“No hay violencia física pero sí verbal”, comentan fuentes de los quiosqueros y otros repartidores que no participan en las protestas. Relatan que los distribuidores, que trabajan como autónomos para la empresa Boyacá y mantienen una huelga no autorizada desde el pasado jueves, salen en busca de otras furgonetas que reparten la prensa. Las bloquean, intimidan a los conductores y se llevan o destruyen la mercancía, según cuentan otros ruteros que han decidido no secundar las protestas o que trabajan para otras empresas. Así es como la mayoría de los 1.342 puntos de venta de prensa de la Comunidad de Madrid tienen problemas para recibir la prensa diaria desde que comenzaron los paros.

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“Los repartidores están haciendo piquetes por la calle. Algunos son violentos y otros no”, explica Román Barcón, vicepresidente de la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid, que tiene un quiosco de prensa en la ciudad. Añade que estos han echado agua en los buzones donde reciben la prensa para estropear las publicaciones, han hostigado a los vendedores y se han llevado la prensa de algunos establecimientos. “Los vendedores no entendemos nada, estamos en el medio de este conflicto y nos estamos arruinando”, lamenta. Los quiosqueros aseguran que van a “tomar medidas”, pero no especifican cuáles.

La Comisión Nacional de Vendedores de Prensa de España, que agrupa la mayoría de asociaciones de vendedores de prensa, ha denunciado que los quiosqueros están siendo “víctimas de un conflicto de intereses” que les “está perjudicando de forma gravísima”. Y “rechazan las actuaciones intimidatorias y coacciones que hayan podido sufrir vendedores de prensa y trabajadores para impedir que la prensa y las revistas se hayan distribuido con normalidad”.

Por su parte, Francisco Asensio, portavoz de la asamblea permanente de los ruteros, que protestan contra Boyacá, se defiende al asegurar que no tienen “constancia directa de los altercados”. “Cuando salen los compañeros de piquete informativo se les dice que eviten problemas con conductores y quiosqueros. La violencia debe ser condenable en cualquier caso y momento”, sentencia.

Desde que comenzó la huelga y los repartidores constituyeron la asamblea permanente, estos aseguran que han buscado formas para abrir una mesa de negociación con la empresa. La compañía ofrecía el despido del 50% de los repartidores y la reducción del 50% del sueldo, según los ruteros. En la actualidad tienen una retribución de 4.500 euros mensuales por 15 días de servicio nocturno en rutas de Madrid, pero explican que con los gastos “se queda en menos de la mitad”.

“No tenemos programada ningún tipo de actuación porque esperamos volver a negociar. Si viéramos la mínima intención de negociar por parte de la empresa terminaríamos inmediatamente los paros”, dice Asensio. El presidente de la Asociación de Medios de Información (AMI) —a la que pertenece EL PAÍS—, Javier Moll, ha calificado los paros de “boicot inaceptable”, e hizo un llamamiento a la “sensatez” y al “diálogo”.

Fuentes de la distribuidora explican que se ha enviado una carta a los repartidores en la que se les advierte de que “han incumplido su contrato” como autónomos y que se tomarán medidas. Boyacá asegura que intentó llegar a un acuerdo con los repartidores, a los que informó de que los contratos terminaban el 30 de agosto, pero que fueron estos los que rompieron las negociaciones.

Expositores vacíos

Muchos quioscos de Madrid cerraron este miércoles por la huelga no autorizada de repartidores de prensa. Otros solo vendían revistas de la semana pasada y chucherías. Sergio Muñoz, de 29 años, regenta un quiosco en la plaza de Manuel Becerra. Es el negocio familiar, que regenta con su padre. “Nos están llegando paquetes, pero los pedidos están mal o incompletos”. Muñoz se queja de que la huelga les pilló por sorpresa el primer día. Empezó en la madrugada del pasado jueves y al día siguiente apenas había periódicos en Madrid. No les avisaron. “El fin de semana no pudimos abrir”, explica. Cuenta que el domingo solo les llegaron unos pocos ejemplares de periódicos pero fue a media mañana y sin los suplementos dominicales. “Estos días vienen clientes enfadados. Tú les puedes explicar lo que quieras, pero ellos quieren su periódico”, dice. Lamenta que está perdiendo la mitad de la facturación diaria. “Ya de por sí el verano es flojo, imaginate con esto”.

Fuente: El País