El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha comprometido con los líderes de los sindicatos y los empresarios a negociar con ellos todo lo que tenga que ver con salario mínimo, legislación laboral y reforma de pensiones. Eso implica que también hablarán, concretamente, sobre la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), según les ha dicho explícitamente a los presidentes de CEOE, Antonio Garamendi, y Cepyme, Gerardo Cuerva, cuyas organizaciones están especialmente inquietas. El compromiso ha llegado en las cuatro llamadas que ha hecho Sánchez a los líderes de los sindicatos mayoritarios, UGT y CC OO, y de las patronales, CEOE y Cepyme, como un paso más hacia la posible investidura mientras ata la abstención de ERC.

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Conforme avanzan las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos, aparecen informaciones sobre el contenido de estas y uno de los aspectos destacados hasta hora es la subida del SMI este año y a lo largo de la legislatura. Esto inquieta a los agentes sociales que temen volver a quedarse fuera de esa decisión, como ya sucedió el año pasado. Pero Sánchez, en la ronda de llamadas que está haciendo esta semana a presidentes autonómicos y responsables de la federación de municipios y provincias, en la que también ha incluido a los agentes sociales, habría tratado de calmar a estos últimos diciéndoles que su intención es contar con ellos para negociar sobre el  «salario mínimo, reforma de pensiones y reforma laboral», según explica el secretario general de CC OO, Unai Sordo.

Desde el lado empresarial, también Garamendi y Cuerva sostienen la versión de Sordo sobre el contenido de la llamada. Garamendi, además, ha avanzado que su intención es llamar pronto a los sindicatos para pactar entre ellos una posición sobre el SMI ya para 2020. Este movimiento se antoja preventivo ante las informaciones que aparecen que avanzan que el PSOE y Unidas Podemos habrían pactado ya un aumento hasta los 1.000 euros mensuales, desde los actuales 900. «Eso sería una barbaridad», defiende el líder de CEOE.

Cuerva, por su parte, pide que no se les lleve un acuerdo cerrado  que les deje sin margen de negociación. De ahí que tras la llamada del Sánchez muestre un optimismo escéptico: «Tengo que creer lo que me ha dicho el presidente del Gobierno».

A pesar de esto, todos coinciden en que la llamada ha sido de tono institucional y sin un gran desarrollo de detalles, más bien de meros enunciados. Tampoco ha desavelado a sus interlocures los plazos que maneja para la investidura ni si finalmente la habrá.

Fuente: El País