«Ha entrado en estado de coma: nadie vende ni compra un solo título”. La frase es de un foro de Bolsa y hace referencia a la cotización de Duro Felguera de esta semana. La compañía asturiana de ingeniería especializada en instalaciones energéticas está en una situación dramática, una de las tantas que acumula desde su fundación, en 1858. Aunque este momento parece especialmente delicado. Fuentes de la multinacional trasladan un “sentimiento de impotencia”, después de un año de esfuerzos en saneamiento y tras la salida a finales de 2017 de Gonzalo Álvarez Arrojo, entonces principal accionista, forzado a abandonar por la banca debido a una desastrosa gestión.

La compañía defiende que tiene un balance saneado, con una sólida posición de tesorería después de más de un año de cambios que comenzaron por remodelar el comité de dirección, nuevo plan estratégico y una revisión de todos los contratos en marcha. Una transformación que fue posible por la reestructuración previa de la deuda que supuso un importante espaldarazo de la banca: 90 millones del pasivo heredado de esa etapa se transformaron en obligaciones convertibles a futuro en un 6% del capital (hoy ese porcentaje de la empresa tiene un valor teórico en el mercado de solo 18 millones) y otros 140 millones en deuda no devengan intereses (prácticamente es una quita, porque solo podrían transformarse en capital si el valor de la compañía superase los 200 millones, entre otras condiciones).

Con todo, quedan otros 85 millones de pasivo bancario que pesan como una tonelada de piedras en el estómago de la empresa, que hasta septiembre facturó 317 millones, ligeramente por encima del año pasado. En esta primera parte del año su resultado de explotación fue positivo en 11 millones de euros frente a las pérdidas de 56 millones reconocidas hace 12 meses por los saneamientos realizados. Un buen dato acompañado de varias malas noticias: este año cuatro consejeros independientes dieron la espantada porque consideraban que el concurso de acreedores es la única salida posible para Duro Felguera. La empresa no consigue avales desde hace dos ejercicios, y los necesita para financiar nuevos proyectos. De hecho, ha perdido un par de concursos importantes porque la banca (el sindicato de entidades acreedoras está formado por Santander, Sabadell, Bankia, Caixabank, Banco Cooperativo, BBVA y Liberbank) es reacia a seguir respaldando a la compañía. Así que el horizonte se complica pese a su dilatada historia, un importante prestigio, una nutrida cartera de proveedores y 1.400 empleos. Y lo mismo ocurre con el dinero de los inversores, que en la última ampliación de capital inyectaron 125 millones de euros.

Muchos están de retirada, como La Muza Inversiones, la sicav de la familia Urquijo que tenía el 5% y ahora está en el 2,5%. Gestoras importantes como Azvalor o Cobas han eliminado a Duro Felguera del radar, aunque otros inversores se mantienen, como Indumentaria Pueri, de la familia dueña del grupo Mayoral, que según la CNMV no se ha movido de su 9,5% junto a otros socios menores, como la ingeniería TSK del empresario Sabino García, Talleres Alegría o el grupo catarí Acec. Junto a ellos, calculan fuentes próximas a la empresa, están unos 17.000 minoristas a los que “no se les pueden pedir más esfuerzos”.

La dirección, encabezada por José María Orihuela, busca la forma de rentabilizar los activos inmobiliarios vendiendo sus oficinas en Madrid y Asturias, y ocupando otras en alquiler. Ha logrado varias victorias en arbitrajes internacionales derivados de conflictos en varios contratos, como los 102 millones que pagó Samsung por un proyecto en Australia o el acuerdo con la empresa Fluxys por una disputa en un proyecto ejecutado en Bélgica. En su filial Felguera Grúas India tenían activados 11 arbitrajes y ha llegado a acuerdo en ocho de ellos, y lo mismo ha pasado con otros pleitos en varios países. La consigna es buscar dinero para reforzar la caja y conseguir así financiar nuevas operaciones. Pero el tiempo se agota y no parece que ningún inversor esté interesado en rescatar el grupo, —se especuló con el interés del empresario Blas Herrero, dueño de Kiss FM, pero no ha dado ningún paso en firme—.

En este punto cabe preguntarse quién gana con esta situación. “Es absurdo, están presionando a ver hasta dónde aguanta la compañía sin avales o si viene un caballero blanco como salvación. Todos los contratos tienen cláusulas de insolvencia que ejecutarían los avales ya concedidos en caso de crisis. Y si eso sucede la compañía desaparece”, citan en el entorno de la empresa. “Si se han hecho los deberes al 100%. ¿Por qué no dan los avales? Los proyectos se van terminando”, insisten esas fuentes. Pero la opinión de la banca es bien distinta: hay entidades que sí están dispuestas a seguir apostando y abren la posibilidad de convertir la deuda actual en algún instrumento que no pese en el balance de Duro Felguera o de negociar nuevos avales gracias a las contragarantías que ofrece Cesce. Pero otras entidades están cerradas en banda y tienen sus razones para desconfiar: “No vamos a dar más avales”, citan fuentes próximas a un banco acreedor. “Se realizó una ampliación de capital hace menos de un año y ese dinero se ha esfumado. Apoyamos proyectos sanos, esa es nuestra misión”, dicen en otra entidad. “Es un pozo sin fondo”, apuntan en una tercera. Así las cosas, el tiempo se agota para los asturianos.

Cien puestos de trabajo en riesgo

Duro Felguera tiene en mente hacer despidos si las cosas continúan como están. Sería, según algunas fuentes, una reducción de hasta 100 empleos centrada en su división industrial, en la que trabajan unas 800 personas. Esta medida, que la empresa estudiará durante el próximo mes de enero, se plantea como consecuencia de la falta de apoyo bancario y con el objetivo de ajustar su dimensión a la facturación actual. Por el momento los sindicatos no han recibido ninguna comunicación. Genaro Martínez, secretario de la federación de Construcción de UGT en Asturias, reconoce que están en una situación compleja y que Duro Felguera necesita “estabilidad financiera”. Por si fuera poco, la compañía tiene abierto un conflicto con Hacienda por deducciones en el impuesto de sociedades que suman 130 millones.

Fuente: El País