La ambición de China por seguir ocupando espacios en el liderazgo y la gobernanza global parece no conocer límites, y en los últimos años el país asiático ha dado pasos agigantados para convertirse en una potencia mundial en innovación. El Gobierno del presidente Xi Jinping ha mostrado determinación y audacia al situar la innovación en el centro de su política económica, y ha logrado sentar los pilares de una potencia tecnológica en un tiempo récord.

La innovación se ve impulsada por un desatado espíritu emprendedor de los jóvenes para emular a los exitosos

No sin motivo The Economist explicaba como país asiático está ya en disposición de discutirle a Estados Unidos la supremacía digital (America vs China. The battle for digital supremacy, 15 de marzo de 2018). China invierte más en I+D (innovación y desarrollo) que Alemania o Japón; genera más patentes en ciencias de computación o inteligencia artificial que ningún otro país; produce cada año 30.000 doctores STEM (science, techology, engineering and mathematics); y sus startups reciben el doble de inversión de riesgo (venture capital) que toda Europa. Además la innovación se ve impulsada por un desatado espíritu emprendedor que lleva a los jóvenes chinos a ambicionar convertirse en el próximo Jack Ma (fundador de la multinacional Alibaba).

La emergencia tecnológica de China ha posibilitado un enorme desarrollo de frontrunners tecnológicos decididos a convertirse en líderes mundiales. La primera compañía de drones del mundo (DJI) o la fintech con mayor valoración (Ant Financial, perteneciente al grupo Alibaba) no son de origen estadounidense, japonés o alemán, son compañías chinas, y no son más que la punta del iceberg bajo la cual habita una economía capaz de fabricar empresas líderes mundiales en innovación a toda velocidad. Comienza a hablarse de los BAXT (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi), que imparables van ganando terreno frente a los ya tradicionales GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) estadounidenses.

Se habla de los BAXT (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi), que ganan terreno frente a los grupos estadounidenses

Lo nuevo es que estos gigantes tecnológicos ambicionan convertirse en líderes globales, y están protagonizando una nueva oleada de inversión china en el exterior. Veamos algunos ejemplos. La china Tencent ha invertido en 50 compañías tecnológicas en Estados Unidos, incluyendo firmas especializadas en inteligencia artificial, biotecnología o satélites. En América Latina, Didi Chuxing (el Uber chino) adquirió recientemente la primera plataforma de vehículos compartidos en Brasil. En Europa la firma de robótica Kuka, una de las joyas de la ingeniería alemana, fue adquirida por el fabricante chino de electrodomésticos Midea. Más cerca de casa, en España, el gigante de la telefonía Xiaomi ha anunciado la apertura de una tienda en la madrileña Puerta del Sol, a unos pasos de su mayor rival global, Apple. Y JD.com y Alibaba, los dos grandes gigantes del comercio electrónico (e-commerce) chino, ya compiten por clientes en suelo español, al igual que las plataformas de bicicletas compartidas Ofo y Mobike.

La agresiva expansión internacional de los gigantes tecnológicos chinos es un fenómeno que da sus primeros pasos pero que será decisivo en la conformación del mapa de la innovación y la competitividad de las economías en las próximas décadas. Tendrá un fuerte impacto en las industrias y los consumidores del mañana, sus implicaciones son todavía difíciles de advertir, pero es seguro que transcenderán lo económico-empresarial, alcanzando ámbitos como el geoestratégico, de gobernanza corporativa, laboral o climático. En definitiva, será una derivada fundamental para comprender la creciente influencia de China en el mundo en los próximos años.

Adrián Blanco Estévez es doctor en Economía por la Universidad de Santiago y máster en Policy Management por la Universidad de Georgetown.

Fuente: El País