Cuando alguien especifica ni arroz ni chocolate en su perfil de Grindr, la app de contactos para gays y hombres bisexuales, no habla de comida. En realidad, se trata de un código con el que deja claro que no se relacionará con asiáticos ni con negros. Esta discriminación racista no es el único filtro utilizado en esa plataforma. Otros usuarios detallan abiertamente que no establecerán ninguna conversación con gordos, con bajos, con transexuales, con mayores de 30, con chicos con pluma, con seropositivos… El abanico de rechazos es tan amplio como la diversidad del ser humano.

Mostrar así las preferencias personales a la hora de ligar o conocer gente no es algo que solo ocurra en Grindr y otras aplicaciones específicas como Scruff, Romeo, Gaydar, Manhunt o Wapo (Wapa, para ellas), sino que este comportamiento también se da en apps con una mayoría de usuarios heterosexuales, como Tinder. Pero lo que sí es cierto es que Grindr ha sido la primera en plantar públicamente cara a estas conductas con el lanzamiento de Kindr, una campaña que visibiliza los efectos provocados en aquellos que son rechazados, de buenas a primeras, por ese tipo de mensajes.

El propietario del 100% del capital de Grindr, el grupo chino Kunlun, trata de escapar de la polémica una vez más. En abril se conoció que compartió con terceros y sin informar a sus usuarios, los datos que estos eligen difundir en su perfil, incluido si tienen el VIH, aunque sin fines comerciales.

Solventar este tipo de cuestiones no responde solo a un interés solidario. Kunlun anunció este año que pretende sacar a cotización a Grindr en la Bolsa de Shenzen. Grindr, con sede en Hollywood, asegura ser la principal app de contactos para el público homosexual masculino, con más de tres millones de usuarios activos al día, según Bloomberg.

Esta iniciativa ha llegado acompañada de una actualización de las pautas para la comunidad de Grindr, que ahora aclaran lo siguiente: “Se eliminarán de los perfiles todas las declaraciones discriminatorias. Eres libre de expresar tus preferencias, pero deseamos que nos cuentes qué te interesa, no lo que no te importa”. Las asociaciones comprometidas con la defensa de los derechos del colectivo LGTB aplauden esta decisión.

Por ejemplo, Rutilio Martini, coordinador del Área de Salud de Colegas, la confederación española LGTB, destaca la necesidad de poner “un cortafuegos” a comentarios que, si bien no son insultos ni descalificaciones directas, sí son discriminatorios y pueden convertirse en el punto de partida de un futuro delito de odio.

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De momento, según estimaciones del Observatorio español contra la LGBTfobia, coordinado por Colegas, de cada diez delitos de odio por orientación sexual o identidad de género, uno se produce en aplicaciones móviles y dos en redes sociales. “Nos encantaría que las redes sociales y el resto de apps hiciesen lo mismo que Grindr, pero no las puedes obligar. Aunque todas muestren un compromiso ético y moral, lamentablemente no tienen una obligación legal y se escudan en temas como la protección de datos y la libertad de expresión, derechos que también hay que preservar, pero siempre teniendo en cuenta límites como el racismo o la homofobia interna dentro del propio colectivo”, afirma Martini.

Diversidad frente a hipermasculinización

Juan Diego Ramos, coordinador del Grupo VIH de FELGTB, la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, saca a relucir otros efectos negativos de esos comentarios discriminatorios. Según Ramos, las aplicaciones y las redes sociales han cambiado las formas de socialización de todas las personas y, en especial, del colectivo LGTB, que siempre ha ido un paso por delante en el uso de las nuevas tecnologías para ligar o hacer nuevas amistades: “Antes ibas a sitios de ambiente para relacionarte y desarrollabas unas habilidades sociales para rechazar educadamente a los que no te gustaban, pero ahora filtras a través de las apps. Los demás son una foto y una frase, lo cual tiende a cosificar a las personas y la capacidad de empatía para conocer realidades distintas a la tuya tiende a desaparecer ya que incluso tienes la opción de bloquear con un clic, mientras que cara a cara no te atreverías a dejar una conversación a medias sin ninguna razón aparente”.

