El Partido Laborista británico ha presentado un plan superficialmente atractivo para transferir riqueza de las empresas al pueblo… o más bien al Gobierno. El lunes presentó un plan para obligar a las empresas a entregar una décima parte de sus acciones a los empleado. Suena como una forma benigna de socialismo. En la práctica, es una subida de impuestos.

Los defensores del libre mercado llevan mucho tiempo apoyando que los empleados sean dueños de una parte de las compañías. Motiva a los trabajadores a mejorar el valor de la empresa, lo que puede aumentar su productividad. En Gran Bretaña, los conservadores llevan décadas promoviendo una ampliación de la base accionarial de las empresas. Muchas ofrecen incentivos basados en acciones, o permiten que los empleados las compren con descuento.

A primera vista, el plan laborista parece otro paso en esa dirección. Requeriría que las empresas transfirieran cada año el 1% de su capital a un “Fondo de Propiedad Inclusiva” hasta que alcanzara el 10%. El fondo distribuiría entre los empleados los dividendos que recibiera, aunque con un tope de 500 libras (558 euros) al año para cada uno. Los laboristas también quieren reservar un tercio de los puestos del consejo para los trabajadores.

Como medio para repartir la riqueza, sin embargo, la idea es errónea. Véase una gran empresa con sede en Reino Unido como Lloyds. Se espera que pague 2.600 millones de euros en dividendos este año. Según el plan laborista, una décima parte se destinaría al fondo para los trabajadores. Pero limitar los dividendos a 500 libras por persona significa que los 67.900 empleados del banco recibirían solo 38 millones de euros en total. El superávit se canalizaría hacia un fondo nacional que se utilizaría para lo que los laboristas llaman “reparto y redistribución de riesgos”. Eso equivale a cerca del 11% de lo que Lloyds pagó en sociedades el año pasado.

Dar a los trabajadores una mayor participación en la riqueza empresarial es una idea que tanto los capitalistas como los socialistas pueden apoyar. Pero el enfoque cosméticamente atractivo del laborismo no es la manera correcta de lograrlo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días