Alejandra Alonso tiene 21 años, vive con sus padres y en octubre se va a Brighton (Reino Unido) a buscarse la vida. Cayetana Rubio, de 26, terminó sus estudios en Ingeniería Geológica en 2015 y no ha trabajado en nada relacionado con su carrera. Sau Hernández, de 24 años, volvió a Ecuador, su país de nacimiento, cuando llegó la crisis económica después de que sus padres emigraran a España en los años del boom. Todos ellos forman parte de la generación crisis. Jóvenes a los que el inicio de la recesión económica les tocó en sus años formativos. Se caracterizan porque son la generación más preparada académicamente, se enfrentan a un mercado laboral precarizado y cada vez se emancipan más tarde.

La crisis económica arrancó con la bancarrota del que era el cuarto banco de inversión en Estados Unidos, Lehman Brothers. En España, al terremoto financiero global se sumaron otros problemas, como la crisis del ladrillo o la deuda europea. Provocó un aumento del desempleo, mayor desigualdad económica entre ricos y pobres, sobrecualificación y la precarización del trabajo. Aunque no se trata de un grupo generacional real —por lo que es muy difícil de acotar— hay más de cinco millones de españoles de entre 20 y 30 años que no han conocido otro panorama diferente, y eso les ha marcado en la forma de plantearse el futuro.

Sin alternativas

En 2016 la mitad de los jóvenes recibía ayuda de sus padres. Hoy son ocho de cada diez

“La crisis ha afectado de manera muy poderosa a la juventud, es el colectivo al que más le ha tocado”, asegura el sociólogo Javier Elzo. Elzo calcula que al comienzo de la recesión había “aproximadamente un millón de jóvenes» entre 16 y 20 años sin formación; muchos cayeron en una desmotivación profunda. Antes de la crisis, sectores como el de la construcción estaban en boom y acogían a jóvenes que dejaban los estudios. “La escuela ha sido un refugio para la generación de la crisis cuando el trabajo pasó a ser precario”, explica. La tasa de abandono escolar entre personas de 18 y 24 años se situó en el 18,3% en España en 2017, según Eurostat. En 2008, la cifra era del 31,7%.

Perspectivas

Estévez: “Parece que ahora la precarización les va a acompañar en su vida adulta”

“Lo que fue muy significativo con la crisis es que se rompió el contrato social con las generaciones anteriores”, explica el vicepresidente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Ignacio Calderón. Pone como ejemplo el movimiento del 15M, para él, “un elemento emblemático de la transformación”. “A raíz de la crisis los jóvenes no quieren que los adultos les tutelen porque sienten que han seguido las reglas del juego y a cambio esperaban encontrarse un mundo que les permitiera construir su futuro. Eso les estalló en la cara”, comenta. La FAD asegura que lo importante es formar jóvenes capaces de vivir “en situaciones de dificultad”. “No estamos en una sociedad con cambios, estamos en un cambio de sociedad. Se está construyendo un nuevo modelo y los jóvenes tienen que participar”.

Precarización del empleo

Para Jorge Estévez, doctorando en la Universidad Autónoma de Madrid en cuestiones laborales, de ciudadanía y juventud, una de las características de la generación de la crisis es que “ha naturalizado una forma de entender las relaciones laborales, la precarización y la falta de estabilidad”. Según Eurostat, en 2017 el 73,3% de los jóvenes con trabajo tenía un contrato temporal en España, mientras que la media de la Unión Europea era de 43,9%. En 2008, la tasa española era del 59,2%, mientras que la de la UE también estaba por debajo, en el 40%. “Esta generación tiene claro que va a vivir peor que sus padres. Antes tener peores condiciones era algo temporal en la juventud, ahora parece que la precarización les va a acompañar también en la vida adulta”, afirma.

Además, el sueldo medio bruto al mes de los jóvenes en 2016 era de 1.029,3 euros, 848 por debajo de la media. En 2008, esta diferencia era de 600 euros, y el salario bruto medio de estos grupos de edad se situaba en 1.173,6, según el INE. De hecho, el 79,1% de los jóvenes recibía ayuda económica de sus padres en 2016. En 2008 esta cifra era del 52,1%, según datos de Injuve. Para el sociólogo también se naturalizan otros rasgos, como el aumento de la edad media para independizarse y nuevas tendencias de hacerlo, como los pisos compartidos. Los jóvenes españoles se emancipan de media con 29 años, según datos de Eurostat, tres años después que la media europea.

Sin embargo, para el sociólogo catedrático de la UNED Luis Garrido, la realidad de la generación de la crisis no es tan pesimista. Garrido asegura que los jóvenes “lo tienen mucho más fácil” que sus padres. “No es una generación perdida, las generaciones se recuperan. Los que no logran salir de las crisis son los que no cuentan con estudios”, comenta, y añade que los jóvenes “han hecho lo que tenían que hacer” al formarse durante más tiempo.

“Es una transformación completa. Un colectivo que estaba organizado para trabajar y no para estudiar se ha reorganizado”, aplaude Garrido. Según sus datos, en los años 2007-2008 el 45,7% de los jóvenes españoles entre 16 y 24 años estudiaban y no trabajaban. La cifra ha ido creciendo con la crisis hasta llegar al 63,2% en 2017-2018. El número de jóvenes que trabajaban y no estudiaban ha seguido la tendencia opuesta. Mientras que en 2007 y 2008 la cifra se situaba en el 32,5%, en 2017-2018 ha descendido hasta el 15,1%. El principal motivo por el que este catedrático argumenta que vivirán mejor, es porque “son muy pocos”. Además, explica que sus inmediatos antecesores que dejaron los estudios “son los que lo van a pasar mal”. “No se habían formado, son más y se han quedado sin trabajo después de planear su vida alrededor de él”, explica.

Los sociólogos coinciden en que la generación de la crisis cuenta con un elemento diferencial respecto a los anteriores: la implantación de las redes sociales. Para Jorge Estévez, además, hay una parte que está politizada. “Hay que entender el camino tecnológico. A lo mejor hay menos jóvenes afiliados a partidos políticos, pero la formas de movilización son distintas”, concluye. Según un informe de la Fundación S.M., los jóvenes entre 15 y 24 años ahora son más radicales en su ideología y más interesados en la política. Más del 40% cree en la participación política como forma de cambio social, mientras que en 2005 apenas superaba el 17%.

Fuente: El País