Lleva 28 años en el negocio de la tecnología sanitaria, cuyo auge atribuye, pese a los recortes, al envejecimiento de la población y al alza de la cronicidad. Pedro Javier Jiménez (Jerez de la Frontera, 1965) es responsable de innovación en salud de la multinacional japonesa Fujitsu, líder en gestión de infraestructuras e innovación sanitaria en España, con cuatro factorías de software, en Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia, y tres centros de excelencia sectoriales: de justicia en Valencia, de banca en Barcelona y de sanidad en Sevilla. De ahí que sea, tras Japón (la matriz) y Finlandia, uno de sus tres mercados clave. Jiménez habla del sector, las herramientas en uso y los próximos lanzamientos de una empresa que factura 40.000 millones de dólares en el mundo –no ofreció datos desglosados–, presente en 100 países y con 150.000 empleados.

¿Cómo ve el negocio de la tecnología sanitaria en España?

Es un país interesante en el sector sanitario. Algunas comunidades autónomas están llevando a cabo iniciativas importantes en innovación y transformación digital. Desde hace muchos años, con la historia clínica electrónica, y ahora con la receta electrónica e interoperabilidad [integración de sistemas] entre comunidades, para que las tecnologías hablen, empezamos a vivir una era en la que se comparten los datos y funcionan soluciones que ayudan mucho al paciente.

¿Cuáles irrumpen en el mercado?

El internet de las cosas, la inteligencia artificial, analytics y la sensorización. Con esta última, hemos lanzado soluciones que ayudan al paciente y a los enfermos crónicos a la recuperación en su domicilio. Gracias a la tecnología, puede evolucionar su enfermedad sin consumir estancias hospitalarias, como el Sistema de Monitorización Remoto (RMS), que recoge, a partir de sensores de sonido o temperatura, el ambiente de un hogar o habitación, y si hay una conducta inusual, salta una alerta que avisa al sistema clínico para su atención.

¿Qué novedades se esperan en el área de diagnósticos?

Hay iniciativas en codificación diagnóstica, a partir de algoritmos y analítica de datos, que facilitan al clínico dar un diagnóstico certero y lo más prematuro posible.

Las nuevas tecnologías están ayudando, pese a los recortes, a atender a más pacientes y a hacer frente a la cronicidad y longevidad

 ¿Cómo va España en esta materia?

En España hay un problema de presupuestos. La inversión en sanidad y en nuevas tecnologías está por debajo de la media europea. Pese a ello, se está invirtiendo en I+D, como Fujitsu, que mantiene una inversión del 5% de su facturación anual global, de 40.000 millones de dólares, y que equivale a 6 millones diarios. La causa de estas nuevas tecnologías es la tendencia demográfica. El número y la concentración de envejecidos en grandes urbes hace que el sistema sanitario requiera una transformación. Estas tecnologías están ayudando, pese al recorte económico, a atender a los pacientes longevos, que van en aumento, y a más problemas de cronicidad.

¿Ha calculado el ahorro que supone la tecnología para el sistema?

En sanidad también aplicamos el retorno de la inversión, pero se hace más necesario que nunca que hablemos de la conveniencia. Esto va más allá de costes, se trata de la calidad de vida de las personas. El valor de la innovación en sanidad está en buscar la comodidad del ciudadano. Con la solución mListable, de seguimiento clínico para procesos de cirugía mayor ambulatoria y pruebas diagnósticas, hemos calculado que en un hospital de unas 300 camas, el coste de las cancelaciones en quirófano, en torno al 5% en España, ronda los 300.000 euros anuales, sin contar intangibles.

¿A qué áreas serán dirigidas?

La primordial, la cronicidad, dado que la esperanza de vida es creciente y la prevalencia de enfermedades como la hipertensión va a ser mayor.

Mantenemos alianzas con el Servicio Andaluz de Salud, nuestro cliente principal, y el Servicio Madrileño de Salud

¿Con quién mantiene alianzas en España?

Con el Servicio Andaluz de Salud (SAS), uno de nuestros clientes principales, donde gestionamos las infraestructuras y servicios a su alrededor, nuestro negocio tradicional. Hablamos de centros de datos; puestos de trabajo –en España gestionamos más de 250.000–; servicios de soporte y mantenimiento; reposición, e incidencias. También con el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) y la Administración pública.

¿Y en hospitales?

Hemos instalado en el Hospital Clínico San Carlos, en el área de salud mental, la solución Hikari, luz en japonés, que ha hecho predicciones sobre qué va a pasar con estos pacientes respecto al riesgo de suicidios, consumo de estupefacientes, asistencia a urgencias; el acierto ha sido superior al 85%. En los hospitales de Medina del Campo hemos implantado una etiqueta de radiofrecuencia (RFID) para la trazabilidad textil y que se usa también para la localización de pacientes en quirófanos o urgencias. En el Hospital Reina Sofía hemos hecho un piloto con mListable en oftalmología. Y en sanidad privada estamos desarrollando proyectos de inteligencia artificial con aseguradoras tanto en la parte clínica, recomendaciones de diagnósticos, como de negocio, para que las pólizas se paguen en función de la historia clínica del paciente, tomando en cuenta su mapa genómico y las predicciones de salud futuras. Esto va a requerir una regulación administrativa. Es lo que viene, los tratamientos personalizados, y aquellos de talla única van a desaparecer.

El tema de la privacidad, ¿cómo se resuelve?

Con regulación, como hemos hecho con la nueva ley de protección de datos, que ahora es mucho más estricta. 

Vista de Robopín. Vista de Robopín.

¿Qué tecnologías sanitarias se han desarrollado en Japón y llegarán luego a España?

En Japón, Finlandia y España es donde más soluciones sanitarias desarrollamos y, evidentemente, las compartimos. En Finlandia se ha desarrollado una app que predice la diabetes en el embarazo, y vendrá a España. Hemos traído desde Japón a Robopín, en conversaciones para su uso, para acompañar a pacientes en su recuperación, responde a caricias y se ha probado en niños. Hemos presentado recientemente el ordenador más pequeño del mundo (inferior a un grano de arroz), fabricado en EE UU en colaboración con una universidad. Con un sensor de temperatura, se comunica, recibe la información y la emite con rayos de luz visible. Se sospecha que las células cancerígenas viven a diferentes temperaturas respecto de las sanas. Este microordenador, que puede ser insertado o ingerido, va a detectar o confirmar si estas sospechas son ciertas, y el cáncer podrá diagnosticarse de forma muy prematura.

Fuente: Cinco Días