El Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta de que la tasa de paro de España podría quedarse estancada en el entorno del 14%, según se desprende de sus proyecciones de primavera publicadas este martes. En medio de la ralentización generalizada en la zona euro, la institución solo rebaja una décima el crecimiento de la economía española para este año hasta el 2,1%, una décima menos de lo que prevén el Gobierno y el Banco de España. Y para 2020 la sitúa en el 1,9%. Con estos crecimientos, todavía por encima de los pronosticados para la media de la eurozona, cabría pensar que el desempleo bajaría más. Sin embargo, el organismo que dirige Christine Lagarde considera que ya casi se ha tocado suelo. El paro bajará del 15,3% al 14,2% este año. Pero al siguiente se quedará prácticamente igual: en el 14,1%. Después de seis años reduciendo el desempleo, los avances se detendrán.
MÁS INFORMACIÓN
Estas cifras contrastan con la mayoría de las previsiones nacionales. Por ejemplo, el Banco de España espera que el paro descienda al 14,2% en 2019; el 13,2% en 2020 y el 12,3% en 2021. Y BBVA Research cree que disminuirá hasta el 13,9% en 2019 y el 12,8% en 2020. Y eso lo prevén con unas previsiones de crecimiento muy parecidas a las del FMI.
Semejantes diferencias se deben fundamentalmente a tres razones. Por un lado, el Fondo prevé un incremento de la población en línea con la que ya ha sucedido en 2018 y con las que proyecta en los próximos años el INE. Además, el FMI cree que aumentará la tasa de participación, es decir, que más gente se pondrá a buscar un trabajo. Al haber por estos dos motivos más personas en el mercado laboral, aunque se cree empleo la tasa de paro permanecerá prácticamente estancada. Y un tercer motivo que asume el Fondo es que el paro ya se encuentra en España por debajo de su media histórica, la llamada tasa natural de desempleo. Y una vez la economía se encuentra por debajo de esa tasa, la creación de empleo tiende a ralentizarse.
El Fondo matiza, no obstante, que siempre resulta muy difícil hacer estos cálculos en una economía que ha experimentado cambios estructurales. En cualquier caso, el dato representa una seria advertencia sobre la necesidad de hacer más reformas en el mercado laboral si de verdad se quiere resolver el endémico mal del paro.
Pese a que se trata de unas previsiones globales, el FMI señala particularmente a España en varios puntos. En uno de ellos insiste en la necesidad de disciplina fiscal para poder afrontar las vacas flacas: «En algunos países (Francia, Italia, España), deberían reconstruirse gradualmente colchones fiscales para evitar espirales adversas que se retroalimentan entre el riesgo soberano y los bancos y para asegurar la estabilidad financiera», sostiene la institución con sede en Washington.
Y en otro de ellos ataca de nuevo por el mercado laboral y la excesiva polarización entre trabajadores indefinidos y temporales: «En España, los esfuerzos para reducir la dualidad del mercado de trabajo apoyarían la creación de empleo e incentivarían la inversión», reza el informe del Fondo.
Tras un discurso de la semana pasada, en una ronda de preguntas, Lagarde apuntó que los países tenían que hacer mucho más para mejorar la fuerza laboral. Aunque en muchos el desempleo estaba en mínimos, en algunos del sur de Europa seguían presentando unos niveles altísimos. E incluso podrían estar alcanzando su nivel de paro estructural, sentenció. Por ese motivo, la directora del Fondo subrayó que hay que hacer mucho más para formar a los trabajadores y prepararlos de cara a un futuro en el que, por ejemplo, la demanda de conocimientos en inteligencia artificial se disparará.
Que Lagarde dijese que se han tocado niveles de paro estructural no es baladí. Significa que a partir de ahora esos países podrían estar incurriendo en algún desequilibrio macroeconómico para reducir los niveles de desempleo. Ahora mismo el gasto público está impulsando la economía española a cambio de generar deuda. Las familias en 2018 gastaron en invirtieron por encima de lo que ingresaron por segundo año consecutivo. Y el superávit con el exterior se ha deteriorado con suma velocidad. Este es necesario para poder recortar la elevada deuda externa y es un termómetro de si se está alimentando otra burbuja. De momento, no hay problemas en tanto que gracias a los excedentes de las empresas continúa en un holgado 1,5% del PIB, unos 17.600 millones. Y el FMI prevé que se mantenga en el 0,8% del PIB en los próximos años. Es decir, según sus previsiones, la economía española no incurrirá en mayores desequilibrios externos pero tampoco bajará el paro. Es más, elogia a España porque prevé que rebaje significativamente la deuda externa neta, una de las mayores del mundo.
«Se espera que un grupo de países deudores de la zona euro, incluyendo Italia y España, mejoren su posición deudora neta con el exterior en más de 25 puntos básicos de su PIB en conjunto. Para 2024, su posición de endeudamiento neto rondaría el 32% de su PIB, la mitad que una década antes», dice. Una vez se restan los activos que tiene España en el exterior, la deuda externa se situó al cierre de 2018 en el 77% del PIB, bastante por debajo de los máximos que se registraron en junio de 2014 al rozar el 100% del PIB.
Fuente: El País