Si se olvida lo que salió mal en 2008, existe el riesgo de repetir errores. La esperanza es que si se vuelve a examinar la crisis, el más sólido sistema financiero que surgió a raíz de ella perdurará. Hay cinco problemas críticos, aún sin resolver, que se derivan de la respuesta a la crisis, en particular la decisión de los bancos centrales mundiales, encabezados por la Fed, de reducir drásticamente los tipos a cero. Además, están las burbujas financieras especulativas, la mala asignación generalizada de capital, el retorno del llamado carry trade, las finanzas tambaleantes de China y el aumento del populismo debido a la desigualdad de la riqueza.
La bancarrota de Lehman Brothers ofrece una lección sobre el poder destructivo de la arrogancia. Sus dirirgentes habían navegado con éxito varias crisis anteriores, lo cual generó un exceso de confianza que les llevó a ignorar sus propios principios de gestión de riesgos. El consenso actual es que los bancos son más estables, debido a que legisladores y reguladores exigen que posean más capital. Pero para los inversores de algunas de las empresas que salieron de la crisis cojeando, como AIG, es poco reconfortante.
La falta de confianza en los banqueros se extendió a economistas, políticos y medios. La crisis enseñó que el crecimiento excesivo del crédito es peligroso, pero dejó muchas preguntas sin respuesta: ¿Qué impulsa la inflación? ¿Son peligrosos o irrelevantes los grandes déficits comerciales? ¿Son los derivados y los hedge funds malos, irrelevantes o estabilizadores?
Las noticias no son tan sombrías. La compra de los prestamistas con problemas Washington Mutual y Wachovia transformó JPMorgan y Wells Fargo, respectivamente, en gigantes nacionales de la banca minorista. Y Santander engulló ventajosamente a los bancos británicos.
Además, por primera vez desde que comenzó la crisis de las hipotecas subprime, los bancos pequeños de EE UU están pagando casi la misma cantidad para financiar sus negocios que los de mayor tamaño, los que antes se consideraban demasiado grandes para quebrar. Es una prueba de que el mercado tiene confianza en que los reguladores podrían desarmar una gran institución financiera sin recurrir a un rescate financiado por los contribuyentes.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías.
Fuente: Cinco Días