El descalabro económico de la última recesión puso a 24 países bajo la supervisión de Bruselas. Tras aplicar austeridad –en ocasiones con sobredosis— para rebajar sus déficits por debajo del 3% del PIB, la Comisión Europea cerrará el año que viene ese episodio si España cumple con las previsiones y sale de ese control. Pero Europa afronta ahora la segunda herencia de la crisis, que es a la vez la otra gran pata del Pacto de Estabilidad y Crecimiento: la reducción de las deudas públicas.

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Los consejos asesores de Francia y Alemania en materia económica han entregado ya su receta para lograrlo: disciplina presupuestaria a través de una nueva regla de gasto que sea más restrictiva cuando las cargas que acumulen los estados estén por encima de ese límite y sanciones políticas para asegurar su cumplimiento.

Crítica al actual marco

Después de que el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller Angela Merkel firmaran en junio un acuerdo para profundizar en la Unión Económica y Monetaria que incluía un presupuesto para la zona euro, los dos consejos han presentado sus propuestas para reformar también el marco fiscal de los países de la UE. Aunque su publicación, señalan, se ha realizado “de forma independiente” a los ejecutivos, las dos propuestas coinciden no solo en el tiempo, sino también en el diagnóstico y en las conclusiones.

El Consejo Francés de Análisis Económicos, cuyos miembros son designados por el primer ministro, y el Consejo Alemán de Expertos Económicos, elegidos a propuesta del Gobierno federal, critican el actual galimatías que rige la actuación fiscal de los países —el actual Vade Mecum que recoge esas normas tiene 220 páginas— y coinciden en hacer una propuesta basada en dos ejes: a corto plazo, el control del gasto mediante una regla que se revise de forma anual; y a largo, la reducción del endeudamiento público.

El actual marco fiscal exige que los estados rebajen cada año en una veinteava parte la brecha existente entre la deuda actual y el objetivo fijado. Pero con las reglas vigentes, sostiene el documento alemán, Italia tardaría 34 años en llegar a ese objetivo suponiendo un crecimiento anual del 3%. Tiempo suficiente para que el ciclo haya cambiado en más de una ocasión. Y, como recordó recientemente el Tribunal de Cuentas, muchos países carecen de margen para hacer frente a una nueva recesión con estas cargas a sus espaldas.

Los dos consejos, que presentaron sus documentos en Bruselas el think tank Bruegel, plantean que se imponga una disciplina fiscal que evada los ciclos. Puesto que la recaudación no siempre se puede controlar, piden una regla de gasto precisa.

Los expertos alemanes son partidarios de que los gobiernos apliquen un “techo” de gasto que excluya los pagos de los intereses de la deuda y las prestaciones por desempleo. Deberían seguir una fórmula que, entre otros ingredientes, contemple el crecimiento potencial, la inflación y un corrector basado en el volumen de deuda actual. “La ventaja de esta regla es que es independiente del ciclo, puede ser controlada por los gobiernos, los errores de previsiones son menores y los estabilizadores automáticos funcionan libremente”, sostuvo Lars Field, del consejo alemán.

Sanciones a los incumplidores

Los franceses parten de una norma más sencilla: “Los gastos nominales no pueden crecer más rápido que los ingresos a largo plazo, y deben hacerlo a un ritmo más lento en países con excesivos niveles de deuda”.

El documento alemán pone énfasis en que, a medio plazo, los socios de la UE deberían hallarse en un equilibrio presupuestario estructural. Pero a largo plazo, el fin de ambas propuestas es el mismo. “Necesitamos poner el foco en la deuda para evitar el riesgo de posibles futuros posibles contagios y para reducir la presión sobre el Banco Central Europeo”, señaló el presidente del consejo francés, Philippe Martin.

Para que el sistema funcione, coinciden en qu las normas deben cumplirse. Y consideran que el actual sistema de sanciones está tocado tras haberse pasado por alto la imposición de multas —como en el caso de España—. Por ello, abogan por otra arquitectura institucional y otro tipo de sanciones. En concreto, los franceses plantean desde algún coste político hasta que los países que violen retiredamente las normas incluso deban emitir bonos junior para cubrir el exceso de gasto. Esta medida, propuesta por otros académicos, es vista con recelo por analistas porque esa deuda puede caer más fácilmente en default.

Fuente: El País