Como buen banquero central, François Villeroy de Galhau (Estrasburgo, 59 años) dosifica cada una de sus palabras. El gobernador del Banco de Francia —uno de los nombres que suena con más fuerza para sustituir a Mario Draghi al frente del BCE el próximo octubre— visitó esta semana en Madrid a su homólogo español, Pablo Hernández de Cos. Desde los viejos pasillos del Banco de España, Villeroy de Galhau se escabullía de las preguntas sobre el legado de Draghi: “El euro ha tenido la suerte de contar con él, un europeo dedicado y un gran presidente”, se limitaba a responder. Y con más énfasis aún evitaba cualquier comentario sobre los requisitos que debe cumplir su sucesor. “Afortunadamente, esta será una decisión democrática de los líderes políticos”, respondía, aprovechando la ocasión para alabar la “sabiduría” de los líderes del pasado que colocaron al frente del BCE a hombres “dedicados a la estabilidad de precios, la independencia y el espíritu europeo”.

“Italia debe acelerar las reformas que funcionaron en otros países de Europa”

De la economía europea llegan síntomas inquietantes, pero Villeroy de Galhau echa el freno al catastrofismo: descarta el riesgo de recesión e insiste en que es pronto para calibrar si el shock que sufre la economía es un fenómeno temporal o echará raíces. Pese a su cautela, banqueros centrales del bando de los halcones ya sugieren retrasar la subida de tipos o aprobar inyecciones de liquidez para la banca, un síntoma de que los problemas han llegado a la eurozona para quedarse.

Pregunta. La Comisión Europea acaba de rebajar las previsiones de crecimiento. ¿Cómo de peligrosa es la situación?

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Respuesta. Vivimos una desaceleración significativa, no un cambio de tendencia o recesión. España resiste con un crecimiento del 2.1% para este año. Y en Francia prevemos un 1,5%. Pero hay desaceleración en Alemania y estancamiento en Italia. La pregunta clave es si esta situación es temporal, especialmente en Alemania, o un cambio permanente.

P. El BCE también empeorará su pronóstico en marzo.

R. Hay menos incertidumbre para Francia y España, porque allí el principal motor de crecimiento es la demanda interna. El estímulo fiscal también ayudará. El principal desencadenante de la desaceleración global es la incertidumbre. Esta se debe menos a la política económica que a los riesgos geopolíticos: el proteccionismo a escala global, y en Europa el Brexit. Si los líderes políticos fueran capaces de disminuir esta incertidumbre en los próximos meses, el panorama económico mejoraría significativamente.

P. No estamos en recesión aún, ¿pero es cada vez más probable ese escenario?

“La clave de cuándo subir tipos es si la desaceleración es temporal o duradera”

R. No lo creo. En tres de las principales economías europeas —Alemania, Francia y España—, la demanda interna es resistente. Aumentan los salarios, lo que fomenta el consumo privado y el crecimiento. Italia es un caso particular.

P. El recorte en Francia se explica por las tensiones sociales. ¿Influye más el impacto directo de los chalecos amarillos o el que este movimiento haya mostrado las dificultades del presidente Macron para impulsar sus reformas?

R. Los chalecos amarillos tuvieron un efecto negativo en el cuarto trimestre de 2018. No obstante, el estímulo fiscal anunciado por el presidente debería tener un efecto positivo. Para el futuro, la pregunta clave es si Francia mantendrá las reformas estructurales que se han acelerado estos tres últimos años. El presidente y el Gobierno han sido claros: no quieren retroceder. España ofrece una lección positiva: las reformas posteriores a la crisis han sido muy impresionantes y eficientes, lo que explica por qué el crecimiento de España es hoy el más fuerte de las principales economías europeas.

P. En España, los riesgos provienen de las tensiones políticas.

R. No me corresponde hacer comentarios políticos, especialmente en la situación actual. Pero el principal riesgo político procede ahora de la geopolítica global: las tensiones comerciales.

P. ¿Es Italia la mayor amenaza para la zona euro?

R. Todos estamos interesados en que Italia crezca más. Pero la mejor receta no viene del Presupuesto y de aumentar más el déficit, sino de reformas estructurales en la educación y la formación continua; recetas que ya funcionaron en otros países europeos.

