Tras la crisis económica vivida en los últimos años, los supervisores financieros se han esforzado en crear un nuevo marco regulatorio que incida en la transparencia de las inversiones realizadas por todas las entidades que integran el sistema.

La aplicación del big data o la gestión de datos para aumentar la transparencia y disminuir los riesgos podría ser determinante para evitar colapsos económicos como los acaecidos recientemente en la gran crisis de 2007-2017. Una gestión eficiente de los datos que permitiera crear alertas cuando los balances se encontraran en riesgo sería la gran aportación de la era digital al sector financiero.

Según un estudio realizado por una de las gestoras independientes de fondos de inversión más importante del mundo, Fidelity, el creciente interés de las entidades financieras por el big data generará en los próximos tres años un repunte de la inversión en esta tecnología del 44% en 2017 al 64% en 2020, lo que sin duda incidirá en una mejor cuenta de resultados.

Así, en el análisis mencionado de Fidelity se demuestra que el procesamiento de los datos no solo contribuirá a reducir los gastos de la banca, sino que redundará en un aumento del 42% del beneficio y del 25% en los ingresos, así como en una mejora de entre el 5% y 10% en la satisfacción del ahorrador o inversor.

El rastro de la huella digital de las facturas electrónicas también será otra buena fuente de información para conocer más al cliente y estudiar su aversión al riesgo, a fin de perfilar el mejor producto financiero de acuerdo a sus necesidades y evitar repuntes de la ratio de morosidad innecesarios.

Proyectos como sandbox –que ya se ha implementado en el mercado británico y que en España acaba de someterse a consulta pública– permitirá que de forma normalizada las fintech puedan acceder a los datos generados por los pagos con el objetivo de lanzar servicios y productos financieros más personalizados.

Esta gestión ad hoc más robotizada gracias al uso del big data han conseguido rebajar las abultadas comisiones de la banca y hacer los servicios financieros más competitivos. Sin duda, la gran aportación de las fintech al sistema financiero. Pese a ello, en el sector aseguran que todavía sigue existiendo margen de mejora ya que actualmente existen ocho millones de euros bajo gestión con una comisión muy elevada.

Si en el año 2010 la gestión de activos financieros que seguía vinculada a fundamentales económicos y basada en la experiencia humana resultaba muy elevada, del entorno del 90% frente al 10% de la inversión robotizada, actualmente ocurre todo lo contrario. Los robots gestionan actualmente el 50% de las inversiones mientras que el otro 50% siguen siendo decisiones humanas basadas en el conocimiento de los fundamentales económicos.

Parece, por tanto, que la revolución digital en el sistema financiero aparece como algo totalmente positivo no solo para las nuevas sino también para las viejas entidades financieras, que consiguen ofrecer experiencias nuevas del estilo de las fintech, y los propios clientes. Gracias a ella, es posible que el aumento en la calidad del servicio de asesoramiento evite casos como las preferentes, que permitieron la venta de productos a perfiles inversores que no las entendían.

Pero para que esto sea posible se requiere ­mantener la tolerancia y flexibilidad que tienen ­estas compañías en relación a las provisiones ­financieras. El papel de mero intermediario de las fintech ha creado un debate sobre la necesidad de cumplir o no con las rigurosas exigencias de capital requeridas por la regulación financiera europea y mundial y que suelen ser el origen de las comisiones bancarias de las entidades tradicionales.

El resultado de una reflexión meditada y consensuada impactará notablemente en el sector financiero español de los próximos años.

María Rosa Rotondo es Socia directora de Political Intelligence

Fuente: Cinco Días