La contratación de Andrea Orcel por parte del Banco Santander ha despertado los fantasmas de ABN Amor. Hace exactamente una década desde que la compra hostil y a tres bandas del banco holandés fracasó, arrastrando a Royal Bank of Scotland y Fortis. Ahora la entidad español, que escapó de la debacle prácticamente ilesa, ha reclutado al banquero que ayudó a confeccionar el plan como consejero delegado. Para la presidenta Ana Botín, es una muestra del poder de las relaciones personales.
Orcel es una opción extraña para dirigir el mayor banco español por activos. El italiano responsable de la banca de inversión de UBS carece de experiencia directa en el segmento minorista. No obstante, Orcel, de 55 años, ha asesorado al Santander durante 20 años, trabajando de la mano con Ana Botín y con su padre, Emilio.
Cambiar Zúrich por Madrid tiene sentido para Orcel, que no tenía muchas papeletas para llegar a lo más alto en UBS: Sergio Ermotti, consejero delegado, no tiene planeada su salida. Y colocar a un banquero de inversión al cargo de una institución que ha pasado buena parte de los últimos años reduciendo su negocio al por mayor podría enviar una señal errónea a inversores y clientes.
Para Santander, el nombramiento no presagia un mayor empuje en el negocio de banca de inversión. Un ratio de capital Tier 1 del 10,8% da poco margen a la asunción de mayores riesgos. De hecho, Santander justifica su escaso colchón con el argumento de que su diversificación geográfica le aporta beneficios predecibles –aburridos según algunos.
Una de las primeras tareas de Orcel será encontrar vías para elevar la rentabilidad sobre fondos propios, un respetable pero poco espectacular 10,4% el año pasado. Expandir las plataformas digitales para pulir costes y elevar los ingresos será la clave. Los directivos de Santander deben irse preparando para llamadas tempranas y correos electrónicos a medianoche.
En la historia de banqueros de inversión gestionando grandes prestamistas al por menor hay de todo. Orcel espera repetir el éxito del antiguo responsable de HSBC Stuart Gulliver, en lugar de sufrir el destino de Bob Diamond, expulsado de Barclays por el escándalo de la manipulación del Libor. Con Ana Botín firmemente al cargo, el alcance de eventuales contratiempos está limitado. Y si ella decide embarcarse en otra gran fusión internacional, su asesor favorito estará en la puerta de al lado.
Fuente: Cinco Días