La economía de Estados Unidos tuvo un rendimiento particularmente bueno durante el segundo trimestre. La primera estimación indica que se expandió a una tasa anualizada del 4,1%. Es el ritmo más alto en casi cuatro años. Pero la gran pregunta es si puede sostenerse por encima del 3%, como promete el presidente Donald Trump, o se moderará a un nivel más próximo a su potencial, del 2,5%, ya que parte del impulso se atribuye a las exportaciones de soja en anticipación al arancel chino.

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El repunte es sólido frente al 2,2% de los tres primeros meses del año y se conoce a solo tres meses de las legislativas. En los tres trimestres anteriores ya rondó el 3% que vislumbra el mandatario republicano y que necesita para generar los ingresos con los que costear las medidas de su plan económico, como la rebaja de impuestos. El mejor trimestre hasta ahora en la recuperación tras la crisis fue el tercero de 2014, cuando se creció un 4,9%.

El consumo privado, que representa dos terceras partes de la economía, se refuerza al crecer un 4% desde un anémico 0,9% en el arranque de 2018. Es un ritmo superior a la tendencia media del 2,6% de los últimos años y que el presidente puede atribuir a sus incentivos fiscales. Un mercado laboral en pleno empleo, el alza de los salarios, los recortes de impuestos y el repunte de la confianza dan sustento. La inversión empresarial lo hizo un 7,3%, se modera frente al 11% del primero.

La solidez del indicador está dentro del nivel de tolerancia de la Reserva Federal, que tiene previsto reunirse la próxima semana. Lo que se espera es que deje intactos los tipos de interés entre el 1,75% y el 2%, donde están desde junio tras siete incrementos desde diciembre de 2015. Trump comentó públicamente días atrás que no está contento con esta progresión en el precio del dinero, pese a que al mismo tiempo dice que la economía va mejor que nunca.

«El ritmo es increíble», valoró el presidente, «somos la envidia económica del mundo». En la víspera ya dijo que estaría contento con un crecimiento próximo al 4%. El consenso de Wall Street anticipaba un ritmo próximo al 4,4%. Trump, acompañado por su equipo económico, dijo que EE UU va camino de lograr en 2018 el nivel más alto de crecimiento en 13 años. «Será superior al 3%», auguró, «y si se mantiene la economía duplicará su tamaño en 10 años».

El estímulo de la soja

Se espera es que la Fed proceda a dos incrementos más de un cuarto de punto este año, en septiembre y en diciembre tras las elecciones a medio mandato. La retórica del republicano, por tanto, no deja margen ahora al equipo que dirige Jerome Powell para seguir con el plan de retirada gradual de los estímulos para evitar un recalentamiento de la economía y demostrar al mismo tiempo que no se deja influir por presiones políticas.

El sólido dato de crecimiento se publica coincidiendo con una actitud más agresiva de Trump en el ámbito del comercio. El alza de los costes por los aranceles y la apreciación del dólar están obligando a las grandes multinacionales a revisar a la baja sus proyecciones de negocio. Powell dice, sin embargo, que es pronto para decir el impacto que tendrá el proteccionismo en el conjunto de la economía.

Hay, sin embargo, elementos del indicador que reflejan los efectos de la guerra comercial aunque en el sentido inverso. Las exportaciones crecieron un 9,3% porque se aceleraron los envíos de soja hacia China anticipando la entrada en vigor del arancel a los productos agrícolas de EE UU como medida de retorsión. Ese efecto positivo del lado de las exportaciones, que se estima aportó más de un punto al producto interior bruto, por tanto, es artificial.

El mismo impulso temporal pudo tenerlo en otras categorías como la maquinaria. Harley-Davidson indicó al presentar esta semana sus resultados que en los meses pasados elevó los inventarios de motocicletas que exporta a Europa antes de la entrada en vigor de los aranceles, para esquivarlos. El riesgo mirando más adelante es que al final se queden sin vender, porque hará de lastre. Trump insiste que logrará acuerdos que sostendrán el crecimiento.

Fuente: El País