Entre los grandes retos que afrontan las economías industriales en los próximos años, destaca la decisión de sustituir las fuentes de energía que emiten CO2 por energías limpias con el fin de frenar los efectos del cambio climático y de avanzar hacia un horizonte energético que sin dejar de ser eficiente, sea también sostenible. En ese objetivo, hoy liderado por Europa, se enmarca el borrador del Plan de Nacional de Energía y Clima 2021-2030 que España ha remitido recientemente a Bruselas. Una hoja de ruta que incluye reducir en diez años las emisiones de carbono un 21% respecto a las de 1990, alcanzar una cuota de renovables del 42% sobre la energía final y lograr que las fuentes limpias copen el 74% del mix eléctrico. Como recordaba ayer la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en un foro organizado por El País y REE, ese proceso no solo exigirá un cambio estructural de modelo que será crucial para el futuro, sino que permitirá a España soltar el pesado lastre de la dependencia energética.
El gigantesco reto que supone la descarbonización recaerá en una primera etapa mayoritariamente sobre el sector eléctrico, dado que el proceso de reducción de emisiones y el progresivo aumento de las renovables hará necesaria una mayor producción de electricidad. En ese ambiciosa estrategia, que busca triplicar los megavatios generados por fuentes limpias en 2030, REE ejercerá un papel crucial como gestor del sistema eléctrico y de su transporte, pero el esfuerzo se extenderá mucho más allá de su labor. Estamos ante un desafío cuyo éxito depende del trabajo coordinado de las administraciones, los reguladores, las empresas y los inversores, dado que requerirá un enorme esfuerzo humano, tecnológico y de financiación. Por parte de REE, las previsiones contenidas en su último plan estratégico contemplan una inversión en la red de transporte cercana a los 3.000 millones de euros, la mitad de los cuales tienen como fin facilitar la integración del montante de renovables previsto.
La transición ecológica que España tiene por delante está tan llena de retos como de oportunidades, pero cuenta con la ventaja inestimable de un apoyo mayoritario por parte de la opinión pública. En ese contexto, la normativa sobre autoconsumo, que completará hoy el Gobierno con la aprobación de su desarrollo reglamentario, debe aspirar a una regulación eficiente a un coste razonable como fórmula magistral para potenciar el modelo. Su éxito, como el del conjunto de la estrategia de descarbonización, depende en gran medida de un marco normativo lo suficientemente estable como para sobrevivir a los cambios de políticas y de Gobierno.
Fuente: Cinco Días