La recta final de las legislativas ha coincidido con un momento de ansiedad en Wall Street que no se veía desde la crisis financiera. Es como si los inversores no se creyeran la solidez del crecimiento en Estados Unidos ni los resultados de las empresas. El alza de tipos, la batalla comercial con China, la moderación de la economía global y la salida de dinero de las acciones tecnológicas metieron mucha presión. Esta fragilidad ha obligado a Donald Trump a tomar una posición más bien defensiva.

La retórica del presidente se vio mermada por un mercado en 2018 mucho más volátil que en su primer año de mandato. El nivel de los 25.000 puntos en el Dow Jones se convirtió en un verdadero campo de batalla en el parqué neoyorquino, hasta el extremo de que la dinámica actual se ve más como un referéndum sobre si la recesión empieza a tomar forma. Los datos no reflejan una amenaza inminente. Pero todo va muy rápido y la confusión invita al dinero a buscar cobijo.

El Dow Jones subió un 25% desde la toma de posesión de Trump hasta el cierre de 2017. En ese mismo periodo, el S&P 500 subió un 18% y un 24% el Nasdaq. Sin embargo, la situación es muy diferente en 2018. La partitura cambió en febrero, con un primer gran revés que acercó a los mercados a la zona de corrección, al perder cerca de un 10% desde el máximo. Los índices lograron remontar y en septiembre marcaron nuevos récord. Pero la tendencia volvió a cambiar de golpe.

El menor vigor del mercado ha obligado a Trump a tener una posición más defensiva

Los tres indicadores bursátiles volvieron a temblar por segunda vez en lo que va de curso. El Dow Jones se dejó cerca de un 5% en octubre y casi un 7% lo hizo el S&P 500, en el peor mes desde agosto de 2015 y mayo de 2010, respectivamente. El Nasdaq perdió un 9%, la mayor caída en diez años. La renta variable estadounidense sigue en positivo en el balance anual, pero los analistas de Glenmede señalan que la reciente volatilidad es la muestra de que se “acerca el fin del ciclo alcista en el mercado”.

“Los beneficios corporativos se desaceleran, también el crecimiento económico, los tipos de interés suben y el dinero busca empresas concretas”, coinciden desde American Century Investments. Estos expertos, además, señalan que la última remontada del mercado se apoyó en las grandes tecnológicas, que ahora acusan las leyes de la gravedad tras tocar máximos en verano, cuando Apple y Amazon alcanzaron el billón de capitalización bursátil.

Síntomas de cansancio

Signos de agotamiento también hay en la grandes compañías industriales. Caterpillar, United Technologies, Ford Motor, Honeywell y 3M alimentaron con sus resultados la preocupación que hay por el impacto de los aranceles en los costes, lo que puede mermar su rentabilidad. Como advierten los analistas de CFRA Research, “es posible que se esté viendo un pico en el crecimiento de los beneficios”.

Los vientos de cola se agotan y los inversores se enfrenta a tipos de interés más altos

En Wall Street nada es terrible, pero tampoco fantástico. La rebaja de impuestos y la desregulación hicieron de sustento para el mercado junto al crecimiento económico y el alza de los ingresos de las compañías. Pero el impulso de la reforma fiscal empieza a perder fuerza, como señalan en Capital Economics. A esta situación hay que sumar la desaceleración en China, la tensión comercial, el alza de tipos, la fortaleza del dólar y al alza de los salarios.

La mezcla de moderación del crecimiento y una política monetaria restrictiva “nunca fue buena amiga de la Bolsa”, recuerdan en RBC Global. Por su parte, en Bespoke Investment señalan que esta combinación se refleja en el hecho de que una tercera parte de las empresas que presentaron resultados en el trimestre cayera en Bolsa. Es el peor registro desde 2011. La estrategas de Xerion Investments recuerdan que los inversores se acostumbraron a estar protegidos por la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) y las acciones del Gobierno, como el recorte de impuestos. “Es la vuelta al mundo real”, indican, “la volatilidad era lo normal antes de la crisis”. La composición del crecimiento en el tercer trimestre muestra, además, una vuelta al viejo modelo apoyado en el consumo.

Para Jill Carey, de Bank of America, la pelea que se libra en el mercado hace que se pierdan de vista los fundamentales. Wells Fargo también discrepa que sea el fin del bull market o mercado alcista entre otras cosas porque la política monetaria sigue siendo acomodaticia. Y aunque los aranceles y los tipos pueden frenar la inercia de crecimiento, este banco cree que las perspectivas ofrecidas por las de las empresas son positivas. La debilidad actual puede ser, por tanto, un buen punto de entrada en el mercado. “Hay que ser constructivos”, insisten BMO Capital, “la correcciones son naturales y saludables”. Los analistas de SunTrust reconocen que es difícil de cuantificar el impacto de todos estos factores de incertidumbre en los resultados. Dependerá, indican, de lo que haga la Fed y del dólar. Pero incluso si hubiera una contracción, Morgan Stanley anticipa que será suave porque no hay excesos que llevaron a la última crisis.

Fuente: El País