El sillón de mando está caliente. Quema. Cada día más. Y se lleva por delante a todo el que titubee o lleve agarrado a él demasiado tiempo. Solo la semana pasada, tres primeros espadas de otras tantas empresas cotizadas en la Bolsa española anunciaron su retirada, más o menos obligada. Ana María Llopis, presidenta de los supermercados Dia; Rosa García, su homóloga en Siemens España y Siemens Gamesa, y Guillermo Ulacia, hasta entonces al frente de Tubos Reunidos. El Ibex 35 se quedaba sin la mitad de sus presidentas de un plumazo.

La debilidad del negocio está tras las salidas de los líderes de Dia, OHL y Tubos Reunidos

Estos ejecutivos forman parte de una suerte de relevos de altura que en los últimos meses son cada vez más frecuentes en gran medida porque las empresas no dan los frutos esperados o por los cambios en la propiedad o la gestión. A principios de octubre, Fernando Eiroa presentaba su renuncia como consejero delegado de Parques Reunidos; unos días antes de que José Antonio Álvarez fuera sustituido de manera fulminante por Andrea Orcel en ese mismo puesto en el Banco Santander, lo que precipitó un nombramiento más esperado en su competidor, BBVA, donde Francisco González dejaba manos libres a su delfín, Carlos Torres.

El mes de agosto no dio tregua a estos movimientos. Dimas Gimeno fue despedido de la presidencia de El Corte Inglés por sus primas, accionistas mayoritarias, y la propiedad de Dia se deshizo de su primer ejecutivo, Ricardo Currás. Antes había presentado su dimisión Juan Osuna como consejero delegado de OHL, y también la antigua Gas Natural Fenosa (hoy Naturgy) había sustituido a su presidente, Isidro Fainé, y su consejero delegado, Rafael Vilaseca, por Francisco Reynés.

Los motivos

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“Se trata de cambios que responden a situaciones distintas en las compañías, pero que han coincidido en el tiempo”, aprecia Ramón Gómez de Olea, socio director general de Russell Reynolds, firma de selección de ejecutivos que tiene actualmente dos encargos de este tipo encomendados. Las razones de algunos de estos relevos son, en su opinión, que el dirigente de la empresa lleva muchos años ejerciendo y, a veces, además, es muy mayor; que había una necesidad estratégica, dado que ahora España se enfrenta a una economía en crecimiento que en ocasiones no se ha traducido en crecimiento de la compañía [casos como los protagonizados por Dia, OHL o Tubos Reunidos]; y el tercer motivo más habitual es que “ya no es tabú hablar en el consejo de administración de la sucesión del consejero delegado. Las comisiones de nombramientos empiezan a tener un rol más definido en este proceso, que no se deja solo en manos del presidente. La gobernanza está en un momento de madurez y los relevos se producen de forma más ordenada y eficiente”, agrega.

Pero, por supuesto, también tiene mucho que ver el cambio de control en las empresas cotizadas: los nuevos accionistas. Es el caso de los relevos en Naturgy o Parques Reunidos. Además, a nadie se le escapa que los inversores institucionales, asesorados por los proxy advisors, y los fondos de capital riesgo están presionando a las organizaciones y sometiendo a mayor escrutinio los procesos de sucesión, que les preocupan mucho. De hecho, según Ignacio Bao, al frente de Signium España y Portugal, “la alta rotación de los dirigentes en las empresas cotizadas españolas tiene que ver con que se gestionan para la Bolsa, como ocurre en Estados Unidos”.

Con la marcha de Rosa García y Ana María Llopis, el Ibex tendrá la mitad de presidentas

Otros expertos creen que los despidos de los directivos españoles tienen que ver con que la duración de los mandatos se acorta (como se acorta la vida de las compañías) y se acerca más a la media estadounidense. Así piensa Carlos Recarte, socio de Recarte & Fontenla Executive Search, para quien “toda sucesión que sea planificada, como ha sucedido en el caso de BBVA, suele ser bien valorada por el mercado bursátil”, agrega.

Según el cazatalentos Spencer Stuart, en 2017 cambiaron 59 de los líderes de las empresas estadounidenses que forman parte del índice bursátil S&P 500, la mayor rotación de los últimos 10 años (y los relevos se producen entre las mayores compañías). “Cada día duran menos porque es la Bolsa la que manda”, insiste Ignacio Bao.

Para cada ciclo económico se necesita un gestor diferente. Si los expertos financieros han capitaneado los recortes para la salida de la crisis, las épocas de crecimiento requieren de otros perfiles. Lógicamente, quien fue conocido dentro de la organización como un killer, difícilmente podrá generar la ilusión que conlleva una época de expansión en su equipo. “Ahora hacen falta perfiles nuevos. Directivos más actualizados y con capacidad para adaptarse a las nuevas tecnologías. Es algo que prima sobre el conocimiento del sector, imprescindible hasta hace poco”, indica Miguel Ángel Zuil, socio responsable de Boyden en España, quien está buscando actualmente a dos consejeros delegados a los que se exige que procedan de un negocio distinto del de la compañía que los reclama. También se les pide que hayan abordado transformaciones de empresas.

Los despidos en las cúpulas no van a terminar aquí si atendemos a la opinión de los expertos. Los cazatalentos esperan más cambios, que podrían llegar de las grandes constructoras y firmas industriales, de empresas cotizadas gestionadas por fondos de inversión, de algunas firmas del Ibex cuyos presidentes llevan muchos años ejerciendo como tales y, cómo no, de firmas que no dan los resultados esperados. Porque, ya se sabe, cuando surgen tensiones, el consejero delegado es consciente de que debe poner una cabeza sobre la mesa para el sacrificio o será la suya la que se cobre el consejo.

Despidos anunciados

Los despidos en las empresas públicas están cantados cuando hay cambio de Gobierno. La llegada de Pedro Sánchez al poder ha provocado una cascada de relevos en el liderazgo de compañías como Correos, Red Eléctrica, Aena, Renfe, Paradores… “Es un error. El color político no es el mejor argumento para la selección de directivos”, indica Miguel Ángel Zuil, de Boyden. “Las empresas necesitan cierta estabilidad para sacar adelante sus planes estratégicos, que suelen desarrollarse en periodos más largos que los políticos. Si no se dan bandazos. Además, a los inversores los cambios les dan miedo”, prosigue. Una opinión que comparte Ramón Gómez de Olea, de Russell Reynolds: “No se puede entender que las empresas públicas o semipúblicas nombren presidentes políticos en lugar de profesionales”.

Fuente: El País