La idea tiene lógica: si una vaca recibe los mejores cuidados, una buena alimentación, si se vigila su descanso y cómo se relaciona con otros ejemplares de su especie, la leche que produzca será de gran calidad. Una vaca sana da una leche sana. Félix Díez Fariza es veterinario y responsable de Bienestar Animal de Calidad Pascual: “El cariño de nuestros ganaderos con cada vaca y nuestro compromiso por garantizar el bienestar de todos los animales produce una sinergia que se nota en la leche”. Calidad Pascual es el único gran fabricante de España que cuenta con el sello de Bienestar Animal de AENOR, desarrollado bajo el programa europeo Welfare Quality.

Esta idea tan lógica no es tan fácil de comprobar: “Las calidades del producto mejoran cuanto mejor está el animal, pero es complicado que el consumidor lo perciba directamente, por ejemplo, en algunos parámetros del valor nutricional”, añade Díez Fariza. Existen, sin embargo, elementos que permiten demostrar que una mayor atención a las vacas se traduce directamente en la leche que producen.

La alimentación es uno de los factores clave. Con lo que comen y beben las vacas es con lo que fabrican su leche. “No se les puede dar alimentos en mal estado porque eso puede producir enfermedades que cambien la composición del líquido que producen. Lo adecuado es que se nutran con raciones equilibradas y mezcladas. El alimento que ingieren influye en el porcentaje de grasa o proteína de la leche”, indica Díez. La doctora Isabelle Veissier, responsable de la Unidad de Investigación de Herbívoros en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas francés (INRA), incide en este concepto: “Una correcta alimentación deriva en que la leche tenga menos ácidos grasos saturados (la grasa mala) y más insaturados (la buena)”. En Fuentespina (Burgos), una de las granjas de Calidad Pascual, con 350 reses, se suministra un pienso natural mezclado con distintos cereales y materias primas de la zona, como el silo de maíz y diferentes tipos de forraje. El modelo de cuidado de Fuentespina es el que se aplica en todas las vaquerías de Pascual, donde viven unos 90.000 animales.

Más vale prevenir

Para dar la mejor leche, las vacas también deben disponer siempre de agua. “Normalmente una vaca consume entre 100 y 150 litros de agua al día. El agua es el ingrediente principal de la leche. Un suministro bajo o de mala calidad alteraría su nivel de producción” y su salud, desarrolla Félix Díez. Las reses disponen de bebederos permanentemente abastecidos en Fuentespina y el resto de granjas de Calidad Pascual.

Cuidar la salud de las vacas también es determinante. Y vale más prevenir. “La leche de un animal enfermo directamente es desechada para el consumo humano”, expone la doctora Veissier. Si la vaca ha enfermado y se ha curado, su leche también se ve afectada. “La dolencia puede provocar daños en la ubre y alteraciones en la leche. El producto se degradará más rápido y perderá aportación nutritiva”, explica Félix Díez. La mastitis es la principal infección de las vacas, y afecta directamente a la ubre. “Para prevenirla cuidamos el alojamiento con camas de carbonato de cal, y aplicamos un producto durante la rutina de ordeño que evita las irritaciones y protege la piel y el canal del pezón”, cuenta el responsable de Calidad Pascual. La higiene evita el aumento de bacterias que degraden la leche.

Las vacas son seres sociales y su comportamiento también puede llegar a afectar a la composición del líquido que producen. Por ejemplo, si hay pelea entre ellas. “Si las vacas luchan se pueden herir, y al tratar las lesiones aumenta el riesgo de presencia de medicamentos en la leche”, sostiene Isabelle Veissier.

La obtención del sello de Bienestar Animal para todas las granjas de Calidad Pascual certifica que en ellas se cumplen cuatro grandes premisas para las vacas: buena alimentación, un alojamiento adecuado, el cuidado de su salud y un comportamiento del animal que encaja con el habitual en su especie. Vigilar esos parámetros influye en la calidad de la leche, pero no solo eso. Como sentencia Isabelle Veissier, “el mayor impacto está en la calidad ética de la leche: el bienestar animal es nuestra responsabilidad”.

A tener en cuenta

Sentidos

El olor, sabor o aspecto indican la calidad. “Las bacterias degradan la leche y eso genera efectos sensibles”, dice Félix Díez, responsable de Bienestar Animal de Calidad Pascual.

Certificados

Busca sellos de calidad con los que las marcas se sometan a auditorías externas. Calidad Pascual garantiza así el bienestar de sus vacas.

Distancia

La leche procedente de otros territorios tarda más en llegar al consumidor final, y en ese proceso pierde calidad al irse degradando con el tiempo.

Tiempo

Del ordeño al envasado debe pasar el menor tiempo posible. “Nosotros recogemos la leche cada día para preservar su frescura“, cuenta Félix Díez.

Esta noticia, patrocinada por Calidad Pascual, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

Fuente: El País