La economía global se encuentra en un cruce de caminos por múltiples factores, como la competencia agresiva de China, la inestabilidad política generada por los populismos, la escalada de la deuda en los países emergentes y la tensión derivada de las acciones proteccionistas de Estados Unidos. Ante este escenario, los participantes en el foro económico organizado por EL PAÍS y la Cámara de Comercio de Estados Unidos y España abogaron por que se aplaquen estas fuerzas por la vía de la cooperación y del multilateralismo.

El nacionalismo económico de Donald Trump preocupa a los representantes del mundo financiero, de la empresa y a los analistas. Carlos Gutiérrez, exsecretario de Comercio con el republicano George Bush ha afirmado que es una política «que nos lleva por la mala dirección”. También criticó que “humille” de manera permanente al adversario, en referencia al enfrentamiento “personal” que tiene con Canadá por la renovación del acuerdo de librecambio norteamericano.

Pero a Gutiérrez le irrita especialmente que la nueva Administración vincule la geopolítica con el comercio. “Es algo que hay que evitar en la medida de lo posible”, ha insistido, “ni si quiera se debe plantear como táctica de política exterior”. Y, además, ha cuestionado que se utilice el déficit para justificar los aranceles. “La última vez que nuestro déficit cayó fue durante la crisis por la caída de la actividad económica”, ha recordado, “ahora sube porque el crecimiento es robusto”.

David O´Sullivan, embajador de la Unión Europea en Washington, cree que es necesario mirar más allá de estás batallas y considera que se debe empezar a perfilar qué modelo se quiere para que la Organización Mundial de Comercio (OMC) siga siendo el principal marco para regular los intercambios. “La reforma es necesaria”, ha reiterado, “porque la naturaleza del comercio ha cambiado”. Los problemas creados por el modelo chino, añade, “no están contemplados”.

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Admite que en el caso de la UE existe un déficit que le es favorable en el comercio de bienes. Pero si se tiene en cuenta los intercambios en servicios y la inversión, “la relación es equilibrada y beneficia a las dos partes”. O´Sullivan asegura que la prioridad de Bruselas es preservar una interacción que califica de “masivamente beneficiosa” para las dos partes, por eso se declaró completamente comprometido con el proceso de negociación abierto. “Soy optimista”, ha afirmado.

La tensión derivada de la “gran batalla” de EE UU con China continuará hasta pasadas las legislativas e incluso presidenciales, anticiparon los participantes en el foro. Y, aunque como ha señalado Gutiérrez, los gobiernos cambian, advirtió que llevará tiempo “recomponer las piezas”. El gran riesgo, señalaron, es esta confrontación acabe forzando a China a ceder y se descuelgue del sistema multilateral.

El evento, patrocinado por Iberia, BBVA, Telefónica, PwC y Baker McKenzie, en el que intervinieron representantes de Telefónica y Johnson & Johnson, se celebró a un par de manzanas de la antigua sede de Lehman Brothers, el banco que hace diez años detonó la mayor crisis financiera desde la Gran Recesión. El análisis es que la economía global seguirá creciendo pese a estas tensiones. Pero aunque no se ven riesgos de una recesión a corto plazo, los nubarrones cada vez más oscuros.

“La próxima crisis se acerca”, advirtió Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, “es un hecho”. Anticipa que esta vez llegará por vía de los países emergentes. Los países más vulnerables en el escenario actual, añadió Lisa Schineller, de la agencia de calificación Standard & Poor´s, son los que están más apalancados por la deuda y las pequeñas economías más abiertas. El alza de tipos de interés y los aranceles les pueden golpear más fuerte.

Antoni Estevadeordal, del Banco Interamericano de Desarrollo, ha advertido que en este momento la gran pregunta es qué va a pasar con el sistema actual de comercio y entender que papel va a jugar Estados Unidos, la Unión Europea y, sobre todo, China en la nueva arquitectura. “Los pequeños acuerdos”, indicó en referencia la fragmentación comercial que dominan en América Latina, “no serán efectivos y perderán relevancia” en esta nueva realidad.

Por eso ha defendido una región comercialmente “más integrada” para soportar mejor futuros choques y el impacto de una guerra comercial a gran escala. “Ahora es el momento de hacerlo realidad”, reiteró. Es una reflexión que comparte Lourdes Casanova, directora del Instituto de Mercados Emergentes. Puso como ejemplo México. Es la que más brilla entre las grandes economías de la región. “Pero su economía mira al norte y no tira tanto del resto de América”, señaló.

El gran elefante en la cacharrería, como señala Lourdes Casanova, es China. La tremenda influencia que sus empresas están ganando en la escena global la ve como un factor que está llevando a EE UU a reaccionar de esta manera tan agresiva en comercio. “Es más serio de lo que esperaban”, ha afirmado, refiriéndose a la competencia que imponen de lado de la innovación y de precios en sectores como la energía y las telecomunicaciones. También cree que “los buenos tiempos de las empresas europeas en América Latina se acabaron” por China.

Ignacio de la Torre cree que el efecto de una guerra comercial entre EE UU y China será indirecto y limitado para España. Pero si la situación en los países emergentes va a peor, podría notarse. Pese a la incertidumbre global y a la moderación que muestran los indicadores desde hace unos meses, considera que la economía española está en mejores condiciones para soportar golpes externos que antes de la crisis. “España crece de una forma saludable. No es adicta a la deuda, tiene una balanza de pagos positiva y no hay burbuja de activos”.

Fuente: El País