“No muera usted por la décima”, dijo un día el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro tras incumplir por más de un punto el objetivo de déficit. Con datos todavía provisionales, la deuda pública cerró 2018 en el 97,0% del producto interior bruto, una décima por debajo del objetivo fijado, del 96,9%. La cifra supone, no obstante, una rebaja de un punto de PIB respecto al 98,08% registrado a finales de 2017.

Los datos están todavía pendientes de la confirmación del Banco de España. El año anterior, el Gobierno del PP la bajó un poquito menos: en nueve décimas. Y consiguió alcanzar el objetivo de deuda comprometido con Bruselas gracias a un ardid contable: traspasó los activos de Enresa, la entidad encargada de gestionar los residuos radiactivos, desde el sector privado al público. Así aumentó en dos décimas los activos públicos para poder reducir la deuda, que siempre se mide en términos netos.

En euros, el endeudamiento del conjunto de las Administraciones ha marcado un nuevo récord absoluto al tocar los 1,170 billones, un 2,3% más que el año anterior. En 2018 la deuda aumentó en 26.536 millones de euros como consecuencia del desfase entre ingresos y gastos.

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De hecho, en la historia reciente de España la deuda pública nunca ha caído en euros. Tan solo ha bajado en proporción al PIB. Y eso ha ocurrido gracias al crecimiento económico. Mientras que la deuda ha aumentado un 2,3%, el producto interior bruto ha crecido incluyendo la inflación un 3,5%. Esa diferencia ha permitido que se reduzca la ratio sobre PIB, el indicador que se suele tomar para seguir la evolución de la deuda porque mide mejor la capacidad de devolverla. Así las cosas, se trata del cuarto año consecutivo en el que los pasivos sobre PIB disminuyen, desde el 100,4% que se anotó al cierre de 2014.

Sin embargo, el ritmo de reducción se antoja lento. A menos de 1 punto por año frente a los tres puntos que se reducían al año entre 2000 y 2008. También porque entonces la inflación era mayor. Además, en 2018 se ha dado el menor recorte del déficit público desde que comenzó a ajustarse, allá por 2012. Solo de 0,4 décimas de PIB si se cumple el 2,7% de déficit que prevé el Gobierno.

Organismos internacionales como el FMI o la Comisión Europea piden que se aproveche la coyuntura favorable para disminuir más la deuda. Esta constituye un talón de Aquiles de España. En especial por la externa, que sigue subiendo por el endeudamiento público y que cuando se refinancia es la más sensible a las turbulencias de los mercados. De momento, no obstante, aunque el BCE ha dejado de hacer nuevas compras de títulos, reinvertirá lo adquirido conforme vaya venciendo, de manera que continuará siendo el principal comprador único de deuda española. Lo cual está manteniendo el coste medio de las nuevas emisiones en niveles mínimos históricos: un 0,64% en 2018. Para este año, el objetivo se ha fijado en el 95,4% del PIB.

Fuente: El País