Donald Trump no solo es el presidente de la mayor economía del mundo, sino que se ha convertido también en las últimas semanas en referente global para los mercados financieros. Ha pasado de las amenazas a los hechos en su retórica proteccionista y no está dudando en elevar la tensión de las relaciones comerciales con China, pero también con la UE, México y Canadá, en una escalada que empieza a hacer temer por la salud de la economía global y que deja ya un claro balance de daños en las Bolsas.

Los primeros pasos de una guerra comercial a la que Trump asegura no tenerle miedo añaden un elemento de máxima incertidumbre a un mercado que ya intentaba adaptarse a un escenario ya de por sí delicado, el de la proximidad del fin de un largo ciclo de crecimiento económico, al hilo de la retirada de los estímulos de los bancos centrales y del consiguiente incremento de la volatilidad.
El auge del proteccionismo desatado desde la Casa Blanca explica el balance de los principales índices bursátiles en el año. El Hang Seng pierde el 4,7% en 2018, reflejo directo del castigo que la tensión comercial está causando sobre China, el principal foco de los ataques proteccionistas de Trump. El Dax pierde el 2,9% en el año, víctima de la amenaza de aranceles sobre la poderosa industria del motor alemán. Y el Euro Stoxx 50, también con gran peso de compañías exportadoras, se deja el 1,4%. Por el contrario, el S&P se desmarca en el año con una ganancia del 4,8% y el índice estadounidense Russell 2000 de pequeños y medianos valores avanza el 10,1%, hasta máximos históricos.

Wall Street, clara ganadora

La amenaza de guerra comercial es vista con temor por todos los inversores y está desencadenando un corrimiento de tierras en el mercado hacia valores más defensivos y locales, ajenos al comercio global, como prueba el ascenso del Russell 2000. También deja a Wall Street por el momento como clara ganadora. De hecho, ante la incertidumbre actual, los inversores están reforzando posiciones en la Bolsa de EE UU, donde la economía continúa creciendo con fuerza, frente a las señales de desaceleración de otras geografías. Y si bien los bancos centrales siguen siendo el oráculo para las decisiones de inversión a medio y largo plazo, Trump es quien marca el ritmo del mercado en el corto plazo, según reconocen los expertos.

El temor a una guerra comercial y a su impacto en las divisas y la deuda amenazan a una economía global cercana al fin de ciclo

“La incertidumbre de una guerra comercial continuará creando volatilidad en el mercado. Trump va a ser más combativo, y no menos, de cara a las elecciones legislativas en EE UU de noviembre”, explica Dave Lafferty, estratega jefe de mercado de Natixis Investment Managers. Así, la guerra comercial y el lema de América primero prometen seguir dominando el discurso de Trump con claros fines electorales, aunque los aranceles sobre China también persiguen un objetivo estratégico de mayor alcance, con el que reducir el déficit comercial de Estados Unidos o proteger la propiedad intelectual de su sector tecnológico.

“El inicio de una guerra comercial entre EE UU y China es profundamente preocupante, en parte porque es difícil calcular su impacto. El mercado está exigiendo una prima por la escalada de tensión, pero el problema es que no tenemos las herramientas adecuadas para calcularla”, señala Maya Bhandari, gestora de multiactivos de Columbia Threadneedle. El impacto directo de los aranceles ya en vigor sobre la economía es muy reducido, pero no así sus consecuencias potenciales. Como advierten desde Citi, la preocupación más inmediata es cuál será el alcance de la respuesta china al último anuncio de aranceles en EE UU sobre productos chinos por 200.000 millones de dólares. La cuantía ya supera el valor de las importaciones chinas de productos estadounidenses, por alrededor de 130.000 millones de dólares, lo que podría impulsar a Pekín a optar por otras represalias, como la devaluación del yuan o la posible venta de deuda soberana de EE UU, de la que el gigante asiático es el principal tenedor extranjero.

Los expertos no tienen como principal escenario una declaración abierta de guerra comercial, pero la tensión promete condicionar el mercado durante los próximos meses, hasta el punto de poner en duda la remontada necesaria en numerosos activos para cerrar el año en positivo.

Fuente: El País