El negocio de las apps de contactos

Negocio. La compañía china Kunlun es la propietaria del 100% Grindr. En 2016 compró el 60% de la web de citas gay más popular del mundo por 93 millones de dólares. En enero completó la compra.

Bolsa. La compañía china comunicó al regulador chino en verano su intención de sacar Grindr a Bolsa.

Facturación. ‘The Economist’ estima que Match Group, grupo estadounidense al que pertenecen las principales plataformas de citas (Tinder, OkCupid, Match.com…), tuvo en 2017 ingresos de 1.100 millones de euros.

Además, Ramos señala que las aplicaciones de contactos para gays y hombres bisexuales están dando una nueva dimensión a un problema que este colectivo lleva años arrastrando: la hipermasculinización, a partir de la cual impera la imagen del hombre blanco, occidental, musculado, masculino… En este contexto, los que se sienten rechazados por no responder a ese canon pueden caer en problemas de carencias afectivas o de autoestima y, en casos extremos, asumir que su única forma de conocer gente o mantener relaciones sexuales pasa por consentir las condiciones impuestas por los únicos con los que han conseguido contactar en Internet, como hacerlo sin protección, poniendo en riesgo su salud. “Pero el problema no son las apps ni las redes sociales, sino el uso que le damos, porque si eres un gay de mediana edad en un pueblo de 200 habitantes, la tecnología te ayudará a socializar con gente afín, al igual que si vives en un país donde la homosexualidad está criminalizada”, puntualiza Ramos.

Para erradicar esa mala utilización de la tecnología, tanto Colegas como la FELGTB recalcan la necesidad de educar, en el aula y en el hogar, en valores como la diversidad, la tolerancia, la colectividad, la inclusión, el respeto y la transversalidad, algo que hay que tener muy presente cuando se manejan las apps y redes sociales. Por eso, ambas organizaciones llevan ya un tiempo impartiendo conferencias donde alertan de ese uso que frivoliza y deshumaniza el proceso de ligar hasta convertirlo en algo rápido y mecánico, “sin ningún tipo de cortejo, socialización o trascendencia de esa relación más allá del placer físico”, según Martini.

‘Chemsex’: droga, sexo y apps

Otra de las principales preocupaciones de Colegas es el auge del chemsex, que se define como el sexo intencional, principalmente entre hombres, bajo la influencia de drogas psicoactivas. Para Martini, en los últimos años esta práctica no solo ha aumentado por la aparición de nuevas sustancias sintéticas como popper, GHB, ketamina o MDMA, sino también porque las aplicaciones móviles han facilitado tanto el acceso a ellas como la organización de este tipo de quedadas. De hecho, un informe de las ONG Imagina Más y Apoyo Positivo señala que el 77,8% de los que buscan compañeros de chemsex lo hacen a través de las apps. Este mismo estudio, realizado a partir de encuestas a cerca de 500 hombres que realizan estas sesiones con otros hombres, destaca que las aplicaciones más utilizadas para organizarlas son, por este orden, Scruff (mencionada por el 80,2%), Grindr (72,0%) y Wapo (33,5%).

En este contexto, Martini destaca la necesidad de organizar talleres formativos y campañas para concienciar del uso responsable de la tecnología y de los peligros del chemsex, que deriva en prácticas de “altísimo riesgo” que son la puerta de entrada a casos de transmisión de VIH y otras ETS, así como envejecimiento prematuro y problemas hepáticos, renales y de disfunción eréctil entre personas muy jóvenes, debido al abuso de estas sustancias. “Los responsables de las aplicaciones de contactos para el colectivo LGTB están implicados en la lucha contra este problema y nos consta que si identifican perfiles que ofrecen droga, los eliminan”, concluye Martini.

Fuente: El País