P. ¿Desestabilizaría el sistema financiero europeo un Brexit sin acuerdo?

R. Sería una mala noticia para todos, aunque mucho peor para la economía británica. Como supervisores debemos salvaguardar la estabilidad financiera en cualquier escenario. Hay problemas, pero si logramos manejarlos, como pretendemos hacer, no habrá consecuencias para la estabilidad financiera.

P. ¿Están Francia y la zona euro preparadas para este escenario?

R. No lo deseamos, pero estamos preparados. El BCE y el Banco de Inglaterra formamos un grupo de trabajo donde coincidimos en el análisis y las medidas que habría que tomar.

P. Draghi tuvo que afrontar las críticas de Alemania y otros países del norte. ¿Supuso una amenaza a la independencia del BCE?

R. Al contrario. Justificó su independencia. Ha habido opiniones críticas en ambos lados. En estos tiempos inciertos, nuestro deber es combinar claridad y flexibilidad. En esta coyuntura, veo una gran homogeneidad en el Consejo de Gobierno del BCE sobre esta combinación.

P. ¿Alejan los malos datos económicos la próxima subida de tipos a 2020?

R. Miraremos esos datos. La pregunta clave es si la desaceleración es temporal, con una recuperación este año, o más duradera.

P. El BCE dice tener todo su maletín de herramientas listo. ¿Está Draghi pensando en las barras de liquidez para la banca?

R. Podemos ser extremadamente eficientes con lo que llamo el trío de instrumentos: un stock de activos de unos 2,6 billones de euros, los tipos de interés y las herramientas para la provisión de liquidez. Seremos pragmáticos en el uso de este trío. Los instrumentos de liquidez deben usarse por justificación monetaria y no estar diseñados para cubrir necesidades concretas de ciertos bancos o jurisdicciones.

P. ¿Por dónde debe avanzar la eurozona para completar su arquitectura?

R. La unión monetaria es un éxito, pero aún tenemos que lograr la económica. Presionemos lo máximo para evitar la sobrecarga de la política monetaria, una preocupación alemana que puedo entender y compartir. La unión bancaria debe completarse con un proceso de resolución eficiente. También hace falta una auténtica unión de mercados de capitales. La capacidad fiscal común, con impacto en toda la eurozona, debe ahora traducirse en un mecanismo concreto. Y el Mede, el fondo de rescate europeo, debe tener un papel efectivo para prevenir las crisis, y no solo gestionarlas cuando han estallado.

P. ¿Teme una parálisis política para sacar adelante esta agenda?

R. El progreso europeo nunca ha sido fácil. Pero los ministros y gobernadores tenemos una responsabilidad colectiva. El 75% de los ciudadanos europeos apoya el euro. Es el porcentaje más alto registrado nunca. Esta confianza de los ciudadanos supone una obligación para nosotros.

“La rentabilidad de los bancos europeos no es satisfactoria”

P. El BCE pidió a BBVA que aclarara cuanto antes su relación con el excomisario Villarejo. ¿Cómo de importante es aclarar la imagen pública?

R. Como regla general, los supervisores analizamos lo que llamamos el Pilar I, los requisitos legales. Pero también existe el Pilar II sobre riesgos específicos, que pueden ser reputacionales o tecnológicos. Este Pilar II no es muy conocido pero es una parte importante de nuestro papel como supervisores.

P. ¿Es el caso del BBVA?

R. No comento casos concretos.

P. ¿Dónde ve las mayores debilidades del sector financiero europeo?

R. Los bancos europeos y españoles son ahora mucho más robustos y resistentes que seis o siete años antes. Han aumentado significativamente las ratios de capital y liquidez. Pero tienen el reto de la rentabilidad, aún no satisfactoria.

P. Las medidas del BCE podrían ayudar a mejorar esa rentabilidad.

R. Sí, pero no es el único factor. La digitalización es un gran desafío. Y los bancos deben prepararse. La diversificación es probablemente la incertidumbre más importante. Por el lado de los costes, los bancos deben adaptarse gradualmente al nuevo entorno en número de sucursales y empleados. Y, en los riesgos, la prioridad clara es disminuir los créditos de dudoso cobro.

Fuente: El País