La Fundación BBVA ha premiado con el Fronteras del Conocimiento de Economía a la catedrática de la Universidad de Harvard Claudia Goldin, por «sus contribuciones pioneras al análisis histórico del papel de la mujer en la economía” y el estudio de “los determinantes detrás de la brecha de género”, según ha destacado el jurado.

Doctorada por Chicago e investigadora de la Oficina Nacional de Investigación Económica (Nber), Goldin (Nueva York, 1946) publicó en 1990 Understanding the Gender Gap, un libro que abrió el campo de investigación sobre la brecha de género en el mercado de trabajo. Con datos de Estados Unidos desde 1820, esta obra analiza las causas de las diferencias salariales entre hombres y mujeres. En opinión de la galardonada, la raíz del problema estriba en que las mujeres optan con mucha mayor frecuencia que los hombres por trabajos que tienen horarios flexibles para facilitar el cuidado de la familia. Las mujeres están desproporcionadamente echando más horas en las tareas del hogar y menos en el trabajo. “La brecha salarial es la otra cara de la moneda de la equidad en la pareja”, ha señalado en la videoconferencia organizada tras el anuncio del premio. “También ocurre en España según los estudios que he visto, en los que se observa que las mujeres españolas echan más del doble de horas que los hombres en el trabajo de casa”, ha destacado. Por eso, ha alabado las manifestaciones de marzo en España para erradicar esos estereotipos sociales.

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Según los datos de la propia Goldin, en Estados Unidos las mujeres ganan justo después de licenciarse 92 céntimos por cada dólar que ganan los hombres. Una vez alcanzan los 40 años, solo ganan 73 céntimos por cada dólar que que ganan los hombres.

¿Y qué podría hacerse para atajar esta desigualdad? Ayudan las políticas que hacen que las mujeres pasen menos horas con los niños como la escolarización temprana. Sin embargo, a su juicio, al final alguien tiene que estar disponible. Y esa persona acaba siendo siempre la mujer. “No detectamos grandes diferencias salariales cuando las mujeres no tienen niños o no asumen la responsabilidades del hogar”, ha asegurado.

De modo que la solución “debe empezar en casa, con los hombres haciendo más en el hogar”, ha explicado. A fin de reducir la brecha, se debe ofrecer más flexibilidad a todos los trabajadores, no solo a las mujeres. “Si los hombres piden más dinero por perderse el partido de su hijo, entonces las empresas reaccionarán”, ha afirmado. De lo contrario, se termina con una reducción de horarios y, en consecuencia, de sueldo que provoca un incremento aún mayor de la diferencia salarial. Goldin propone ideas como que se organice el trabajo en grupos, de manera que los trabajadores puedan ser reemplazados sin problemas cuando necesiten dedicar tiempo a su familia.

“Se espera y se asume que las mujeres deben disfrutar una baja de maternidad, pero no se espera lo mismo de los hombres. Es necesario que esta actitud cambie para que deje de pensarse que el hombre que disfruta de una baja por paternidad no es un buen trabajador”, ha subrayado Goldin, que fue la primera mujer en conseguir un puesto fijo en los departamentos de economía de las universidades de Pensilvania y Harvard.

La catedrática de Harvard concluye en sus investigaciones que la brecha salarial se amplió cuando se expandió el trabajo más administrativo, cuya organización hace que se valore más al trabajador que más horas dedica. Por tanto, el desarrollo de las políticas de personal y los departamentos crearon las bases institucionales de la discriminación. La diferencia era menor cuando a principios del siglo XX se pagaba en la industria por unidad realizada, en lugar de con criterios más subjetivos. No obstante, Goldin argumenta que la diferencia se ha ido reduciendo sobre todo gracias a los cambios educativos.

El nuevo premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía ha destacado, además, por otras dos investigaciones de campo. En una recopiló datos de ocho orquestas que contrataron a sus músicos sin verles, solo escuchándoles. Estas audiciones ciegas explicaron entre el 30% y el 55% del aumento posterior de mujeres en las orquestas. Es decir, halló un claro sesgo de género en las contrataciones. En otro estudio, Goldin documentó que la píldora anticonceptiva contribuyó a que las mujeres retrasasen la edad de matrimonio y estudiasen carreras de nivel superior.

En cuanto a la flexibilidad que aportan en el trabajo las nuevas formas de comunicación, Godlin ha declarado que ayudan, pero que también pueden ser “un arma de doble filo” al ser “más intrusivas”. También ha indicado que la mecanización de las tareas rutinarias podría en teoría afectar algo más a los hombres, en parte porque trabajan más en la industria de manufacturas.

Asesora de la Seguridad Social estadounidense, de la Oficina Presupuestaria del Congreso o del Consejo de Investigación Nacional, Goldin ha retratado la manera en que han cambiado las aspiraciones de las mujeres. Cuando las carreras profesionales comienzan a ser algo gratificante, empiezan a querer compaginar familia y trabajo a partir de la década de los setenta en Estados Unidos.  

Fuente: El País