Cuando escuchamos a alguien hablar de ciudades inteligentes, cuesta pensar que puedan estar hablando de la nuestra. El halo futurista que envuelve este concepto nos hace asociarlo con grandes urbes que desarrollan sus ambiciosos proyectos piloto en las regiones más innovadoras del mundo, aisladas de la mediocridad digital que las rodea.

España es uno de esos países donde esta concepción errónea puede incluso ganar peso si atendemos a su desempeño global. Según el estudio Cities in Motion 2018 que publica la escuela de negocios IESE, de la Universidad de Navarra, el país no tiene ninguna población entre las 20 primeras smart cities del mundo. Madrid ocupa el puesto 25 seguida de Barcelona, las únicas dos localidades nacionales entre las 50 más destacadas. Por delante, capitales europeas, americanas, asiáticas e incluso oceánicas.

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Aunque la gran metrópolis española esté lejos de competir en estos términos, la ciudad inteligente es un concepto demasiado relativo para figurar como una cifra en un índice. Algunas ciudades más pequeñas llevan años experimentando con iniciativas que podrían configurar la smart city del mañana. Veamos algunos ejemplos.

  • A ver cómo nos organizamos

La Real Sociedad no solo será uno de los primeros equipos en estrenar el sistema de videoarbitraje VAR; también es pionera en la implementación de otra tecnología. El estadio de Anoeta en San Sebastián ha sido, junto al metro de Bilbao, uno de los espacios escogidos por Minsait, la unidad de transformación digital de Indra, para ensayar su sistema de evacuación inteligente. Mediante cámaras térmicas e hiperespectrales, una serie de algoritmos de detección de incidencias buscan movimientos y expresiones extrañas y, en caso de que sea necesaria la evacuación, utilizan dispositivos de señalización dinámicos que muestran las salidas óptimas en función de la amenaza. Este modelo reduce al menos una cuarta parte el tiempo de evacuación de estas infraestructuras. El aeropuerto internacional de Atenas y un crucero francés fueron los otros dos espacios seleccionados para llevar a cabo esta iniciativa.

Por su parte, Logroño está probando una solución de gestión integral que combina internet de las cosas y big data para recoger información de la ciudad en tiempo real y ayudar al Ayuntamiento en la toma de decisiones. Durante su presentación, su alcaldesa, Cuca Gamarra, sostuvo que este instrumento supondrá «la columna vertebral tecnológica sobre la que se sustentará el modelo de ciudad innovadora e inteligente».

La capital riojana también está probando un sistema de iluminación mediante sensores que reduce la intensidad de las farolas cuando no pasa nadie por la calle. San Sebastián introduce esta misma iniciativa en un proyecto que lleva desarrollando desde 2014 y que ha conseguido ahorros energéticos del 53% y del 12% en el consumo doméstico. Los vascos quieren aprovechar la sensorización y monitorización para recoger otros datos que ayuden a generar nuevas oportunidades de negocio para los comercios locales y a optimizar el uso de recursos más allá de la propia eficiencia energética. Se ha implantado en dos calles principales de la ciudad y esta semana estrenan el sistema en una tercera. Santander no se queda atrás y ha lanzado un sistema de gestión inteligente de sus parques para reducir el consumo de agua y facilitar su mantenimiento.

  • Llegan las vacaciones

La Diputación de Pontevedra ha lanzado una herramienta de turismo inteligente para Rías Baixas que recoge las necesidades del viajero a medida que navega por la plataforma y traslada la información a más de 27.000 empresas para que puedan personalizar sus productos y servicios y ofrecer una mejor experiencia al turista. Los municipios de O Grove y Sanxenxo aprovecharon su participación en la última Feria Internacional de Turismo (FITUR) para solicitar una ayuda estatal para convertirse en destino turístico inteligente.

El organismo que las concede, la Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (SEGITTUR), también ha participado en el desarrollo de un sistema inteligente de turismo que integra datos de redes sociales, móviles, tarjetas de crédito y reservas hoteleras de los turistas que, de la misma forma que la iniciativa gallega, pone a disposición de empresas del sector para que puedan adaptarse a las necesidades de los viajeros.

  • Verde que te quiero verde

La analítica de datos es capital en la gestión de las ciudades inteligentes, pero su potencial informativo para el ciudadano tampoco es desdeñable. Así lo entienden los responsables de un programa en Zaragoza que monitoriza el consumo energético y la temperatura de algunos hogares de sus barrios más vulnerables para, posteriormente, enseñar a sus inquilinos hábitos que pueden adquirir para reducir el coste de su factura.

La participación del ciudadano es imprescindible para garantizar el éxito de iniciativas medioambientales. Pero para conseguir su implicación, en ocasiones es necesario un pequeño empujón. Ocho ciudades gallegas han implantado un sistema de gamificación al que han denominado Tropa Verde, en el que quienes demuestren su responsabilidad ambiental reciclando obtienen puntos para cambiar por regalos y descuentos.

  • Cuando el médico viene a verte

El Servicio Gallego de Salud lleva varios años detrás de un programa piloto para la monitorización remota de pacientes crónicos. El sistema, que recibe el nombre de Telea, recopila parámetros biológicos y ambientales que integra en los registros de enfermería y en el historial clínico digital del paciente. De esta forma, este está en continuo seguimiento y evita ingresar en el hospital si no es estrictamente necesario.

  • Vámonos de compras

Hace ya cuatro años que Santander se unió a otras 12 ciudades europeas y japonesas para participar en el proyecto FESTIVAL, una iniciativa que busca promocionar el comercio local gracias a big data e internet de las cosas. Para definir su apuesta por las compras inteligentes, la capital cántabra ha probado herramientas orientadas a generar estrategias de venta a partir de la visualización en tiempo real de la afluencia de visitantes en una zona comercial.

Fuente: El País