El carguero ruso Zapolyarye tiene en sus bodegas 23.000 toneladas de sal, pero solo seis de gasoil en su depósito. La naviera propietaria del barco, Murmansk Shipping Company (MSCO), con sede en Murmansk (Rusia), hace tiempo que dejó de pagar el combustible. Luz Baz, coordinadora en España de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), que asiste a los 19 trabajadores a bordo del barco en su problema con la empresa, explica que “a mediados de mayo, la tripulación se puso en contacto con el sindicato, informándonos de que la empresa no enviaba dinero para gasoil, así como de otros incumplimientos laborales”. Entre ellos, a algunos les había vencido el contrato y la empresa debía llevarlos de vuelta a su país, sustituyéndolos por nuevos trabajadores. Además, los certificados de navegación del barco están caducados.

El pasado 28 de julio, con los depósitos de gasoil tiritando, sin apenas agua potable ni provisiones, los marineros no tuvieron otro remedio que buscar un puerto refugio. El más cercano fue el de Ceuta y allí han estado hasta este martes. Ese día, el barco puso rumbo a otro puerto y tras 24 horas de navegación a remolque por el mar de Alborán, llegaron a Motril.

El mes y medio largo de estancia en Ceuta no lo ha sido realmente en el puerto de Ceuta. Los 180 metros de eslora (longitud) del barco y su calado le impedían atracar en sus dársenas. Por eso, el Zapolyarye y sus tripulantes han estado 53 días fondeados a tres o cuatro millas del puerto. Con solo seis toneladas de combustible en su panza, el barco era incapaz de responder a una posible emergencia causada por las inclemencias del tiempo. Ante esa situación, la Dirección General de la Marina Mercante instó al barco a salir de allí y buscar un abrigo más seguro. En esa situación, cuenta Francisco Álvarez de la Chica, presidente del Puerto de Motril, “había que buscar otro puerto refugio y las dos posibilidades eran Motril o Algeciras. Como en el puerto gaditano no había espacio, nos pidieron que acogiéramos el barco. Y eso hemos hecho”.

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La travesía de salida de Ceuta se inició el martes pasadas las cuatro de la tarde. 24 horas después, y arrastrado siempre por el remolcador de Salvamento Marítimo Luz de Mar, el Zapolyarye y sus veinte marineros rusos están a salvo, esta vez sí, en el interior del puerto de Motril. Allí quedan a la espera de que MSCO decida suministrar dinero para el gasoil. En ese momento, y cuando los certificados estén al día, el barco y sus 23.000 toneladas de sal pondrán rumbo a Inglaterra, donde hay un cliente esperando la llegada del cargamento, valorado en medio millón de euros, explican desde el Puerto de Motril.

La empresa rusa, al que este diario ha enviado un correo electrónico solicitando su versión de los hechos sin respuesta aún, se define a sí misma en su sitio web como “una de las compañías más grandes de transporte marítimo, que realiza la mayor parte de sus actividades bajo bandera rusa en el sector ruso del Ártico. La compañía es líder en transporte y transbordo de petróleo y desarrolla otras actividades como trabajos de exploración, transporte y construcción de instalaciones hidroeléctricas”.

En la mañana del jueves, los marineros se mantenían en el interior del barco. Aunque la solución al pago de combustible no llega, la naviera sí ha realizado la rotación de la tripulación. Baz explica que, durante su estancia en Ceuta, a primeros de agosto retornaron a Rusia cinco tripulantes y llegaron otros nuevos. Unos días antes de abandonar el puerto ceutí, otros once viajaron a Rusia y fueron sustituidos por nuevos trabajadores, por lo que casi toda la tripulación llegada a Motril es nueva. Este jueves, poco más de doce horas después de llegar a puerto, solo un marinero bajó apenas un par de minutos para agradecer tanto a los puertos de Motril como al de Ceuta su ayuda y mostrar su confianza en que su problema se resolviera pronto.

Según explica Luz Baz, la situación del barco de Motril encaja en la definición de “buque abandonado”, según el Convenio sobre el Trabajo Marítimo, por lo que desde ITF lo han comunicado así a la Organización Internacional del Trabajo.

El Zapolyarye está en Motril a la espera de que lleguen recursos financieros para pagar el gasoil que les permita continuar el viaje. Pero su permanencia en el puerto añade un coste nuevo a la factura: el de estancia en la dársena motrileña. Según explica Álvarez de la Chica, cada día de atraque allí supone un coste de algo más de 3.000 euros “que la naviera está obligada a pagar si quiere poner el barco nuevamente en ruta”. Llegado el caso, explican desde el puerto, la garantía de pago es la nave misma. Un carguero de materiales a granel adquirido por la empresa en 2008. Un barco nuevo que, según explican fuentes conocedoras, puede estar valorado en más de 15 millones de euros. Ese valor de mercado no deja lugar a la duda de que el puerto de Motril, en metálico o en especie, acabará cobrando su deuda.

 Una empresa con más barcos olvidados

El Zapolyarye en Motril no es el único barco olvidado por esta empresa. Según cuenta Luz Baz, de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, la empresa pasa por “ciertas dificultades financieras” que trascienden el caso de Motril. El puerto de Avilés acoge ya desde hace cuatro meses el Severnaya Zemlya, también de MSCO, que, según informa La voz de Avilés, está allí por una orden de retención de un juzgado mercantil de Gijón, tras una denuncia por un impago de 200.000 euros tras una carga de gasoil en Gibraltar. Allí, como en Motril, la deuda avanza cada día por atraque, a razón de 1.260 euros diarios, cuenta ese diario.

Fuente: El País