anti-lavado de dinero (ALD), el banco insistió en que cualquier incumplimiento era colectivo y “no atribuible a personas individuales”. Una semana después, el jefe de finanzas, Koos Timmermans, es la principal víctima de un llamativo giro de 180 grados.
El cambio de opinión no restaura del todo su reputación perdida como uno de los buenos chicos de la banca europea, que creció al ser uno de los pocos prestamistas poscrisis en lograr rendimientos decentes y una lista de accionistas libre de Gobiernos. A su replanteamiento le ha empujado la presión de los accionistas y a la política.
El banco tampoco ha revelado si Timmermans tendrá que devolver bonus o sufrirá sanciones financieras. Y aunque fue responsable de la división nacional durante la mayor parte de la época que se investiga, 2010-16, además de ser el jefe de riesgos hasta finales de 2011, un verdadero autocastigo habría sido separarse de Ralph Hamers, CEO desde 2013. Después de todo, presidió alrededor de la mitad del período en el que, según los fiscales holandeses, ING infringió “estructuralmente y durante años” las leyes sobre prevención del dinero negro y financiación del terrorismo.
Sin embargo, el hecho de que los inversores estén ahora molestos es clave. Y Timmermans representa una de las salidas más importantes en un gran banco europeo por infringir las normas ALD. Deutsche Bank, también investigado por problemas ALD, simplemente pagó las multas y siguió adelante sin despedir a ningún directivo. Es fácil imaginar que los ejecutivos del Danske Bank danés, investigado por decenas de miles de millones en transacciones sospechosas en una filial del Báltico, dormirán menos tranquilos.
Podría decirse que así es como debería ser. Los críticos pueden reírse de cómo permitió ING, una de las fintech que más gastan de Europa, que las aparentemente obvias luces rojas del ALD pasaran de largo.
Pero el compliance en general, y el ALD en particular, todavía dependen del criterio humano. Los empleados de ING no se tomaron las advertencias ALD con la suficiente seriedad. Ahora la responsabilidad recae en los jefes, no solo en los talonarios de cheques de los bancos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.
Fuente: Cinco Días