Ángel Ron, expresidente del Banco Popular entre octubre de 2004 hasta febrero de 2017, afirmó este jueves que «las acciones del banco fueron confiscadas» por las autoridades europeas al utilizar un método de resolución, el de liquidación, «que no fue el adecuado porque era una entidad solvente. Este sistema propició que, curiosamente, cuando se vendió al Santander, tuviera pérdidas por el mismo importe patrimonial del banco», añadió.

«El Santander ha hecho un negocio excelente, no por el Santander en sí mismo, sino por el método utilizado para la venta», aclaró durante su comparecencia ante la comisión que investiga en la Cámara Baja la crisis financiera. Y recordó que el comprador tendrá beneficios por activos diferidos (descuento de impuestos) «por 2.000 millones, más 1.700 millones por la venta de participaciones… No conozco ningún activo que se pueda comprar por un euro y tenga una rentabilidad del 14%, como ha dicho el Santander. A los accionistas se les expropia y la regla para valorar es el de la liquidación. No es adecuado, el banco valía miles de millones. El banco era solvente por la Junta Única de Resolución (JUR), lo dijo expresamente», concluyó.

Este aspecto es, probablemente, el único en el que Ron coincide con su sucesor, Emilio Saracho. Este directivo afirmó en un reciente artículo en EL PAÍS que el sistema utilizado por Bruselas para resolver el banco era inadecuado ya que estaba diseñado para entidades con liquidez más que para los que la necesitan, como le ocurría al Popular.  

«El Santander ha hecho un negocio excelente porque  espera obtener una rentabilidad del 14%»

Ron admitió que además de presidente, era afectado por la crisis de la entidad, ya que ha perdido un millón de euros «de mis ahorros y los de mi familia». Afirmó que «es imprescindible saber por qué ocurrió algo que jamás había sucedido, que de la noche a la mañana un banco cotizado nacido en 1926 y sometido a supervisión, que nunca incumplió los requerimientos legales, fue desposeído de su propiedad. Es necesaria una investigación profunda para encontrar a los responsables y establecer una reparación».

«Nunca se ocultó nada»

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En su larga respuesta a los diputados, Ron, que estuvo 33 años en la entidad, explicó el desastre de la crisis de liquidez en la gestión y la comunicación que hizo su sucesor. Advirtió que cuando cedió el mando no existía ningún problema de liquidez ni de solvencia en la entidad, aunque no realizó ninguna autocrítica de su gestión a lo largo de la burbuja inmobiliaria durante la que tantos adquirió miles de activos tóxicos. «El Popular cumplió siempre con todas las exigencias legales, incluidas las provisiones. Nunca se ocultó nada», afirmó. Despejó dudas sobre posible ocultación del consejo de administración ante la ampliación de capital de 2016 «porque los consejeros invirtieron más de 500 millones. Si ellos hubieran sabido que había problemas, no hubieran metido su dinero».

Realizó graves acusaciones contra Saracho, declarando bajo la obligación penal de no faltar a la verdad, como que tuvo interés por bajar el precio de la acción desde el principio de su mandato. «Saracho dijo que la acción del Banco Popular estaba cara y que, si no podía vender la entidad o ampliar el capital rápidamente, montaría una tómbola, algo que me pareció desagradable para una institución como el Popular».

Saracho quiso bajar la acción

Así, ha comentado que Saracho dijo que «el principio básico como banquero de inversión era infundir pánico y asustar a autoridades, accionistas y al mercado. Aseguró que iba a estrellar el avión en la puerta del BCE y realizó unas manifestaciones en la junta de accionista de abril de 2017 como yo nunca he oído: no aseguró que podía resolver los problemas que tenía el banco. Y les recuerdo que un banco es una institución extremadamente frágil».

También ha asegurado que Saracho reconoció «no conocer los fundamentos de la banca comercial» no solo ante él, sino ante más consejeros y directivos de la entidad, y «que no sabía ni venía a gestionar, que para eso estaban los anteriores».

En este sentido, ha comparado la gestión de Saracho con la conducción de un avión comercial «como si fuera un caza». «Llega al aeropuerto, pero los tripulantes y los pasajeros se mueren. Porque, obviamente, si se empiezan a hacer ‘loops’ y triples, y descensos en picado, al final lo que ocurre es que se perdió la confianza», ha dicho.

Acusación a Saracho por JPMorgan

Ron fue más lejos al insinuar que Saracho contrató a JPMorgan cuando llegó al Popular, en beneficio propio. Saracho fue vicepresidente mundial de JPMorgan hasta llegar al Popular y «tenía pendiente de cobro un bonus muy cuantioso que exigía que estuviera trabajando en ese banco de inversión hasta los 65 años», afirmó Ron. «JPMorgan no es una ONG, que yo sepa, pero le permitió a Saracho esa posibilidad», aunque dejó la entidad sin cumplir esa edad. «Creo que entró en un claro conflicto de intereses al aceptar que JPMorgan dirigiera la ampliación o venta del banco, cuando lo podían haber hecho ocho entidades más».

El expresidente acusó a Saracho de actuar en connivencia con el gran accionista Antonio del Valle, «que se intentó quedar con el banco por muy poco dinero a través de la ampliación de capital de 2016. Me negué y organizó una campaña de prensa contra el Popular. Cuando Saracho llegó conocía sus intenciones y lo tengo documentado». También afirmó que Saracho utilizó los mismos asesores legales que el Santander, «eso es conocido», en velada referencia al despacho Uría y Menéndez, que trabajó muy intensamente con el último presidente.

Fuente: El País