Desde finales de 2007, el coeficiente de solvencia de la banca de la UE ha aumentado 8,4 puntos porcentuales (pp), hasta situarse en el 18,7%, según datos del BCE. Este enorme esfuerzo de capitalización supone que hoy día la banca europea está en muchas mejores condiciones que antes de la crisis para afrontar un escenario adverso, incluso ante un shock tan duro como el que contempla el test de estrés que acaba de realizar la EBA.

Si bien el examen realizado ni se aprueba ni se suspende (ya que no hay nota de corte), da una información muy valiosa, como es cuánto cae la solvencia de un banco (en términos del coeficiente de capital de calidad denominado CET1) en el escenario adverso, además de ofrecer información detallada banco a banco en un ejercicio de transparencia que somete a las entidades a la disciplina del mercado.

El escenario adverso contemplado, de materializarse, supondría una auténtica hecatombe en las condiciones económicas y financieras en las que se desarrolla el negocio de la banca europea: una caída acumulada del PIB de 2018 a 2020 del 8,3% respecto al escenario base; una tasa de paro en 2020 3,3 pp por encima de la esperada; una caída (deflación) acumulada del IPC del 3,5%; un desplome del precio de los activos inmobiliarios del 27,7% en esos tres años; una caída media anual de la bolsa del 26%; y un tipo de interés a largo plazo en 2020 80 puntos básicos (pb) por encima del escenario base. Son condiciones muy duras, a excepción de la última, donde, por ejemplo, se contempla en el escenario adverso una prima de riesgo en Italia de 220 puntos básicos, cuando ahora mismo ya está por encima de los 300.

Los resultados del test de estrés son satisfactorios, ya que el coeficiente CET1 de los 48 bancos de la UE examinados supera el 5,5% en el escenario adverso, umbral que suele fijarse como como referencia. Afrontar ese escenario supondría una caída de 4,1 pp de ese coeficiente, hasta el 10,3%. Este nivel de solvencia supera al obtenido en el test de estrés anterior de 2016, lo que es una buena noticia máxime teniendo en cuenta que el escenario macroeconómico del último examen ha sido más duro.

En el caso de los cuatros bancos españoles examinados (Santander, BBVA, Sabadell y Caixabank), el test ha demostrado que están en buenas condiciones para afrontar el duro examen al que se les ha sometido: una caída acumulada del PIB del 7% (respecto al escenario base); una inflación acumulada de solo el 1,3% (3,1 pp menos de lo esperado); una tasa de paro que escalaría hasta del 15,4% en 2020; una caída acumulada del precio de los inmuebles del 14,3% hasta 2020 (25,8 pp por debajo del escenario base); un desplome de la bolsa anual del 30% en esos tres años; y una prima de riesgo en 2020 respecto al bono alemán de 200 pb (el doble respecto al escenario base). Los cuatros tienen gran capacidad de resistir un shock adverso, si bien el Sabadell con algo menos de holgura. En concreto, tras el tsunami macroeconómico, la ratio CET1 en 2020 se situaría en el 9,7% en el Santander, 9,3% en el BBVA, 9,1% en Caixabank y 8,4% en el Sabadell. En cualquier caso, es una gran noticia que la caída promedio del CET1 sea menor en la banca española que en la de la UE.

Es lógico que los bancos españoles hayan sacado buena nota ya que desde el inicio de la crisis han aumentado su coeficiente de solvencia en casi 4 pp (hasta el 15,1%). No obstante, ese coeficiente se sitúa 3,5 pp por debajo de la media de la UE y el sector bancario español es el tercero por la cola en el ranking. Peor posición tenemos en términos de la ratio CET1, donde somos los últimos. Por tanto, a pesar de que la banca española goza de buena salud, es necesario aumentar más los niveles de capitalización. En este contexto, no es de extrañar que el Gobernador del Banco de España, en su comparecencia esta misma semana en la comisión de economía del Congreso, haya señalado “la necesidad de que las entidades de crédito refuercen sus niveles de capitalización, con el fin de adaptarse a un marco regulatorio más exigente”.

Tanto el BCE como el Banco de España han destacado en sus comunicados de ayer que las entidades de crédito son ahora más resistentes a perturbaciones financieras, porque han aumentado sus colchones de capital y han reducido sus activos problemáticos.

Pero conviene no olvidar que en el pasado, bancos que superaron el examen tuvieron que ser rescatados/resueltos/reestructurados, lo que pone claramente de manifiesto las limitaciones de los test de estrés. En consecuencia, es muy importante completar las pruebas con una estrecha supervisión macro y micro prudencial, para evitar que se repitan errores del pasado. Y por supuesto seguir reduciendo el todavía elevado volumen de activos improductivos, así como afrontar el reto que suponen las exigencias regulatorias (como la emisión de deuda anticrisis, MREL).

Joaquín Maudos es Catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del CUNEF

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Fuente: Cinco Días