Barcelona perdió en noviembre la oportunidad de quedarse con la primera planta que construirá la compañía estadounidense de vehículos eléctricos Tesla en Europa. Competía con Berlín, que finalmente recibirá una inversión milmillonaria para fabricar vehículos y baterías eléctricas cerca de la capital germana. Es la cuarta fábrica de coches interesada inicialmente en implantarse en Cataluña que acaba abortando sus intenciones en el lapso de los últimos diez años.

Grünheide, cerca de la capital alemana, es el lugar escogido para albergar la primera fábrica de coches y de baterías de Tesla en Europa. Lo anunció el 12 de noviembre su fundador y primer ejecutivo, Elon Musk, que prevé ponerla en marcha rápido, en 2021, y para ensamblar 150.000 vehículos al año. La noticia cayó como un jarro de agua fría en los pocos despachos de España donde se sabía que Barcelona figuraba en la terna final que había preparado Tesla para escoger la ubicación definitiva. Diversas fuentes consultadas confirman que hubo posibilidades hasta el final, aunque desde el Ministerio de Industria y el Departamento de Empresa de la Generalitat —los interlocutores con la compañía— evitan referirse al tema. Ni confirman ni desmienten.

“Hay algunas negociaciones importantes y se están llevando con extrema cautela. Nadie quiere hablar”, explica una persona vinculada al sector de la automoción con una relación habitual con las administraciones. Afirma que cualquier indiscreción puede llevar al traste las negociaciones que se están llevando a cabo y afirma que es mejor no llevarse mal con una compañía como Tesla, que está abriendo mercados en Europa y podría requerir más inversiones. De momento, cuenta con dos en EE UU (Reno y Buffalo) y otra en China (Shanghai).

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La elección de Barcelona se basaba en su consolidada imagen de ciudad moderna. La Generalitat podía ofrecer unos terrenos bien comunicados en la comarca de Anoia, donde el Incasòl (la agencia de promoción del suelo de la Generalitat) tiene espacio disponible a menos de una hora de Barcelona.

Un par de fuentes consultadas explican que la decisión final se tomó en las últimas semanas de octubre, en plenas protestas por la sentencia del procés, aunque nadie se atreve a vincular claramente los altercados a la derrota de la oferta catalana. Berlín está por delante de Barcelona en ránkings de ciudades que evalúan la competitividad global, su innovación o la disponibilidad de talento digital. Y Alemania es la casa de Volkswagen, el principal fabricante de automóviles del mundo que está desplegando su ofensiva eléctrica, erigiéndose en el principal competidor de Tesla.

Cuatro fiascos

Pero hay un hecho que sí preocupa especialmente en administraciones y sindicatos: los cuatro fracasos —incluido el de Tesla— que acumula Cataluña en los últimos diez años para captar una nueva fábrica de coches. En 2010, el Gobierno catalán llegó a comunicar que negociaba la implantación en Cataluña del fabricante chino Chery. Un año después, con Artur Mas ya como sustituto de José Montilla como presidente de la Generalitat, fue Brilliance quien comunicó la firma de un protocolo de intenciones para intentarlo. Y la también china Thunder Power fue la ofertante en 2017, aunque finalmente escogió la población belga de Charleroi para invertir en su primera planta europea, cuya inversión avanza con retraso.

Cataluña cuenta con dos plantas de coches. La de Seat está en topes históricos de producción, mientras que la de Nissan en la Zona Franca de Barcelona está en una de sus peores épocas, a la espera de la asignación de un vehículo nuevo. Pero la desaceleración y el repliegue de algunas multinacionales está impactando sobre su industria de la automoción en forma de expedientes de regulación.

Fuente: El País