La creación de un impuesto europeo sobre las plataformas tecnológicas amenaza con darse de bruces solo arrancar la negociación sobre su creación. Los ministros de Economía y Finanzas de los Veintiocho discuten hoy divididos una propuesta de la presidencia austriaca para gravar el 3% de la facturación de estas corporaciones, muchas de las cuales ubican sus operaciones en jurisdicciones de baja o casi nula tributación. Al rechazo de un grupo de países encabezado por los nórdicos, se añaden ahora los titubeos de Berlín, que paradójicamente fue —junto a Francia, Italia y España— uno de los impulsores de la cruzada para que compañías como Google, Apple o Amazon tributen por el volumen de negocio generado en Europa.

El documento de trabajo de la presidencia austriaca recoge la propuesta de la Comisión de establecer un impuesto a las tecnológicas que facturen más de 750 millones de euros (y 50 millones en Europa). El texto advierte, además, de que 11 países —entre ellos, España— ya han anunciado que a falta de un acuerdo aplicarán de forma “unilateral” ese gravamen, lo cual considera que constituiría “una fragmentación del mercado único” y una “distorsión de la competencia”.

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La Comisión Europea propuso que esa tasa se aplicara de forma temporal a empresas de publicidad online, de intermediación y a plataformas que hacen negocio con los datos que facilitan los usuarios. La presidencia austriaca constata las dudas de algunos países de incluir a este último tipo de compañías. Sin embargo, en el arranque de la reunión informal de este viernes se evidenciaron las diferencias entre dos grupos de países. Uno capitaneado por los nórdicos e integrado también por Irlanda o Luxemburgo, cuya posición resumió el ministro de Finanzas finlandés, Petteri Orpo. “Mi prioridad es una solución global”, atajó. Orpo rechazó que cualquier medida “temporal”, auguró que la recaudación será “limitada” y dijo no ser “optimista” de que pueda aprobarse en el Consejo Europeo de diciembre. La Comisión estima que la tasa aportaría 5.000 millones.

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En el extremo contrario se pronunció la ministra de Economía Nadia Calviño, quien está trabajando en un borrador para implantar esa tasa. Calviño recordó que la recaudación dependerá del “diseño técnico” del impuesto y las “actividades gravadas”. “La estrategia de nuestro gobierno consiste en tener un sistema fiscal más justo. Y esto pasa por que las actividades que se producen en plataformas digitales sean gravadas igual que las tradicionales”, apuntó.

La incógnita está en la posición que adoptará Berlín, cuyo apoyo a esa tasa se ha ido enfriando. El ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, se limitó a señalar que los Veintiocho deben hallar “formas adecuadas” para hacer tributar a esas empresas. “Una cuestión esencial es cómo impedir que se eviten los impuestos. Hemos lanzado una iniciativa junto a Francia y ahora se trata de encontrar formas adecuadas para garantizarlo”, afirmó. Calviño no quiso pronunciarse sobre la posición alemana y explicó que tiene prevista una reunión bilateral con Scholz. En vísperas del debate, el comisario de Asuntos Económicos Pierre Moscovici apremió a los estados al recordar que ese tributo es “esperado por los ciudadanos”.

Fuente: El País